Los pediatras desaconsejan que los niños usen pantallas antes de los 6 años

La Asociación Española de Pediatría ha actualizado su Plan Digital Familiar con nuevas recomendaciones sobre el uso de pantallas por niños y adolescentes para reducir el impacto negativo en su salud y aconsejan cero horas de pantalla hasta los 6 años.
Niño pequeno mirando la pantalla del móvil mientra come

08/12/2024

La aparición de nuevas evidencias científicas sobre las consecuencias negativas que puede tener el uso excesivo de pantallas en la población infantil y juvenil ha hecho que padres, madres, educadores, y la sociedad en general, tomen conciencia de la necesidad de poner límites a la exposición a estos dispositivos durante la infancia y adolescencia.

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Hasta ahora, la recomendación general de los expertos era evitar su uso en los bebés y retrasar la exposición a las mismas hasta los 2 años. Teniendo en cuenta los riesgos asociados al abuso de pantallas en los menores, la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha actualizado sus recomendaciones, entre las que destaca un aumento del rango de edad por debajo del que se considera que no debe exponerse a los niños a pantallas, que pasa de los 2 a los 6 años. También han advertido que el uso excesivo de pantallas perjudica ámbitos como el sueño, el riesgo cardiovascular, el volumen cerebral o la alimentación, entre otros.

A través del grupo de trabajo de Salud Digital del Comité de Promoción de la Salud, la Asociación Española de Pediatría lanzó en 2023 el Plan Digital Familiar de la AEP, una guía de recomendaciones adaptada a las necesidades de cada familia y a la edad de los menores que la integran y cuyo objetivo es enseñar a utilizar las tecnologías para aprovechar todas sus ventajas y reducir los riesgos asociados a un uso inadecuado.

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Para completar el Plan se elaboró otro documento de sugerencias titulado ‘Impacto de los dispositivos digitales en la enseñanza’. Este grupo de trabajo ha asumido el compromiso de revisar anualmente el contenido según la evidencia científica acumulada en el último año y, tras realizar el correspondiente análisis, próximamente se van a publicar las nuevas recomendaciones en un artículo en Anales de Pediatría, el órgano de expresión científica de la AEP, y en la propia web del Plan Digital Familiar.

“En la actualidad ya nadie duda de que los medios digitales afectan a la salud a todos los niveles, y a cualquier edad”, explica la doctora María Salmerón, coordinadora del grupo de trabajo de Salud Digital de la AEP en una nota publicada por esta asociación. “En 2016, la Academia Americana de Pediatría alertó por primera vez del impacto del mundo digital sobre la salud, y en estos últimos años han ido aumentando progresivamente los ensayos clínicos que corroboran este vínculo”, añade la experta.

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Cómo afecta el uso de pantallas a niños y adolescentes

Los expertos de la AEP han advertido que el impacto del uso excesivo de pantallas en la infancia y adolescencia es multifactorial e influye sobre diferentes áreas relacionadas con la salud y el bienestar, que reducen la calidad de vida de niños y adolescentes, y han hecho un resumen explicando los principales problemas asociados a este abuso:

  • Sueño: pasar más tiempo en las redes sociales o jugando con videojuegos se asocia con acostarse más tarde y tener más dificultades para conciliar el sueño. Además, el uso de pantallas antes de irse a dormir provoca un aumento de la somnolencia diurna, una disminución de la somnolencia nocturna, una reducción de la secreción de melatonina, un retraso del reloj circadiano y una disminución y retraso del sueño REM. Todo ello contribuye a un estado de ánimo depresivo, alteraciones de la conducta, una disminución de la autoestima, y una alteración del desarrollo cerebral.
  • Alimentación y nutrición: algunos estudios asocian un mayor tiempo frente al televisor con una dieta menos saludable y un mayor consumo de alimentos hipercalóricos, lo que aumenta el riesgo de sobrepeso y obesidad.
  • Actividad física: se ha demostrado que los adolescentes con tendencia al sedentarismo pasan más tiempo usando pantallas, mientras que limitar su uso favorece la práctica de actividad física, que en niños y adolescentes está recomendado que realicen un mínimo de 60 minutos diarios de ejercicio con intensidad moderada o vigorosa.
  • Riesgo cardiovascular: la falta de ejercicio físico por dedicar demasiado tiempo a las pantallas aumenta el riesgo de desarrollar síndrome metabólico. Por el contrario, pasar menos tiempo frente a las pantallas se ha vinculado con una reducción de la presión arterial y un aumento del colesterol “bueno” (HDL).
  • Fatiga visual: el ojo seco, la picazón ocular, el lagrimeo, la sensación de tener un cuerpo extraño en el ojo o la visión borrosa son algunos de los síntomas que provoca el abuso de pantallas, así como el dolor cérvico-lumbar, la fatiga general y la cefalea. Además, en la infancia y adolescencia favorece especialmente la miopía progresiva y el estrabismo agudo.
  • Volumen cerebral: la evidencia científica apunta a una disminución del espesor de la corteza cerebral en varias regiones, debido al uso excesivo de pantallas.

