¿Por qué engordamos en invierno?

En invierno tendemos a consumir alimentos más calóricos y a reducir la actividad física. Existen razones biológicas que nos impulsan a adoptar este comportamiento y que tienen como consecuencia un aumento de peso.
Persona pesándose

Por: Eva Salabert

Periodista experta en salud

Por: José González Sancho

Periodista especializado en salud y bienestar

Actualizado: 20 de diciembre de 2024

Cuando las temperaturas caen y el invierno se instala, muchos de nosotros notamos un desesperante aumento en los dígitos de la báscula. Este fenómeno no es casual ni exclusivamente fruto de las fiestas de fin de año. Las razones son tanto biológicas como culturales y, sorprendentemente, podrían tener raíces evolutivas. De hecho, según los expertos, durante las vacaciones de verano solemos coger entre dos y tres kilos de media, pero ¿por qué engordamos en invierno aunque no nos tomemos ni un día libre? Pues parece ser que, como decíamos, existen razones biológicas que favorecen el aumento de peso durante los meses más fríos del año.

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Es cierto que el mal tiempo invita a pasar más tiempo en casa y las actividades sociales son por lo general más sedentarias, con más reuniones donde se come y se bebe, lo que facilita que se consuman más calorías de la cuenta pero, además, el ser humano tiene una herencia genética que le vuelve más propenso a engordar en invierno.

Esto se debe a que la evolución del hombre como depredador le proporcionó unas características fisiológicas que ahora son innecesarias debido al actual estilo de vida, pero que no han tenido tiempo de modificarse ya que, como explican los paleontólogos, mientras los cambios sociales y culturales han evolucionado de forma exponencial, las mutaciones genéticas necesitan muchos miles de años para producirse, por lo que nuestros genes no han tenido tiempo suficiente para adaptarse.

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Es lo que se conoce como retraso genómico, y es un fenómeno que está detrás de patologías como la obesidad y la diabetes. Así, el hombre primitivo poseía altos niveles de azúcar en la sangre que le permitían realizar el gasto calórico necesario para cazar, y estos niveles eran todavía más altos en invierno porque el frío requería un mayor gasto de energía. Y es que, durante siglos, los seres humanos se han enfrentado a inviernos duros en los que la comida era escasa. Este contexto histórico ha dejado una marca en nuestro metabolismo. En invierno, el cuerpo tiende a acumular más grasa como mecanismo de supervivencia. Este "modo de almacenamiento" se activa en respuesta a la menor exposición a la luz solar y a la disminución de la actividad física, ambas comunes en los meses más fríos.

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Ahora tenemos calefacción y no necesitamos realizar una actividad física extenuante para conseguir los alimentos; sin embargo, el organismo sigue demandando azúcar e hidratos de carbono en invierno.

Engordar en invierno

El papel de la serotonina y la melatonina en esos kilos invernales de más

Por si fuera poco, la falta de luz solar reduce los niveles de serotonina, una sustancia que influye directamente en el estado de ánimo, y que necesitamos para sentirnos bien. La mala noticia es que los dulces y los carbohidratos aceleran la secreción de serotonina y, por lo tanto, tendemos a consumir este tipo de alimentos que estimulan la producción de serotonina, con el fin de mejorar el ánimo. Este "consuelo calórico" tiene un impacto directo en el aumento de peso.

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También la melatonina tiene su parte de responsabilidad en los kilos que ganamos en invierno y que después tanto cuesta quitarse cuando el buen tiempo anima a aligerar el vestuario. Y es que la escasez de luz aumenta el nivel de melatonina en el organismo y tenemos más sueño y menos ganas de movernos.

Consejos para evitar el aumento de peso invernal

No podemos hacer nada contra la biología, así que para adelgazar o, al menos, evitar engordar en invierno, hay que modificar el estilo de vida y no caer en la tentación de ingerir dulces y carbohidratos que no necesitamos, además de aumentar la actividad física aunque nos dé pereza.

Aquí proponemos algunas estrategias para mantener un peso saludable durante esta estación:

  • Mantén la actividad física: busca formas de hacer ejercicio en interiores, como yoga o entrenamiento de fuerza. Si el clima lo permite, las caminatas al aire libre o la marcha nórdica también son una opción.
  • Planifica tus comidas: opta por platos calientes pero equilibrados, como sopas de verduras o estofados con poca grasa.
  • Controla las porciones: es fácil excederse en comidas reconfortantes. Servir porciones razonables puede marcar la diferencia.
  • Busca luz natural: aunque los días sean cortos, aprovecha al máximo la luz del sol para regular tu ciclo circadiano y mejorar tu estado de ánimo.
  • Modera los alimentos calóricos: disfruta de los dulces y platos festivos, pero con moderación.

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El invierno no tiene que convertirse en una temporada de aumento de peso. Con un poco de conciencia y esfuerzo, es posible disfrutar de sus placeres sin comprometer nuestra salud. Y si te encuentras subiendo algunos kilos, recuerda: el invierno también pasa y con él, esa tendencia natural a acumular reservas.

Creado: 13 de febrero de 2013

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