El ser humano podría haber alcanzado el techo de su esperanza de vida

Los avances en la esperanza de vida han comenzado a desacelerarse e indican que los humanos podrían estar cerca de un límite biológico, ya que a pesar de los avances médicos el envejecimiento sigue siendo un gran desafío.
Primer plano de las manos de una mujer anciana

07/10/2024

A lo largo de los siglos XIX y XX, la esperanza de vida experimentó un notable aumento gracias a las mejoras introducidas en la alimentación, los avances médicos y otros factores que tuvieron un impacto muy positivo en la calidad de vida. Sin embargo, después de prácticamente duplicarse durante el siglo XX, el ritmo de este crecimiento ha disminuido considerablemente en las últimas tres décadas, según revela un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Illinois (UIC) en Chicago.

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A pesar de los avances continuos en medicina y salud pública, la esperanza de vida al nacer en las poblaciones más longevas del mundo solo ha aumentado en promedio seis años y medio desde 1990, según el análisis. Este incremento es mucho menor de lo que algunos científicos esperaban, quienes pronosticaban que la esperanza de vida seguiría aumentando rápidamente en este siglo, llegando a que la mayoría de las personas nacidas hoy superarían los 100 años de vida.

El artículo publicado en Nature Aging con el título ‘La improbabilidad de una prolongación radical de la vida en los seres humanos en el siglo XXI’, presenta nueva evidencia de que los seres humanos están alcanzando un límite biológico en cuanto a su longevidad. Los mayores avances en la duración de la vida ya se han logrado mediante la lucha contra las enfermedades, ha señalado S. Jay Olshansky, profesor de la Escuela de Salud Pública de UIC y autor principal del estudio. Ahora, el principal obstáculo para seguir aumentando la longevidad son los efectos del envejecimiento.

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“La mayoría de las personas mayores que viven hoy en día lo hacen gracias al tiempo que la medicina ha fabricado” ha declarado Olshansky, que también es profesor de epidemiología y bioestadística. “Sin embargo, estos parches médicos están añadiendo menos años de vida, aunque el ritmo de los avances médicos es acelerado. Esto sugiere que el periodo de rápidos aumentos en la esperanza de vida ya ha terminado”.

Olshansky también advirtió que prolongar la vida a través de la reducción de enfermedades podría ser perjudicial si esos años adicionales no son saludables. “Debemos centrarnos ahora en esfuerzos que ralenticen el envejecimiento y extiendan la vida saludable” agregó. Este concepto, conocido como healthspan en inglés, mide los años que una persona vive con buena salud, no solo los que está viva.

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Invertir en gerociencia y mejorar la vida en edades avanzadas

El análisis, realizado junto a investigadores de la Universidad de Hawái, Harvard y UCLA, es la última contribución a un debate de tres décadas sobre los posibles límites de la longevidad humana. En 1990, Olshansky publicó un artículo en la revista Science donde sostenía que los seres humanos estaban cerca de alcanzar un techo en la esperanza de vida, estimado en unos 85 años, y que los mayores avances ya se habían conseguido. Otros expertos pronosticaron que los avances médicos y de salud pública continuarían elevando la esperanza de vida durante el siglo XXI.

Treinta y cuatro años después, los resultados del nuevo estudio respaldan la idea de que el aumento en la esperanza de vida seguirá desacelerándose, ya que más personas estarán expuestas a los efectos perjudiciales e inmutables del envejecimiento. El estudio analizó datos de los ocho países más longevos, además de Hong Kong y Estados Unidos, uno de los pocos países que ha visto una disminución en la esperanza de vida durante el período estudiado.

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“Nuestro resultado desafía la creencia común de que el potencial natural de longevidad de nuestra especie está por delante de nosotros –una esperanza de vida más allá de la que tenemos hoy–”, dijo Olshansky. “En realidad, ese potencial está detrás de nosotros, en un rango de entre 30 y 60 años. Hemos demostrado que la medicina moderna está generando mejoras cada vez menores en la longevidad, a pesar del ritmo vertiginoso de los avances médicos”.

Si bien es probable que más personas alcancen los 100 años o más en este siglo, esos casos seguirán siendo excepciones que no afectarán significativamente el promedio de esperanza de vida, añadió Olshansky. Esta conclusión también desafía las suposiciones de sectores como el de los seguros y la gestión de patrimonio, que hacen cálculos basados en la idea de que la mayoría de las personas vivirán hasta los 100 años. “Ese es un consejo profundamente equivocado, ya que solo un pequeño porcentaje de la población vivirá tanto tiempo en este siglo”, afirmó Olshansky.

“Hay mucho margen para mejorar: reduciendo factores de riesgo, eliminando disparidades y fomentando estilos de vida más saludables, todo lo cual puede permitir que las personas vivan más y mejor”

A pesar de ello, el hallazgo no descarta que la medicina y la ciencia puedan seguir ofreciendo beneficios. Los autores del estudio argumentan que podría haber más potencial en mejorar la calidad de vida en edades avanzadas, en lugar de solo extender la vida. Recomiendan que se invierta más en la gerociencia, el campo que estudia la biología del envejecimiento y que podría ser la clave para la próxima ola de mejoras en la salud y la longevidad.

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“Esto es como un techo de cristal, no un muro de ladrillo”, comentó Olshansky. “Hay mucho margen para mejorar: reduciendo factores de riesgo, eliminando disparidades y fomentando estilos de vida más saludables, todo lo cual puede permitir que las personas vivan más y mejor. Podemos romper este techo de cristal de salud y longevidad con la gerociencia y los esfuerzos por ralentizar los efectos del envejecimiento”.

Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC opina que el estudio es de buena calidad y “viene a mostrar el proceso de desaceleración del crecimiento de la esperanza de vida experimentado por muchos países en los últimos años. En algunos casos, no solo de desaceleración, sino también de caída, como el caso de los Estados Unidos. Ante la visión más optimista de un crecimiento continuo de la esperanza de vida al nacimiento, con un crecimiento a 0,3 meses por año, los autores muestran que ese proceso no tendrá ese ritmo, y que la evidencia muestra que ese ritmo se ha desacelerado”, ha declarado a SMC España.

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“Hubiera sido deseable que ahondaran más en las razones que están detrás de esos frenos al crecimiento acelerado en la esperanza de vida. Más en concreto, en las desigualdades dentro de la misma sociedad en diferencias en esperanza de vida por nivel educativo o por nivel socioeconómico que pueden marcar que la esperanza de vida crezca a diferente ritmo en cada grupo de población”, concluye.

Actualizado: 7 de octubre de 2024

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