La respuesta sexual: fase de deseo
Actualizado: 20 de julio de 2022
El deseo aparece en nuestra existencia en general, y en concreto en nuestra sexualidad, como una percepción física y mental que nos impulsa hacia el sujeto o el objeto de nuestro deseo. A veces surge de forma involuntaria, nos sorprende, tomamos conciencia del mismo sin haberlo previsto, por ejemplo cuando lees la escena de una novela y notas un cosquilleo en tu interior y te dices: pues me gustaría probarlo. El deseo también se provoca deliberadamente mediante una acción erótica voluntaria, excitante, atractiva o sugerente que pueda ponerlo en marcha.
El deseo se siente, se percibe y nos lleva a buscar su satisfacción. Cuando el deseo inicial crece, empezamos a notar los cambios que provoca en nuestro cuerpo el fenómeno de la excitación. El deseo suele desencadenar el inicio de nuestra respuesta sexual y nos acompaña, lleno de matices, a lo largo de todo este proceso erótico.
La fase del deseo en las mujeres
No es infrecuente escuchar que en las mujeres el deseo es algo complejo y hasta incomprensible; no obstante, el centro de la cuestión está simplemente en el hecho de que el deseo femenino funciona de manera no idéntica al deseo masculino. Los estímulos visuales, por ejemplo, tienen un efecto menor en las mujeres, mientras que las emociones, la imaginación y las caricias sensuales juegan un papel importante.
En las mujeres se suele asociar deseo con disponibilidad a iniciar un encuentro sexual, cuando en realidad esto es falso. El deseo en las mujeres puede ir asociado a las ganas de tener intercambios eróticos diferentes a un encuentro sexual tradicional, y estos pueden ir desde un beso o unas caricias sensuales a un encuentro excitante y explícito, pero sin penetración, por ejemplo. La diversidad en los matices de qué desean las mujeres cuando desean es inmensa.
La fase del deseo en los hombres
Por lo general, el deseo masculino se desencadena muchas veces ante un estímulo visual, y también ante estímulos imaginados o fantasías sexuales. Por supuesto, como en el caso de las mujeres también se desencadena gracias a una serie de estímulos táctiles que la persona percibe como agradables, excitantes y satisfactorios.
En general, se suele asociar el deseo y la excitación masculinos con la erección del pene, aunque, si bien en muchas ocasiones esta asociación se cumple, siempre hay excepciones y puede haber deseo sin erección e incluso excitación sin deseo.
Por supuesto muchos hombres rompen moldes y sorprenden a sus parejas con deseos originales e ideas innovadoras. En definitiva, cada hombre y cada mujer pueden tener sus propios desencadenantes del deseo, y estos pueden ser diferentes al de otras personas. La búsqueda de la normalidad, o el deseo estandarizado socialmente, suele ser un gran enemigo del deseo sexual.
Sugerencia: descúbrete al margen de los deseos ajenos.
Creado: 21 de marzo de 2014