Recibir buenos cuidados y cariño en la infancia protege el corazón adulto

Comprueban que un entorno familiar estable en el que los niños reciban cariño y mantengan un adecuado vínculo afectivo con sus padres o cuidadores influye de forma positiva en la salud cardiovascular durante su vida adulta.
Familia feliz jugando en el salón de casa

29/01/2024

Experimentar situaciones adversas durante la infancia, como abusos físicos o psicológicos, negligencia o consumo de drogas y alcohol en el ámbito familiar, puede perjudicar la salud cardíaca a largo plazo, mientras que, por el contrario, los niños que reciben amor y buenos cuidados y establecen un vínculo afectivo sano con sus progenitores o cuidadores disfrutan de una mejor salud cardiovascular en el futuro, según ha revelado un estudio dirigido por la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York y el Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio.

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Los hallazgos se han publicado en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes de la Asociación Americana del Corazón (AHA) y, según han indicado sus autores, se trataría del primer estudio que encuentra un vínculo entre un entorno familiar cálido y afectivo y la salud cardiovascular en diferentes etapas de la vida adulta.

“Sabemos que la prevención de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares debe comenzar en la infancia”, ha declarado la Dra. Robin Ortiz, profesora asistente en los Departamentos de Pediatría y Salud de la Población de NYU Langone, miembro principal del cuerpo docente del Institute for Excellence in Health Equity y autora principal del estudio.

“Al mismo tiempo, nuestros hallazgos muestran que la adversidad en la primera infancia no equivale a destino. Si bien los entornos familiares adversos en la infancia se asociaron con menores probabilidades de salud cardiovascular en la edad adulta, nuestros hallazgos sugieren que el apoyo y, lo que es más importante, el cuidado estable y constante, puede tener una influencia más fuerte en la salud cardíaca posterior que la adversidad temprana”.

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El impacto sobre la salud de las experiencias infantiles negativas

Los resultados señalan que una relación positiva y cálida entre el cuidador y el niño aumentaría la probabilidad de disfrutar de una buena salud cardíaca durante la edad adulta, mientras que aquellos que hayan vivido más adversidades corren el riesgo de tener una peor salud cardiovascular en el futuro.

“Sabíamos que la salud en la primera infancia sienta las bases para un futuro más saludable, y hemos comprobado que la forma en que los niños interactúan con los adultos también puede tener un impacto”, ha indicado Robin Ortiz. Esta especialista recomienda que los adultos que tienen niños a su cuidado reciban apoyo para fomentar relaciones seguras, estables y afectuosas con los menores “como forma de crear hábitos saludables en la infancia que perduren hasta la edad adulta”. Y, en base a sus hallazgos, añade que los profesionales sanitarios “deberían tener en cuenta la salud y el bienestar del hogar al abordar la salud cardiovascular a cualquier edad”.

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El equipo de investigadores analizó una muestra de 2.074 participantes en el estudio CARDIA, un estudio a largo plazo sobre el riesgo de enfermedad cardiovascular que comienza en la edad adulta temprana y que ha seguido a más de 5.000 adultos blancos y negros durante más de 35 años para ayudar a los investigadores a comprender cómo los factores de la vida temprana aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular en el futuro.

“El apoyo y, lo que es más importante, el cuidado estable y constante, puede tener una influencia más fuerte en la salud cardíaca posterior que la adversidad temprana”

Los investigadores analizaron los datos de este grupo al inicio del estudio, momento en el que la cohorte tenía una edad promedio de 25 años, y los datos de seguimiento en intervalos de siete y 20 años. Utilizando escalas que miden la adversidad en la infancia, incluido el abuso infantil y la calidez del cuidador, encontraron que cada puntuación de unidad adicional de adversidad en el entorno familiar general y, específicamente, el abuso infantil, se asociaba con un 3,6% y un 12,8% menos probabilidades de tener una salud cardiovascular ideal (CVH, por sus siglas en inglés), respectivamente, mientras que cada puntuación de unidad adicional de calidez del cuidador se asoció con un 11,7% más probabilidades de salud cardiovascular.

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La exposición a la calidez del cuidador en la infancia se asoció con las mayores CVH (puntuaciones más altas) en los adultos. La Dra. Ortiz opina que, si bien tener un cuidador comprensivo es crucial para la salud en el transcurso de la vida, la estabilidad y consistencia de ese apoyo y calidez en la niñez es un predictor igualmente importante de CVH en el futuro.

Los hallazgos sugieren, además, que un entorno relacional impredecible o inestable podría estar asociado con una mala salud en el futuro, mientras que el apoyo estable o predecible en la infancia puede optimizar la fisiología y el comportamiento para dar como resultado una mayor CVH en el futuro. La esperanza, dice la Dra. Ortiz, es que este estudio ofrezca información sobre cómo el apoyo a relaciones de cuidado saludables, estables y de apoyo en la infancia puede ofrecer un mayor logro de CVH a nivel poblacional. “Necesitamos políticas y programas que apoyen tanto a los cuidadores como a los niños para lograr una mayor equidad en salud”, concluye Ortiz.

Actualizado: 29 de enero de 2024

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