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Impactos del uso de pantallas en el neurodesarrollo a diferentes edades

La nueva evidencia científica señala que existe una fuerte asociación entre el tiempo que los padres pasan frente a la pantalla y el de sus hijos, sobre todo durante las comidas y en el dormitorio. Estos estudios también han relacionado el tiempo del uso de pantallas de los progenitores con la frecuencia de rabietas en sus hijos para llamar su atención.

“El uso de dispositivos por parte de los padres en los tiempos de crianza dificulta la interpretación de las necesidades de los hijos, generando malestar en la infancia y adolescencia expresado como rabietas o alteración de la conducta”, añade la pediatra.

Los últimos estudios confirman distintos impactos en el neurodesarrollo a diferentes edades. Así, el uso de un teléfono para premiar o distraer a niños de 1 a 4 años provoca que los pequeños exijan los dispositivos para calmarse y se frustren si se les niega. El uso rutinario de dispositivos para distraer o calmar genera dificultad para el desarrollo de estrategias de autogestión; ocasiona dependencia de las pantallas para la regulación de las emociones y determinará dificultades de autorregulación en etapas posteriores, como reveló un estudio publicado este año en Frontiers in Child and Adolescent Psychiatry.

Los adolescentes que pasan demasiado tiempo frente a una pantalla tienen más probabilidades de presentar dificultades cognitivas graves

Por ese motivo, se desaconseja el uso de pantallas antes de los seis años, considerándose que no existe un tiempo seguro. “Como excepción, y bajo supervisión del adulto, se pueden usar las pantallas para el contacto social en tiempos cortos y con un objetivo concreto (Por ejemplo, que la persona que está al otro lado de la pantalla le cuente un cuento o le cante una canción)”, añade la Dra. Salmerón.

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En la adolescencia finaliza tanto la maduración del sistema límbico como la maduración de la corteza cerebral. Los medios digitales interfieren a esta edad de dos formas distintas: aumentando la activación de la región límbica, al estar expuestos a sistemas de gratificación inmediata, y disminuyendo la actividad frontal por efecto del desplazamiento de los estímulos adecuados para la edad.

Además, la multitarea relacionada con las pantallas se asocia con peores resultados cognitivos, una disminución de la capacidad de filtrar las distracciones y un aumento de la impulsividad y disminución de la memoria de trabajo. De este modo, los adolescentes que pasan demasiado tiempo frente a una pantalla tienen más probabilidades de presentar dificultades cognitivas graves. “Toda esta evidencia científica nos ha llevado a actualizar las recomendaciones por edad del uso de pantallas”, explica Salmerón.

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Estas recomendaciones de los pediatras respecto a las pantallas se detallan a continuación:

0 a 6 años:

  • Cero pantallas, no existe un tiempo seguro.
  • Como excepción y bajo supervisión del adulto se puede usar para el contacto social con un objetivo concreto. Por ejemplo, que la persona que está al otro lado de la pantalla le cuente un cuento o le cante una canción.

7 a 12 años:

  •  Menos de una hora (incluyendo el tiempo escolar y los deberes).
  • Limitar el uso de los dispositivos con acceso a Internet.
  • Priorizar los factores protectores: actividades deportivas, relaciones con iguales cara a cara, contacto con la naturaleza, sueño, alimentación saludable, etcétera.
  • Si se decide que utilicen un dispositivo es recomendable: que sea bajo la supervisión de un adulto, con dispositivos fijos y evitar el baño y dormitorio.
  • Pactar límites claros previamente tanto en tiempo, como en contenidos adaptados a la edad.

13 a 16 años:

  • Menos de dos horas (incluyendo el tiempo escolar y los deberes).
  • Si se permite el acceso a dispositivos –sin ser la única medida que se tome– instalar herramientas de control parental.
  • Priorizar el uso de teléfonos sin acceso a internet.
  • Retrasar la edad del primer móvil inteligente (con conexión a internet).

Como explica María Salmerón, “la función de la familia en la protección del impacto de las pantallas en sus hijos es importante. Sin embargo, sería una irresponsabilidad como medida de protección a la infancia que toda la responsabilidad recaiga sobre ellas. Hay dos razones fundamentales: el tiempo que los niños pasan en otros ámbitos como el sistema educativo y que hay familias que, por diversas circunstancias previas o sobrevenidas, carecen de la capacidad de llevar a cabo esta función”.

Por ello, la AEP solicita que las administraciones adopten medidas para luchar contra el uso excesivo de pantallas urgentemente, tanto los gobiernos, como el sistema educativo. Sería pertinente declararlo un problema de salud pública. De lo contrario, “los menores de colectivos vulnerables serán los que tengan mayor afectación en la salud y el desarrollo”, concluye la especialista en pediatría.

Fuente: Asociación Española de Pediatría (AEP)

Actualizado: 8 de diciembre de 2024

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