Aunque pueda parecer sencillo diagnosticar el sonambulismo, hay que distinguirlo de otros trastornos que pueden mostrar síntomas parecidos tales como:
- Simulaciones, en el caso de que el paciente trate de obtener algún beneficio al respecto, omitiendo así la responsabilidad de los hechos realizados, por encontrarse en situación de sonambulismo. En la literatura judicial se ha exculpado a algunos homicidas por esta causa.
- Otras parasomnias, en donde a pesar de aparecer un componente de excitación motora no llega a provocar que se levante la persona, como en el caso de los terrores nocturnos o el síndrome de las piernas inquietas.
- Epilepsia, donde también se observan movimientos incontrolados motores, pero éstos no se centran únicamente durante la fase de sueño, produciéndose también durante el día, además de existir descargas anormales a nivel neuronal no presente en el sonambulismo.
- Estados disociativos producidos por un trastorno de conversión, en donde la persona “pierde su realidad” debido a un trauma, lo que hace que le sea imposible acceder al recuerdo de lo que ha hecho durante un determinado momento. A diferencia del sonambulismo, estos estados no son repetitivos y circunscritos a las fases de sueño.
- Trastorno de personalidad múltiple o de identidad disociativa, donde la actuación predominante de una de las personalidades es ignorada por la otra, no recordando nada de lo acontecido. Al igual que en alguno de los casos anteriores, no se circunscribe únicamente a acontecimientos nocturnos, sino que afecta a otros ámbitos de su vida cotidiana.
Como vemos es necesario realizar una exploración para descartar otras patologías, que podrían estar produciendo síntomas parecidos a los descritos con el sonambulismo, ya que ello va a determinar el tratamiento que en cada caso habrá que aplicar a la persona que lo padece.