La mala calidad del aire aumenta la virulencia del COVID-19
25/11/2020
La inversión térmica y la presencia de polvo del Sáhara en el aire pueden favorecer la aparición de elevadas concentraciones de partículas finas PM2,5 que agravarían las consecuencias del COVID-19, según indica un nuevo estudio realizado por un equipo de científicos de la Universidad de Ginebra (UNIGE) y Meteodat, spin-off de ETH Zürich, que han investigado las posibles interacciones entre los elevados niveles de estas partículas contaminantes y la virulencia de la infección por coronavirus.
Los epidemiólogos están bastante de acuerdo en que existe una correlación entre las concentraciones localmente elevadas de estas partículas finas y la intensidad de las epidemias de gripe, y los autores del nuevo trabajo han investigado si también hay un vínculo entre ellas y la gravedad del COVID-19, explica Mario Rohrer, investigador del Intituto de Ciencias Ambientales de la Facultad de Ciencias de la UNIGE y director de Meteodat.
La contaminación del aire influye en la propagación del SARS-CoV-2
Los hallazgos de algunos estudios sobre el COVID-19 llevados a cabo en Italia y Francia sugerían que el SARS-CoV-2 ya circulaba en Europa a finales de 2019, y a pesar de ello solo se registró un agudo incremento de la morbilidad y mortalidad en la primavera de 2020 en París y Londres. Según Rohrer “este desfase temporal es sorprendente, pero también sugiere que algo más que la simple interacción de las personas podía promover la transmisión del virus y, sobre todo, la gravedad de la infección”. Su equipo de investigadores ha conseguido mostrar que este incremento en los casos se produjo tras periodos en los que había mayores niveles de partículas finas en el aire.
Las elevadas concentraciones de partículas finas provocan la inflamación del tracto respiratorio, los pulmones y el sistema cardiovascular y coagulan la sangre
Los científicos hicieron un descubrimiento similar en el cantón suizo de Ticino, donde la polución por partículas finas aumenta drásticamente durante un periodo de niebla superficial en la planicie de Magadino y la zona de Sotto Ceneri, que se observó a finales de febrero de 2020. “Muy poco después se registró en Ticino un significativo incremento en los ingresos hospitalarios debidos al COVID-19. El hecho de que al mismo tiempo se celebrara un gran evento de carnaval al que asistieron 150.000 visitantes probablemente tuvo un impacto adicional sobre la propagación del virus”, afirma Rohrer.
La inflamación por partículas PM2,5 puede agravar la infección
Los autores del estudio mostraron que las elevadas concentraciones de partículas finas, especialmente las inferiores a 2,5 micrómetros, provocan la inflamación del tracto respiratorio, los pulmones y el sistema cardiovascular y coagulan la sangre. En combinación con una infección viral –dice el investigador– estos factores inflamatorios pueden conducir a un agravamiento de la enfermedad. La inflamación también promueve la adhesión del virus a las células”. Además, existe la posibilidad de que el coronavirus pueda ser transportado por las partículas finas, algo que –añade Rohrer– “ya ha sido demostrado en el caso de la gripe y un estudio italiano encontró ARN del coronavirus en las partículas finas”.
De hecho, estudios científicos previos ya habían asociado la exposición al aire contaminado con un mayor riesgo de desarrollar numerosas enfermedades, no solo respiratorias, sino también cardiovasculares o trastornos neurológicos, y una reciente investigación de la Universidad de Harvard ya relacionó la polución atmosférica con una mayor incidencia de COVID-19 grave.
La pandemia por coronavirus es multifactorial, admiten los investigadores, y los factores fisiológicos, sociales y económicos tienen una evidente influencia en su desarrollo, pero Rohrer concluye que los hallazgos del estudio, publicado en Earth Systems and Environment ofrecen la posibilidad de adoptar medidas preventivas para que en el caso de que se produzcan futuros incrementos en las concentraciones de particulas finas se reduzca la morbilidad y mortalidad de un nuevo brote de COVID-19.
Actualizado: 5 de mayo de 2023