La forma de criar a los niños afecta a su salud mental en la adolescencia

La crianza dura o afectuosa en etapas específicas de la infancia influye en el desarrollo cerebral y la salud mental en la adolescencia, por lo que identificar periodos sensibles podría guiar intervenciones para mejorar el bienestar a largo plazo.
Madre hablando con un hijo pequeño

30/10/2024

El desarrollo del cerebro atraviesa una etapa clave durante la infancia y la adolescencia y los factores ambientales pueden tener un gran impacto que se mantenga a largo plazo. Un nuevo estudio ha encontrado ahora que el tipo de crianza influye decisivamente en este órgano y que tanto la crianza rígida, como la crianza afectuosa, en diversas etapas de la infancia (temprana, media y tardía), influyen en el desarrollo cerebral durante la adolescencia y cómo estos cambios pueden predecir la salud mental en el futuro.

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La investigación ha sido realizada por expertos de la Universidad de Michigan U-M (EE.UU.), que emplearon un método estadístico innovador para identificar “periodos sensibles” en la infancia en los que el cerebro es particularmente vulnerable a influencias externas, y analizaron si las experiencias durante estos periodos predecían la salud mental en situaciones de estrés, como durante la pandemia de COVID-19. También utilizaron técnicas avanzadas de neuroimagen para observar cómo fluye la información en el cerebro en desarrollo.

“Comprender estos periodos sensibles puede ayudar a formular políticas y estrategias de intervención más efectivas”, ha destacado Luke Hyde, profesor de psicología en la U-M e investigador asociado en el Instituto de Investigación Social en una nota publicada por la citada universidad. Cleanthis Michael, estudiante de posgrado en la U-M y primer autor del estudio, explicó que “los hallazgos sugieren que intervenciones tempranas pueden ofrecer beneficios más amplios para el desarrollo cerebral”.

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Cómo las experiencias positivas y negativas impactan sobre el cerebro

Para llevar a cabo el estudio se utilizaron datos de una investigación longitudinal de 21 años sobre jóvenes y familias de bajos ingresos residentes en Detroit, Chicago y Toledo, (Ohio), a partir del Estudio del Futuro de las Familias y el Bienestar Infantil. Los datos se recopilaron entre febrero de 1998 y junio de 2021, con una muestra actual de 173 jóvenes.

Los padres informaron sobre sus comportamientos agresivos, tanto psicológicos como físicos, y se registraron observaciones de comportamientos de crianza afectuosa (como la capacidad de respuesta) a las edades de 3, 5 y 9 años. Cuando los niños tenían 15 años, se realizó un subestudio de neuroimagen con ellos. Seis años después, durante la pandemia de COVID-19, los participantes reportaron síntomas de ansiedad y depresión.

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Los resultados se han publicado en la revista JAMA Pediatrics e indicaron que la crianza dura en la primera infancia afectaba a la organización general del cerebro en la adolescencia, mientras que una crianza dura en la infancia tardía afectaba específicamente al circuito corticolímbico (que incluye la amígdala y la corteza frontal y está relacionado con el procesamiento y la regulación de las emociones).

La calidez en la crianza se relacionó también con una reducción de la ansiedad y la depresión 15 años después durante la pandemia, debido a sus efectos en la amígdala

También se examinó el impacto positivo de la crianza afectuosa y se comprobó que en la infancia media se asociaba con la conexión diferencial de la amígdala (una pequeña área del cerebro relacionada con las emociones y la respuesta a amenazas) con otras partes del cerebro. La calidez en la crianza se relacionó también con una reducción de la ansiedad y la depresión 15 años después durante la pandemia, debido a sus efectos en la amígdala.

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Hyde subraya que la investigación muestra cómo las experiencias positivas y negativas impactan de forma distinta sobre el cerebro, en función del momento en el que ocurren. “El estudio emplea métodos nuevos para poner a prueba cuestiones clásicas de la psicología del desarrollo, sobre si existen periodos sensibles en el desarrollo cerebral de los niños”, dijo Hyde.

Michael concluyó que “como estas experiencias parecen influir en el riesgo posterior de depresión y ansiedad, esta investigación destaca períodos de vulnerabilidad y oportunidades para que los tratamientos y las políticas promuevan un desarrollo saludable a largo plazo. Las intervenciones y políticas de apoyo a los padres podrían tener un impacto más profundo en las etapas tempranas de la vida”.

Actualizado: 30 de octubre de 2024

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