Los niños españoles toman más del doble de azúcar de lo recomendado

Un estudio de la Universidad de Granada revela que los niños españoles consumen 55,7 gramos diarios de azúcares añadidos (más del doble de lo recomendado) y señala los alimentos con más azúcar y menos nutrientes de la dieta infantil.
Niños comiendo dulces

25/05/2023

Las recomendaciones sobre consumo de azúcar en la población infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que los niños de siete a 10 años no deberían ingerir más de 24 g de azúcares libres cada día –el equivalente a seis terrones de azúcar–, mientras que los pequeños de entre cuatro y seis años no deberían sobrepasar los 19 g diarios (cinco terrones de azúcar).

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Sin embargo, un estudio observacional realizado por científicos del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos ‘José Mataix Verdú’ de la Universidad de Granada (UGR) ha encontrado que los niños españoles consumen más del doble de azúcares libres de lo aconsejado por este organismo: en concreto, cada día toman 55,7 gramos, es decir, más de nueve terrones de azúcar.

Los resultados se han publicado en la revista Nutrients y se consideran alarmantes, teniendo en cuenta que, como han destacado los investigadores, los casos de obesidad infantil continúan aumentando en todo el mundo y la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil alcanzan el 23,3% y el 17%, respectivamente. Una dieta “rica en azúcares libres está asociada con un mayor riesgo de obesidad, síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares”, advierten, e indican que se debería priorizar el consumo de alimentos que aporten más cantidad de nutrientes y menos azúcares añadidos.

Los dos alimentos que mayor cantidad de azúcares añadidos aportan a la dieta diaria de los niños españoles son las galletas y el cacao en polvo

En la investigación han participado 1.775 padres de niños españoles de siete a 12 años y ha analizado la densidad nutricional de los alimentos que aportan azúcares añadidos a la dieta de los niños, empleando índices adaptados específicamente por los investigadores –un índice para evaluar el valor nutricional de los alimentos objeto del estudio, reflejando la densidad de nutrientes presente en cada porción de cada alimento (NDIS), y un índice de ingesta diaria de nutrientes (DNII), calculado en función de la cantidad diaria consumida de cada alimento–, bases de datos nutricionales y etiquetas de alimentos que se comercializan en España.

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Para clasificar los alimentos según su NDIS, los autores consideraron la leche como alimento de calidad de referencia, con un NDIS calculado de 3, ya que aporta una cantidad significativa de nutrientes sin contener azúcares añadidos. Por lo tanto, los alimentos con un NDIS cercano al de la leche (NDIS > 2,5) se consideraron de alto valor nutricional. Los alimentos con un NDIS entre 1,5 y 2,5 se consideraron de densidad nutricional media, y los alimentos con un NDIS inferior a 1,5 se consideraron de baja densidad nutricional.

Estos alimentos poco nutritivos aportan la mayoría de los azúcares libres

Los investigadores también han comprobado que la mayoría de los azúcares añadidos que se consumen en España –el 65%– proceden de alimentos o productos con baja densidad nutricional, como azúcar blanco, mermeladas, salsas, golosinas, cacao en polvo, refrescos, helados, galletas, néctares de fruta, pastelería y bollería industrial, barras de chocolate, bizcochos y repostería casera, bebidas energéticas o para deportistas.

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Los dos alimentos que mayor cantidad de azúcares añadidos aportan a la dieta diaria de los niños españoles son las galletas y el cacao en polvo, que contienen más de 10,3 g/ración y 7,3g/ración de azúcares añadidos, respectivamente, que se consumen con mucha frecuencia (entre cuatro y seis veces a la semana) y no contribuyen significativamente al aporte de nutrientes esenciales por su baja densidad nutricional.

El otro 35% de los azúcares añadidos que consumen a diario los niños españoles procede, por el contrario, de alimentos o productos con mayor densidad nutricional. De densidad media, postres lácteos, bebidas vegetales y yogures azucarados o saborizados; y de densidad alta, batidos envasados con al menos un 90% de leche, cereales de desayuno y leches infantiles enriquecidas.

