Neumonía
La neumonía es la infección que provoca mayor número de ingresos hospitalarios, y aunque su causa habitual son las bacterias, también virus como el de la gripe y el de la varicela pueden originar esta enfermedad.

Tratamiento de una neumonía

Por: Olga de la Peña

Médico de familia

Por: Dr. José Antonio Nuevo González

Especialista en Medicina Interna. Servicio de Urgencias del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Actualizado: 22 de septiembre de 2022

Para decidir cuál es el tratamiento adecuado de una neumonía hay que clasificar a los pacientes según el riesgo que presenten y, en función de la gravedad de los síntomas, se instaura un tratamiento ambulatorio, o se deriva al paciente para ingreso hospitalario. Para ello se suelen utilizar algunas escalas que valoran estos aspectos y que permiten a los médicos de manera objetiva decidir el lugar de tratamiento según la probabilidad de complicaciones (Escala de Fine y escala de CURB-65):

  • Pacientes que no requieren ingreso hospitalario: Pacientes sanos que presentan una neumonía adquirida en la comunidad sin datos de gravedad inicial, pacientes jóvenes sin factores de riesgo, menores de 65 años sin factores de riesgo añadidos. Estos pacientes realizarán tratamiento y seguimiento ambulatorio.
  • Pacientes que requieran ingreso en unidad de hospitalización convencional: mayores de 65 años o con patologías añadidas o factores de riesgo asociados, y todos aquellos en los que la gravedad de la presentación de la sintomatología o la presencia de otros factores de riesgo de complicación, ya expuestos en el punto anterior, hagan aconsejable el ingreso hospitalario.
  • Pacientes que requieran ingreso en Unidad de Cuidados Intensivos: necesario ante situaciones de extrema gravedad como insuficiencia respiratoria severa, pacientes inestables con alteración de las constantes vitales, fallo en el funcionamiento del riñón, alteración del sistema de coagulación, meningitis o estado de coma.

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Antibióticos para el tratamiento de una neunomía

El tratamiento de la neumonía se realiza con antibióticos. Los antibióticos son sustancias químicas producidas por bacterias y hongos que tienen la capacidad de inhibir el desarrollo o destruir a otros microorganismos.

El tratamiento se iniciará de manera empírica, valorando los gérmenes más habituales y probablemente implicados, la situación o no de gravedad, y la respuesta a los tratamientos en la comunidad donde se localice el paciente afecto. Es decir, se inicia el tratamiento aunque no se haya determinado el germen que ha originado la neumonía, basándose en los criterios citados previamente para establecer el germen más frecuente y el tratamiento adecuado para combatirlo.

La antibioterapia ha de iniciarse lo más precozmente posible: antes de las cuatro horas tras el diagnóstico, pues se ha demostrado que el inicio precoz del tratamiento reduce la mortalidad, las complicaciones y la estancia hospitalaria.

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Los antibióticos más comúnmente utilizados para la neumonía son: penicilinas y betalactámicos (amoxicilina y amoxicilina/clavulánico, ambos a dosis altas), quinolonas (levofloxacino, moxifloxacino) y macrólidos (azitromicina, claritromicina). Se realizará la elección del tratamiento antibiótico en función de las Guías Clínicas de Tratamiento, de la gravedad del cuadro, y de la existencia o no de factores de riesgo concomitantes.

Tratamiento para la neumonía

Hay que considerar además las resistencias que presentan ciertos gérmenes en el ámbito donde se traten. Por ejemplo, el neumococo en España presenta una resistencia a penicilinas considerable (en torno a un 20%), por lo que no se recomienda este tratamiento, al menos como único antibiótico, salvo que se complemente con otro de otra categoría. 

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De elección inicial en pacientes para tratamiento ambulatorio de la neumonía será la vía oral (antibiótico tomado por boca). En aquellos pacientes que hayan precisado ingreso hospitalario, el tratamiento inicial se realizará vía parenteral (intravenoso), que se cambiará a vía oral tras conseguir la estabilización clínica.

La duración inicial del tratamiento de la neumonía variará en función de los distintos cuadros.

  • Neumonía adquirida en la comunidad que no requiera ingreso: 7-10 días.
  • Neumonía adquirida en la comunidad que requiera ingreso: 10-14 días.
  • Casos especiales: gérmenes no habituales (Legionella, Staphylococcus aureus, Pseudomonas) no inferior a 14 días. Casos de cavitación pulmonar y abscesos: un mes o más. En neumonías nosocomiales (hospitalarias), variará en función de la gravedad y el germen productor.

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Otras medidas generales para curar la neumonía aparte del tratamiento antibiótico:

  • Hidratación.
  • Reposo.
  • Analgésicos y antitérmicos.
  • Oxigenoterapia según los niveles de oxígeno arterial que presente el paciente.
  • En pacientes con neumonía grave puede precisarse ventilación mecánica.
Seguimiento del paciente por parte del neumólogo

Seguimiento de una neumonía

Dentro del seguimiento que requiere un paciente de neumonía han de valorarse, a las 48-72 horas del inicio del tratamiento, los signos de evolución favorable que presente el paciente: la ausencia de fiebre elevada y la estabilización de los síntomas y signos clínicos.

Ante el empeoramiento es preciso derivar a la unidad hospitalaria a los pacientes tratados de manera ambulatoria, y reevaluar el tratamiento de aquellos que ya estén ingresados.

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Es necesario realizar una nueva comprobación clínica a los pacientes ambulatorios tras finalizar el tratamiento pautado.

La resolución radiológica, es decir, la desaparición de la lesión pulmonar en la radiografía, es más tardía que el cese de la sintomatología; no es imprescindible la constatación de su desaparición salvo en casos de persistencia de síntomas, y puede permanecer la imagen hasta pasadas seis semanas.

Ha de considerarse, además, que en determinados pacientes la evolución puede ser aún más lenta; es el caso de los ancianos, aquellos con enfermedades cardiovasculares crónicas, en pacientes con afectación multilobar (varias porciones del pulmón), o ante cuadros de infección generalizada.

En aquellos casos en los que no se observe la resolución completa de la lesión en la radiografía de control, se deberá realizar un segundo control al mes del primero o profundizar en el estudio mediante TAC torácico o broncoscopia.

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