El sueño fragmentado a los 40 años puede predecir un deterioro cognitivo

Las personas que duermen mal a los 30 o 40 años porque tienen un sueño fragmentado pueden experimentar una pérdida en su función cognitiva al llegar a la mediana edad, que se asocia con un mayor riesgo de desarrollar alzhéimer.
Hombre de mediana edad intentando conciliar el sueño

05/01/2024

El alzhéimer afecta ya a más de 46 millones de personas en todo el mundo y se espera que el número de casos se haya triplicado en 2050 si no se encuentra una terapia capaz de prevenir o curar la enfermedad, según datos de la Fundación Pascual Maragall, y aunque, por lo general, se manifiesta a partir de los 65 años, el deterioro del cerebro se inicia muchos años antes de que aparezcan los primeros síntomas.

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Dormir mal es uno de los factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo de esta y otras demencias, y ahora un estudio ha examinado la asociación entre la duración y la calidad del sueño, medida cuando los participantes tenían entre 30 y 40 años, y la cognición en la mediana edad evaluada 11 años después. Los resultados se han publicado en la revista Neurology.

La investigación ha sido liderada por la Universidad de California San Francisco (UCSF) y ha mostrado que la calidad del sueño, no la cantidad, puede influir en el desarrollo de la demencia décadas antes de que comiencen los síntomas. Mientras que estudios previos se habían centrado en los trastornos del sueño y el deterioro cognitivo en la vejez, los 526 participantes de esta investigación tenían una edad promedio de 40 años al inicio de la misma.

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“Dado que los signos patológicos de la enfermedad de Alzheimer comienzan a acumularse en el cerebro muchos años antes de la aparición de los síntomas, es posible que los trastornos del sueño identificados en la vejez (cerca del momento en que la pérdida de memoria se hace evidente) sean en realidad la consecuencia de esta patología que se ha estado desarrollando silenciosamente durante años”, ha declarado Yue Leng, del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la UCSF y del Instituto Weill de Neurociencias y primera autora.

“Teniendo en cuenta el largo período sin síntomas de la enfermedad de Alzheimer y la alta prevalencia de problemas del sueño, la comprensión de los trastornos del sueño en la mediana edad tiene importantes implicaciones para la salud pública”, ha añadido esta experta.

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El sueño fragmentado afectó negativamente a la cognición

Los autores del trabajo utilizaron un monitor de actividad colocado en la muñeca de los participantes para registrar la “fragmentación del sueño” a la hora de acostarse, que tuvo en cuenta la cantidad de tiempo que estos permanecieron inmóviles y la cantidad de tiempo que estuvieron en movimiento. Estos científicos registraron los hábitos de sueño de los participantes y evaluaron su rendimiento cognitivo años después, y no encontraron ninguna asociación entre la cognición y la duración del sueño al analizar tanto los autoinformes, como los datos de los monitores de actividad de muñeca.

Por el contrario, descubrieron que aquellos con niveles más altos de sueño fragmentado tenían hasta tres veces más probabilidades de obtener una puntuación inferior al promedio en las pruebas cognitivas que aquellos con niveles más bajos de sueño fragmentado, cuando se ajustaban por factores como la educación, la depresión, el índice de masa corporal, la actividad física, la diabetes y la hipertensión.

“Esta investigación contribuye a un cuerpo de literatura que subraya la necesidad de evaluar los factores de riesgo modificables asociados con el envejecimiento cognitivo”

Los investigadores dividieron las puntuaciones de calidad del sueño en tres grupos: aquellos con niveles más altos, moderados y más bajos de fragmentación del sueño. Los participantes del grupo superior tenían entre 2,10 y 2,97 veces más probabilidades de obtener una puntuación inferior a la media en cuatro pruebas que medían la función ejecutiva, así como la memoria de trabajo, la velocidad de procesamiento y la cognición global, en comparación con los del grupo inferior. Sin embargo, una quinta prueba que cuantificaba la memoria verbal no mostró diferencias entre estos dos grupos.

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“Esto confirma estudios previos de adultos mayores que sugieren una fuerte asociación entre los trastornos del sueño y la función ejecutiva, que podría deberse a la influencia del sueño en el área de la corteza prefrontal, la sede de la función ejecutiva, más que en la memoria verbal”, dijo Leng.

“Esta investigación contribuye a un cuerpo de literatura que subraya la necesidad de evaluar los factores de riesgo modificables asociados con el envejecimiento cognitivo”, ha afirmado la Dra. Kristine Yaffe, de los departamentos de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento, Neurología y Epidemiología y Bioestadística de la UCSF y otra de las autoras principales.

“Se necesitan investigaciones futuras para estudiar el vínculo entre los trastornos del sueño y la cognición en diferentes etapas de la vida y para identificar si hay períodos críticos de la vida en los que el sueño está más fuertemente asociado con la cognición", añade Yaffe, miembro del primer equipo de expertos para determinar que el 30% del riesgo de demencia se puede prevenir. “Esto podría abrir nuevas oportunidades para la prevención del alzhéimer en la vejez”, concluye.

Actualizado: 5 de enero de 2024

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