La contaminación lumínica hace 'desaparecer' a las estrellas del cielo
20/01/2023
La contaminación lumínica está aumentando en todo el planeta –una media del 9,6% al año– hasta el punto de que el ‘resplandor del cielo’ o brillo acumulado en el cielo despejado que producen las fuentes de luz artificial nos impide ver las estrellas, y aquellos que deseen contemplarlas tendrán que hacer astroturismo, es decir, viajar a lugares donde todavía se puede disfrutar del cielo estrellado.
Si no se adoptan medidas y este ritmo se mantiene, una persona que haya nacido en un lugar donde ahora se ven 250 estrellas solo podrá ver 100 estrellas en el mismo lugar cuando cumpla 18 años. Esa es una de las conclusiones a las que ha llegado un estudio dirigido por Christopher Kyba, del Centro Alemán de Investigación de Geociencias GFZ y la Universidad Ruht de Bochum (Alemania), con colegas del GFZ y el NOIRLab de la Fundación nacional de Ciencias de Estados Unidos, que se acaba de publicar en la revista Science.
Este estudio se ha basado en el análisis de 51.351 observaciones a simple vista realizadas por personas de todo el mundo entre 2011 y 2022 y forma parte del proyecto de ciencia ciudadana Globe at Night, centrado en la contaminación lumínica. Mucho después de la puesta del sol el cielo sigue brillando en gran parte de la superficie terrestre debido a la contaminación lumínica, que tiene graves consecuencias para el medio ambiente y se debería investigar, opina Constance Walker, coautora del estudio y directora del proyecto Globe at Night de NOIRLab.
“El crecimiento de la contaminación lumínica está siendo mucho más rápido de lo que esperábamos y está siendo global. Lo más importante no es la pérdida de visión de estrellas, sino el impacto ambiental que esto conlleva”
Los efectos negativos de la contaminación lumínica impactan en los seres vivos, incluidas las personas, porque los ciclos diarios de luz y oscuridad determinan muchos comportamientos y procesos fisiológicos. “El resplandor del cielo afecta tanto a los animales diurnos como a los nocturnos y también destruye una parte importante de nuestro patrimonio cultural”, afirma Walker.
Las estrellas se vuelven invisibles en entornos urbanos
El proyecto Globe at Night, iniciado por NOIRLab de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos, comenzó en 2006 y personas de todo el mundo pueden participar en el mismo observando el cielo nocturno en su zona de residencia e informando en un cuestionario en línea sobre cuál de un conjunto de ocho mapas de estrellas coincide mejor con lo que ven. Cada gráfico muestra el cielo bajo diferentes niveles de contaminación lumínica. “Las contribuciones de personas individuales funcionan juntas como si fueran una red de sensores global, haciendo posible la nueva ciencia”, señala Christopher Kyba, que analizó datos de 51.351 participantes de todo el mundo que se registraron en noches sin nubes ni luna entre 2011 y 2022.
Los investigadores analizaron 19.262 localizaciones en todo el mundo, de las que 3.699 estaban en Europa y 9.488 en América del Norte. Para calcular una tasa de cambio en el brillo del cielo a partir de estos datos y tener en cuenta que los observadores también estaban en diferentes lugares a lo largo de los años, emplearon un modelo global para el brillo del cielo basado en datos satelitales de 2014. “La velocidad a la que las estrellas se vuelven invisibles para las personas en entornos urbanos es dramática”, afirma Kyba.
Los investigadores comprobaron que el cambio en el número de estrellas visibles puede explicarse por aumentos en el brillo del cielo nocturno. En Europa, encontraron un incremento anual de un 6,5% en el brillo y en América del Norte, un 10,4%. Kyba cree que la diferencia entre la observación humana y las mediciones satelitales probablemente se deba a cambios en las prácticas de iluminación: “Los satélites son más sensibles a la luz que se dirige hacia el cielo. Pero es la luz emitida horizontalmente la que representa la mayor parte del resplandor del cielo”, explica, y añade que “si los anuncios y la iluminación de la fachada se vuelven más frecuentes, más grandes o más brillantes, podrían tener un gran impacto en el brillo del cielo sin hacer una gran diferencia en las imágenes satelitales”.
Los autores del estudio también mencionan el cambio generalizado de las lámparas de vapor de sodio naranja a los LED blancos, que emiten mucha más luz azul. “Nuestros ojos son más sensibles a la luz azul por la noche y es más probable que la luz azul se disperse en la atmósfera, por lo que contribuye más al brillo del cielo”. “Los únicos satélites que pueden obtener imágenes de toda la Tierra por la noche no son sensibles en el rango de longitud de onda de la luz azul”.
Alejandro Sánchez de Miguel, investigador en el grupo de Astrofísica Instrumental y Galáctica de la Universidad Complutense de Madrid y líder del proyecto de ciencia ciudadana Cities at Night, ha declarado a SMC España: “El artículo me parece bastante robusto. En este caso se están utilizando los humanos como sensores. La fisiología humana no va a cambiar en mucho tiempo y, por tanto, cuando se trata de una cantidad muy grande de datos, [el ojo humano] es más fiable que las imágenes de satélite. Las conclusiones del artículo van en la misma línea de lo que nosotros publicamos hace unos meses sobre lo que pueden decir los satélites. Nos permite ver que la contaminación lumínica está creciendo en todo el mundo, pero no nos permite saber exactamente dónde”.
“Este estudio indica que el crecimiento de la contaminación lumínica está siendo mucho más rápido de lo que esperábamos y que está siendo global. Lo más importante no es la pérdida de visión de estrellas (eso es una cuestión secundaria): lo realmente preocupante es el impacto ambiental que esto conlleva”.
Actualizado: 25 de enero de 2023