Una simple inyección devuelve el olfato a personas con COVID prolongado
21/11/2023
Un grupo de pacientes con COVID persistente ha logrado recuperar el olfato gracias a un procedimiento “mínimamente invasivo” guiado por imagen que dura tan solo 10 minutos. El estudio que ha mostrado la eficacia de esta nueva técnica se presentará en la próxima reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA).
La anosmia o pérdida del sentido del olfato es uno de los síntomas típicos de la infección por coronavirus SARS-CoV-2, mientras que la parosmia se caracteriza por alteraciones del olfato que hacen que el individuo perciba los olores de forma diferente y esto puede afectar también al gusto. Ambos trastornos siguen afectando a muchos pacientes con COVID persistente, meses o incluso años después de haber superado la infección inicial.
“La parosmia post-COVID es común y cada vez más reconocida”, ha afirmado el autor principal del estudio, el Dr. Adam C. Zoga, profesor de radiología musculoesquelética en Jefferson Health en Filadelfia, Pensilvania. “Los pacientes pueden desarrollar disgusto por los alimentos y bebidas que antes disfrutaban”. La distorsión en el sentido del olfato puede afectar además a la percepción del olfato y algunos pacientes pueden sufrir fantosmia, que es una alucinación olfativa que hace que las personas detecten olores (agradables o desagradables) que no existen.
En qué consiste el procedimiento para recuperar el olfato
Los investigadores llevaron a cabo un estudio para evaluar un posible tratamiento para los pacientes con parosmia post-COVID a largo plazo, y para ello analizaron los posibles beneficios que tendría bloquear los ganglios estrellados, que forman parte del sistema nervioso autónomo que regula procesos involuntarios como la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, la respiración y la digestión, y son nervios situados a ambos lados del cuello que envían señales a la cabeza, cuello, brazos y una parte del tórax.
“Nos hemos sorprendido con algunos resultados, incluida una resolución cercana al 100% de la fantosmia en algunos pacientes, durante todo el ensayo”
Realizaron un bloqueo del ganglio estrellado, que incluye la inyección de anestésico directamente en el ganglio estrellado de un lado del cuello para estimular el sistema nervioso autónomo regional. Este procedimiento mínimamente invasivo dura menos de 10 minutos y no es necesaria sedación ni analgesia intravenosa. El bloqueo del ganglio estrellado se ha empleado con diferente éxito para tratar diversas afecciones, incluido la cefalea en racimos, el dolor del miembro fantasma, los síndromes de Raynaud y Meniere, la angina y la arritmia cardíaca.
“La parosmia se ha descrito anteriormente como un trastorno poco frecuente que se produce tras traumatismos cerebrales, cirugía cerebral, ictus, síndromes víricos y con algunos tumores de cabeza y cuello”, ha explicado Zoga. “No estábamos totalmente seguros de que el procedimiento funcionara para la parosmia”.
Para comprobarlo, 54 pacientes fueron remitidos por un otorrinolaringólogo después de experimentar durante un mínimo de seis meses parosmia post-COVID resistente a los tratamientos farmacéuticos y tópicos. Utilizaron guía por tomografía computarizada (TC) para colocar una aguja espinal en la base del cuello para su inyección en el ganglio estrellado. Añadieron una pequeña dosis de corticosteroide al anestésico en la preparación farmacológica, al sospechar que el coronavirus podría estar causando inflamación de los nervios.
“El paciente inicial tuvo un resultado tremendamente positivo, casi de inmediato, con una mejora continua hasta el punto de resolución de los síntomas a las cuatro semanas”, ha asegurado el Dr. Zoga. “Nos hemos sorprendido con algunos resultados, incluida una resolución cercana al 100% de la fantosmia en algunos pacientes, durante todo el ensayo”.
Se realizó un seguimiento a 37 pacientes (65%), y 22 (59%) de los 37 refirieron una mejoría de los síntomas una semana después de la inyección. De estos 22, 18 (82%) informaron de una mejora progresiva significativa al cabo de un mes tras el procedimiento. A los tres meses, se produjo una mejora media del 49% en los síntomas (rango del 10% al 100%) entre los 22 pacientes.
Tras un intervalo de al menos seis semanas 26 pacientes regresaron para recibir una segunda inyección en el otro lado (contralateral) del cuello. Aunque esta segunda inyección no fue eficaz en los pacientes que no respondieron a la primera inyección, el 86% de los pacientes que informaron alguna mejoría después de la primera inyección también refirieron una mejora adicional tras la inyección contralateral. No se observaron complicaciones ni eventos adversos. “Otros tratamientos han fracasado hasta la fecha”, “Esta inyección está funcionando”, concluye Zoga.
Actualizado: 21 de noviembre de 2023