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La leche, que es el alimento más consumido por los menores españoles, tiene una elevada densidad nutricional, ya que aporta nutrientes clave para su desarrollo, como proteínas, calcio, fósforo, magnesio, potasio, zinc, vitamina A, riboflavina y niacina.

Los cereales de desayuno –cuyo consumo está muy extendido entre la población infantil española– han obtenido una valoración nutricional alta y aportan el 5,9% de los azúcares añadidos consumidos cada día (3,3 g / día).

Lo mismo ocurre con los batidos con al menos un 90% de leche, que también aportan estos nutrientes en cantidades similares, aunque hay que tener en cuenta que contienen azúcares añadidos –aportan el 6% de los azúcares añadidos consumidos cada día (3,4 g / día)–, por lo que podrían mantenerse en la dieta, pero siempre que el consumo global de azúcares añadidos se encuentre por debajo de las recomendaciones de la OMS.

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Otro de los datos preocupantes que ha puesto de manifiesto este trabajo es que no todos los padres tienen una percepción correcta sobre el perfil nutricional de los alimentos que toman sus hijos. Y resulta llamativo que productos que aportan gran cantidad de azúcares añadidos –más de 15 g por ración– y que tienen baja densidad nutricional (<1,5 en el índice NDIS), como ocurre con las bebidas energéticas o para deportistas, las barras de chocolate, los néctares de fruta, el cacao en polvo o los helados, sean percibidos por los progenitores como de calidad nutricional normal, equivalente a la que consideran que tienen otros alimentos con bajo aporte de azúcares añadidos y alta densidad nutricional, como las leches infantiles enriquecidas, las bebidas vegetales, los cereales de desayuno o los batidos con al menos un 90% de leche.

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Los bizcochos y la repostería casera también son valorados positivamente por los padres que equiparan su perfil nutricional al de las leches enriquecidas infantiles o las bebidas vegetales, cuando aportan 17 g de azúcar añadido por ración y tienen un bajo índice de densidad nutricional. O el de las galletas, consumidas ampliamente por la mayoría de los niños, que perciben como un buen alimento, a pesar de aportar más de 10 g de azúcar añadido por ración.

Consejos para que los niños tomen menos azúcares añadidos

Una de las principales conclusiones del estudio es que no se debe determinar el valor nutricional de un alimento únicamente en función del azúcar que contiene, sino considerando el resto de los nutrientes que puede aportar a la dieta, es decir, su densidad nutricional. “Se debe concienciar a la población para disminuir el consumo de todos los productos que contienen azúcares añadidos, prioritariamente de aquellos con baja calidad nutricional. En el contexto de una dieta saludable y nutricionalmente adecuada, se podría mantener un consumo ocasional (1-2 raciones/semana) de productos con calidad nutricional baja, siempre que el contenido de azúcares añadidos sea bajo o moderado”, ha señalado Jesús Francisco Rodríguez Huertas, catedrático de Fisiología de la UGR y director del estudio.

El investigador añade que “se debería fomentar una menor presencia en la dieta de productos que están aportando cantidades significativas de azúcares añadidos en favor de otros similares o equivalentes sin azúcares añadidos, por ejemplo el yogur natural en lugar del yogur azucarado o saborizado; la reformulación de los productos que aportan azúcares añadidos y que son altamente consumidos; y la mejora del etiquetado nutricional, que debe ofrecer más información del aporte real de azúcares añadidos y minimizar la confusión con los azúcares naturalmente presentes”.

Por otra parte, según los autores del estudio, la realidad sobre el valor nutricional de los alimentos no se corresponde con la percepción de los padres, ya que a lo hora de elegir un producto se centran sobre todo en su contenido de azúcar. Así, “son necesarias campañas de educación nutricional dirigidas tanto a padres como a niños para concienciarles de que la calidad de un alimento no debe evaluarse solo por el azúcar que contiene, sino que también deben considerarse otros nutrientes básicos que contribuyen a favorecer una dieta saludable y equilibrada”, explica Rodríguez Huertas.

Fuente: Universidad de Granada (UGR)

Actualizado: 25 de mayo de 2023

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