El aire contaminado puede aumentar el riesgo de ictus a corto plazo

Encuentran un potente vínculo entre una exposición reciente a gases y partículas que contaminan el aire que respiramos (en los cinco días previos) y el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular y de morir por su causa.
Persona mostrando el nivel de contaminación del aire

28/09/2023

Cada año 15 millones de personas sufren un accidente cerebrovascular, de los que cinco millones fallecen y otros cinco millones padecen una discapacidad de por vida debido a sus secuelas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La hipertensión y el tabaquismo son dos de los principales factores de riesgo para sufrir un ictus, junto a enfermedades asociadas al envejecimiento, pero también hay factores ambientales que influyen en su aparición.

PUBLICIDAD

Respirar aire contaminado es uno de ellos, pero sus efectos nocivos a corto plazo se han estudiado menos. Ahora, una revisión de 110 estudios observacionales que incluyen 18.035.408 casos de ictus isquémico –que se produce cuando se bloquea una arteria del cerebro– ha revelado que existe una fuerte conexión entre una exposición reciente a la contaminación ambiental y la aparición de este accidente cerebrovascular, y que ciertas sustancias tóxicas presentes en el aire que respiramos también aumentan el riesgo de sufrir este problema de salud.

El metaanálisis ha sido realizado por investigadores de la Universidad de Jordania en Amman que han estudiado los datos de estos 110 trabajos en los que se habían analizado los casos de pacientes en Asia (58,8% de los estudios), Europa (24,6%) y América (16,7%), centrándose en los cinco días previos al accidente vascular. Sus hallazgos se han publicado en la revista Neurology.

“Partículas ambientales como el monóxido de carbono, el dióxido de azufre, o el ozono incrementan el riesgo de sufrir un ictus isquémico y de fallecer por el ictus, incluso en una exposición a corto plazo”

“Esta estrecha asociación temporal subraya la importancia de implementar iniciativas globales para desarrollar políticas destinadas a reducir la contaminación del aire. Al hacerlo, se aliviará la carga del accidente cerebrovascular isquémico y sus consecuencias”, han destacado los autores en el artículo.

PUBLICIDAD

Sustancias tóxicas presentes en el aire que respiramos

Los investigadores analizaron contaminantes como el dióxido de nitrógeno, el ozono, el monóxido de carbono y el dióxido de azufre, así como distintos tamaños de partículas, entre ellas PM1 –que es la contaminación atmosférica de menos de 1 micra (μm) de diámetro–, así como PM2,5 y PM10. Las PM2,5 o más pequeñas incluyen las partículas inhalables que proceden de las emisiones de los vehículos de motor, la quema de combustibles por actividades industriales, o los incendios forestales, mientras que las PM10 incluyen el polvo procedente de carreteras y obras en construcción.

“Se ha observado que las partículas más pequeñas, como las de 2,5 micras, se asocian a un mayor riesgo de ictus isquémico que las partículas más grandes, como las de 10 micrómetros”, explica en declaraciones a SINC el autor principal, Ahmad Toubasi, de la Universidad de Jordania.

PUBLICIDAD

Respecto a los riesgos asociados a cada compuesto químico para las enfermedades cerebrovasculares, el científico afirma que “algunos son más nocivos que otros”, pero que, en términos generales, el riesgo “oscila entre el 5% por el aumento de una parte por mil millones de ozono y el 28% por el incremento de una parte por mil millones de dióxido de nitrógeno”.

Y añade que los resultados de su análisis mostraron que en el riesgo de sufrir un ictus “las mayores concentraciones de dióxido de nitrógeno se asociaron a un aumento del 28%; los niveles de ozono se relacionaban con un incremento del 5%; el monóxido de carbono, con un 26%, y el dióxido de azufre, un 15%”.

Diferentes compuestos químicos y distintos niveles de contaminación del aire también se relacionaron con una incidencia más alta de mortalidad por ictus. Las concentraciones más elevadas de dióxido de nitrógeno incidieron un 33% más en el riesgo de muerte por ictus y el dióxido de azufre, en un 60% más. En lo referente al tamaño de las partículas nocivas presentes en el aire, las que se conectan con las cifras de muertes por ataques cerebrales son, según el análisis, las PM2,5 con un 9%, y las PM10, con un 2%.

PUBLICIDAD

Ahmad Toubasi ha explicado a SINC que “la mayoría de los estudios incluidos en nuestro análisis se realizaron en países de renta alta, mientras que los datos disponibles de países de renta baja y media eran limitados”, y que “no se incluyó ningún trabajo de África u Oriente Medio, a pesar de que estas regiones registran altos niveles de contaminación atmosférica y soportan una carga significativa de morbilidad y mortalidad por ictus”. Esto también pone de manifiesto la urgencia de adoptar medidas para reducir los niveles de contaminación del aire a los que se expone la población.

Francisco Moniche, Jefe de sección de la Unidad de Ictus en el Servicio de Neurología del Hospital Universitario Virgen del Rocio - Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS) ha reconocido en declaraciones a SMC España que “el análisis demuestra que diferentes partículas ambientales como el monóxido de carbono (CO), el dióxido de azufre (SO2), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono (O3), así como partículas de diferentes tamaños incrementan el riesgo de sufrir un ictus isquémico y la posibilidad de fallecer por el ictus, incluso en una exposición a corto plazo a esta contaminación (menos de 5 días)”.

PUBLICIDAD

Según indica este experto, aunque otros estudios ya habían establecido una relación entre la exposición de forma continuada a la contaminación ambiental y un aumento del riesgo de ictus (tanto isquémico como hemorrágico) y enfermedades cardiacas, “hasta el momento no había datos concluyentes acerca de una exposición a corto plazo y la relación con el riesgo de ictus”. Como limitación destaca “que se basa en estudios observacionales, por lo que podrían coexistir otras causas para estos hallazgos como es el nivel socioeconómico, acceso al sistema sanitario, dieta, ejercicio, etcétera”.

Por su parte, Elena López-Cancio, miembro del departamento de Neurología, Unidad de Ictus del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y profesora asociada Ciencias de la Salud Universidad Oviedo, también en declaraciones a SMC España, señala que “sin duda estos resultados son muy relevantes para conseguir establecer políticas que vayan encaminadas a disminuir la contaminación ambiental. En la última actualización de las guías de prevención del ictus de la Sociedad Española de Neurología (2021) se estableció un apartado específico sobre la polución ambiental, recomendando, a partir de la evidencia existente en el momento, aplicar políticas de salud pública que permitan disminuir la contaminación atmosférica por su potencial efecto en la prevención del ictus.

Actualizado: 28 de septiembre de 2023

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD