El abuso de ultraprocesados aumenta el riesgo de depresión en mujeres

Los expertos advierten reiteradamente que debemos evitar los alimentos ultraprocesados o consumirlos solo de forma ocasional porque tienen un elevado contenido en sal, azúcares, grasas saturadas y aditivos. Además de la conocida como comida ‘basura’, también incluyen alimentos producidos en masa y muy refinados que en algunos casos se podrían considerar relativamente “neutrales” o hasta “saludables", como refrescos dietéticos, algunos zumos de frutas y yogures aromatizados, margarina, o platos de huevos revueltos, puré de patatas o pasta listos para calentar y comer, entre otros.

Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Harvard incide en sus efectos perjudiciales para la salud porque ha encontrado que las mujeres que ingerían nueve porciones de alimentos ultraprocesados ​​al día tenían más probabilidades de desarrollar depresión en comparación con las que no consumían más de cuatro porciones. Los hallazgos se han publicado en JAMA Open Network.

Los investigadores analizaron los hábitos alimentarios y el estado de salud mental de 31.710 mujeres de entre 42 y 62 años que habían participado en el Nurses' Health Study II –un estudio observacional de larga duración– y comprobaron que aquellas que consumían la mayor cantidad de alimentos ultraprocesados ​​(nueve porciones diarias) tenían un 50% más probabilidades de desarrollar depresión que las que comían menos, no más de cuatro porciones por día.

Los alimentos y bebidas endulzados artificialmente y los edulcorantes artificiales, en particular, estaban asociados con el riesgo de depresión

Las mujeres contestaron a cuestionarios de frecuencia alimentaria cada cuatro años entre 2003 y 2017 y los investigadores utilizaron el sistema NOVA, que agrupa los alimentos según su grado de procesamiento, para calcular la cantidad de alimentos ultraprocesados ​​que ingerían. Según dicho sistema, los alimentos ultraprocesados son aquellos listos para el consumo elaborados en su mayor parte o en su totalidad a partir de alimentos y aditivos alimentarios que tienen poco o ningún alimento entero intacto.

Los alimentos ultraprocesados se dividieron en categorías como grasas y salsas, carnes procesadas o bebidas, y se consideró que tenían depresión aquellas a las que se les había diagnosticado depresión o estaban tomando antidepresivos para controlar sus síntomas. Los autores del trabajo analizaron los datos para detectar cambios en el consumo de alimentos ultraprocesados ​​y si posteriormente a estas mujeres se les diagnosticó depresión. Identificaron 4.840 casos de depresión, una cifra que se redujo a 2.122 cuando utilizaron una definición más estricta de la enfermedad que exigía que las mujeres hubieran sido diagnosticadas con depresión y se les recetara un antidepresivo.

Los resultados mostraron que las mujeres que consumían más alimentos ultraprocesados ​​tenían un mayor riesgo de desarrollar depresión en comparación con aquellas con menor consumo. Un dato relevante fue que los alimentos y bebidas endulzados artificialmente y los edulcorantes artificiales, en particular, estaban asociados con el riesgo de depresión. Y también se observó que reducir la ingesta de alimentos ultraprocesados ​​estaba relacionado con un menor riesgo de depresión.

¿Qué fue primero: la depresión o una dieta inadecuada?

Melissa Lane, investigadora postdoctoral en el Centro de Alimentación y Estado de Ánimo de la Universidad Deakin en Victoria, Australia, que no ha intervenido en este estudio, ha declarado a NBC News que la nueva investigación “respalda otros estudios observacionales en todo el mundo que han encontrado que una mayor ingesta de alimentos ultraprocesados​​se asocia con un mayor riesgo de desarrollar depresión”.

De hecho, un estudio realizado previamente por investigadores de la Universidad Deakin que se publicó en Journal of Affective Disorders estableció un vínculo entre un elevado consumo de alimentos ultraprocesados y un mayor riesgo de depresión; en concreto, que “el riesgo de depresión aumenta notablemente entre las personas cuya dieta diaria comprende más del 30% de alimentos ultraprocesados”.

A una conclusión similar llegaron expertos de la Universidad de Navarra, al concluir que los consumidores habituales de ultraprocesados como bollería industrial, refrescos azucarados o comida preparada presentan un 33% más de riesgo de sufrir una depresión clínica en el futuro.

La nueva investigación se diferencia de otras en las que se ha comparado el consumo de alimentos ultraprocesados ​​con la salud mental en que sus autores comenzaron el estudio antes de que los participantes hubieran informado sobre cualquier síntoma de depresión y luego los siguieron a lo largo del tiempo. Esto les permitió establecer una conexión más fuerte entre el tipo de alimentación de una persona y su riesgo de desarrollar depresión.

Sin embargo, una limitación del estudio fue que incluyó a muy pocas mujeres no blancas y a ningún hombre, por lo que sus resultados no se pueden extrapolar a toda la población. Según ha señalado Lane, todavía no está claro por qué existe un vínculo entre los alimentos ultraprocesados ​​y la depresión.

Otro factor clave que es difícil determinar es qué fue primero: la dieta o la depresión. “No tenemos mucha energía cuando nos sentimos deprimidos”, ha señalado Susan Albers, psicóloga clínica de la Clínica Cleveland que no participó en el nuevo estudio, “por lo que es fácil recurrir a esos alimentos cuando estamos bajos de energía y sin motivación para cocinar o ir de compras; simplemente abra un paquete y estarán listos para comenzar”.