Pasar miedo en un pasaje del terror puede fortalecer tu sistema inmunitario

Visitar una atracción diseñada como un pasaje del terror o una casa encantada con actores disfrazados es una experiencia conocida como miedo recreativo que puede beneficiar al sistema inmune, ya que un estudio ha encontrado que reduce los marcadores inflamatorios.
Una sala de un pasaje del terror con actores

21/11/2024

Hacer un recorrido por una de las casas encantadas o pasajes del terror que se encuentran en numerosos parques de atracciones durante todo el año, o aquellas que están abiertas durante festividades como Halloween, por ejemplo, es una de las actividades preferidas por los amantes de pasar miedo, pero que no desean exponerse a riesgos reales.

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Aunque para otros el hecho de pasar miedo ya constituya un riesgo, deben saber que podría ser beneficioso para la salud, ya que un nuevo estudio ha hecho un sorprendente descubrimiento al mostrar que las personas experimentan una significativa disminución de marcadores inflamatorios y glóbulos blancos tras visitar una casa embrujada y que esto podría fortalecer sus defensas. Los resultados se han publicado en la revista Brain, Behavior, and Immunity.

El miedo suele considerarse una emoción negativa porque se trata de un mecanismo de alerta sobre peligros reales o potenciales, pero a muchos humanos les gustan las experiencias que lo provocan, como ver películas de terror, leer novelas de misterio o visitar estas casas embrujadas específicamente diseñadas para asustar. Este fenómeno se conoce como “miedo recreativo” y se define como una mezcla de temor y disfrute.

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Un punto óptimo para disfrutar pasando miedo

Mathias Clasen, coautor del estudio y experto de la Universidad de Aarhus, dirige el Recreational Fear Lab, un laboratorio dedicado a estudiar el miedo recreativo, junto con el científico cognitivo Marc Andersen. Clasen ha explorado, por ejemplo, los rasgos de personalidad predominantes entre los fanáticos del terror, que tienden a puntuar alto en apertura a nuevas experiencias.

En 2019 también analizó cómo las personas regulan el miedo en una casa embrujada en Dinamarca, identificando dos estrategias principales: “adictos a la adrenalina”, que abrazan el miedo, y “contenidos”, que intentan reprimirlo. En 2020, el laboratorio analizó datos recogidos en la casa embrujada Dystopia en Vejle, Dinamarca, una atracción comercial con 42 salas temáticas, efectos audiovisuales, y actores maquillados y disfrazados para crear un ambiente inmersivo.

Los participantes con inflamación previa mostraron una notable disminución en los niveles de proteína C reactiva tras visitar una atracción comercial inmersiva específicamente diseñada para asustar

Los investigadores monitorearon la frecuencia cardíaca de los participantes y sus expresiones faciales mediante cámaras infrarrojas, además de realizar cuestionarios antes y después de la experiencia. Los resultados confirmaron que existe un punto óptimo de miedo –ni demasiado, ni muy poco– que maximiza el disfrute. Este equilibrio se encuentra entre la previsibilidad y la imprevisibilidad, en un entorno donde se percibe cierto control, pero también un grado de incertidumbre.

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Un factor potenciador del sistema inmunitario

El estudio más reciente lo realizaron entre septiembre y noviembre de 2023, y en él llevaron su análisis un paso más allá. Reclutaron a 113 voluntarios, a los que tomaron muestras de sangre antes, inmediatamente después y tres días después de visitar la casa embrujada, con la intención de medir los niveles de proteína C reactiva (CRP), un indicador clave de la respuesta inmunitaria, así como la evolución de células inmunitarias en la sangre.

Los resultados mostraron que no hubo cambios significativos en la inflamación de bajo grado en los participantes. Sin embargo, aquellos con inflamación previa mostraron una notable disminución en los niveles de CRP tras la experiencia. Además, disminuyó el número de glóbulos blancos (leucocitos), lo que sugiere que la inflamación podría reducirse en un entorno de miedo recreativo.

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A pesar de los hallazgos, los autores reconocen varias limitaciones porque no se controlaron factores como el ejercicio, el consumo de alcohol, el tabaquismo, la dieta, el estrés o problemas psiquiátricos como la depresión y la ansiedad, que también podrían influir en los resultados.

Tampoco se incluyó un grupo de control, por lo que existen dudas sobre si las respuestas inflamatorias se debieron únicamente al miedo o a fluctuaciones naturales. Por todo ello, a pesar de que los resultados son prometedores, los investigadores concluyeron que se necesitan estudios adicionales para explorar el papel del sistema adrenérgico y confirmar la duración de estos efectos positivos.

Actualizado: 21 de noviembre de 2024

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