Limitar el azúcar en los primeros 1.000 días de vida protege la salud adulta

Restringir el consumo de azúcar desde el útero y en los primeros dos años de vida puede disminuir hasta un 35% el riesgo de diabetes y un 20% el de hipertensión en la edad adulta, revela un estudio que destaca el impacto de la alimentación infantil en la salud.
Una embarazada rechazando dulces

04/11/2024

Limitar la ingesta de azúcar durante el embarazo y en los dos primeros años de vida de un niño tiene un impacto positivo sobre la salud a largo plazo, ya que reduce significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas durante la edad adulta, desde diabetes a hipertensión, según ha revelado un nuevo estudio publicado en la revista Science.

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Los investigadores utilizaron datos contemporáneos del U.K. Biobank para analizar el efecto que habían tenido las restricciones de azúcar desde la etapa intrauterina y durante la primera infancia en la salud de adultos que habían nacido justo antes y después del fin del racionamiento de azúcar en tiempos de guerra en el Reino Unido, en septiembre de 1953.

Los resultados muestran que los niños que experimentaron restricciones de azúcar en sus primeros 1.000 días de vida –incluido el periodo prenatal– presentaron hasta un 35% menos riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y un 20% menos de riesgo de sufrir hipertensión en la adultez. La restricción en el útero fue suficiente para reducir riesgos, pero la protección contra enfermedades aumentó en función del tiempo que se mantuvo la restricción de azúcar después del nacimiento.

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Esta investigación es fruto de una colaboración entre Tadeja Gracner de la Universidad del Sur de California, Claire Boone de la Universidad McGill, y Paul Gertler de la Escuela de Negocios Haas de la Universidad de California en Berkeley y aporta nuevas evidencias sobre los efectos en la salud a largo plazo de la exposición temprana al azúcar.

“Estudiar los efectos a largo plazo del azúcar añadido en la salud es un desafío porque es difícil encontrar situaciones en las que las personas estén expuestas aleatoriamente a diferentes entornos nutricionales en una etapa temprana de su vida y los sigan durante 50 a 60 años” ha explicado Gracner en una nota publicada por la Escuela de Negocios Haas, que añade: “El fin del racionamiento nos proporcionó un novedoso experimento natural para superar estos problemas”.

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Un experimento basado en el fin del razonamiento de azúcar

El estudio aprovecha un experimento natural: el fin del racionamiento de dulces y azúcar en el Reino Unido tras la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra, el racionamiento estaba en vigor y finalizó en septiembre de 1953. En ese tiempo, el consumo de azúcar era aproximadamente la mitad (unos 40 gramos diarios) de lo que fue justo después del fin del racionamiento.

Este periodo de restricción no conllevó una privación extrema de alimentos; de hecho, las dietas parecían estar dentro de las directrices dietéticas actuales de la USDA y la OMS, que recomiendan que los niños menores de dos años no ingieran azúcar añadido, y que los adultos limiten su consumo de azúcar a 7 cucharaditas diarias, no excediendo 12 cucharaditas (50 gramos).

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Al finalizar el racionamiento, el consumo de azúcar y dulces aumentó considerablemente, duplicándose hasta unos 80 gramos diarios en promedio. Otros alimentos, como la mantequilla, el queso, los cereales y la carne, también estaban racionados, pero su consumo no cambió significativamente tras el fin del racionamiento. Prácticamente todo el aumento en la ingesta calórica se debió al incremento en el consumo de azúcar.

“El azúcar en las primeras etapas de la vida es el nuevo tabaco y deberíamos tratarlo como tal, responsabilizando a las empresas de alimentos para que reformulen los alimentos para bebés con opciones más saludables”

De esta forma, el fin del racionamiento creó un experimento natural: los niños nacidos justo antes del fin del racionamiento vivieron en condiciones de escasez de azúcar, mientras que los nacidos después llegaron a un ambiente rico en azúcar. Los investigadores identificaron a aquellos nacidos alrededor de esa época en los datos del U.K. Biobank, recogidos más de 50 años después, y emplearon una ventana de tiempo muy estrecha alrededor del fin del racionamiento para comparar los resultados de salud en la mediana edad de cohortes de nacimiento similares.

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Prevenir o retrasar el desarrollo de diabetes tipo 2

Los autores encontraron que la exposición a restricciones de azúcar en el útero y en los primeros 1.000 días redujo considerablemente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 e hipertensión. Si se diagnosticaban, el consumo reducido de azúcar en la infancia retrasaba la aparición de la diabetes en cuatro años y la hipertensión en dos años, respectivamente. La exposición prenatal era suficiente para disminuir los riesgos, pero la protección aumentaba con una mayor duración de la restricción de azúcar después del nacimiento.

El impacto de este efecto es significativo, ya que podría reducir costos médicos, aumentar la esperanza de vida y mejorar la calidad de vida. Cada década de diagnóstico anticipado de diabetes se asocia con una expectativa de vida de tres a cuatro años menos, lo que subraya el valor de intervenciones tempranas para prevenir o retrasar esta enfermedad.

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Actualmente, existe una creciente preocupación por la salud a largo plazo de los niños debido al consumo excesivo de azúcares añadidos en esta etapa crítica. El azúcar añadido está presente en muchos alimentos para bebés y niños pequeños, y los niños están constantemente expuestos a anuncios de snacks azucarados.

Ajustar el consumo de azúcar no es fácil, pero los investigadores señalan que la información es clave. “Los padres necesitan información sobre lo que funciona, y este estudio proporciona una de las primeras evidencias causales de que reducir el azúcar añadido al principio de la vida es un paso importante para mejorar la salud de los niños a lo largo de sus vidas”, explicó Boone.

“El azúcar en las primeras etapas de la vida es el nuevo tabaco y deberíamos tratarlo como tal, responsabilizando a las empresas de alimentos para que reformulen los alimentos para bebés con opciones más saludables. También deberíamos gravar y regular la comercialización de alimentos azucarados destinados a los niños”, concluye Gertler.

En opinión de Jesús Francisco García-Gavilán, investigador en CIBERobn y profesor asociado de la Universidad Rovira i Virgili, en el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili, que no ha participado en el estudio: “Los resultados muestran que aquellos que estuvieron expuestos a bajos niveles de azúcar en sus primeros años de vida tenían un riesgo mucho menor de desarrollar diabetes tipo 2 e hipertensión en comparación con quienes nacieron después del racionamiento y, además, la edad a la que se desarrollaron estas enfermedades fue una media de dos y cuatro años más tarde, respectivamente, lo que parece indicar que limitar la ingesta de azúcar simple y sus derivados en la infancia podría prevenir o retrasar de alguna manera el desarrollo de problemas de salud crónicos”, según ha declarado a SMC España.

“En cuanto a las limitaciones, hay que tener en cuenta que el estudio solo consideró personas nacidas en Reino Unido y que los datos de su salud fueron autoreportados. También que hace referencia a personas que nacieron entre los años 1951 y 1956, donde el tipo y disponibilidad de productos ultraprocesados podría ser muy diferente a la actual”, añade el experto.

Actualizado: 4 de noviembre de 2024

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