Hasta 21.000 personas mueren de hambre cada día en países en guerra

El hambre ha alcanzado niveles sin precedentes y afecta a 281 millones de personas, de las cuales 278 millones residen en países en conflicto, según un informe de Oxfam. El uso de alimentos como arma de guerra y la destrucción de infraestructuras esenciales agravan esta crisis humanitaria.
Niño hambriento durante una guerra

16/10/2024

En el marco del Día Mundial de la Alimentación que tiene lugar hoy 16 de octubre, un nuevo informe de Oxfam revela que el hambre ha alcanzado un nivel récord a nivel planetario, lo que pone en evidencia las deficiencias en los esfuerzos globales por construir la paz y recuperarse de los conflictos. En concreto, los datos muestran que entre 7.784 y 21.406 personas murieron cada día en 2023 a causa del hambre en países afectados por conflictos.

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Para elaborar este informe –titulado ‘Guerras Alimentarias’– se han examinado 54 países en conflicto y se ha descubierto que en ellos residen casi la totalidad (278 millones) de los 281,6 millones de personas que actualmente se enfrentan al hambre aguda. Los conflictos fueron identificados como la principal causa en la mayoría de estos países, aunque otros factores como el cambio climático y los choques económicos también influyeron. Los conflictos armados son, además, una de las principales causas del desplazamiento forzado, que ha alcanzado un nivel histórico de más de 117 millones de personas en todo el mundo, de los cuales el 77% residía en países afectados por crisis alimentarias

El documento sostiene que el conflicto no solo es un factor clave en la crisis del hambre, sino que las partes beligerantes están utilizando los alimentos como arma de guerra al atacar deliberadamente infraestructuras de alimentos, agua y energía, así como bloqueando la ayuda alimentaria.

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“En medio de los conflictos globales, el hambre se ha convertido en un arma letal usada por los combatientes, en violación del derecho internacional, lo que provoca un aumento alarmante de muertes y sufrimiento. Que los civiles sigan siendo sometidos a esta muerte lenta en el siglo XXI es un fracaso colectivo”, ha señalado en un comunicado Emily Farr, líder de Seguridad Alimentaria y Económica de Oxfam.

Los cinco países más gravemente afectados fueron la República Democrática del Congo, Nigeria, Sudán, Etiopía y Yemen, todos los cuales experimentaron conflictos activos.

“Las crisis alimentarias actuales son en gran parte creadas por el ser humano. Casi medio millón de personas en Gaza, donde el 83% de la ayuda alimentaria no está llegando, y más de tres cuartos de millón en Sudán, están actualmente sufriendo hambre. El devastador impacto de las guerras en la alimentación se sentirá por generaciones”, añade Farr.

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Guerras, desastres naturales y desigualdad económica conducen al hambre

El informe también revela que la mayoría de los países estudiados (34 de 54) son ricos en recursos naturales y dependen en gran medida de la exportación de materias primas, al tiempo que subraya que los países que dependen en gran medida de productos básicos de exportación, como el café, el cacao y el petróleo, están en mayor riesgo de verse atrapados en ciclos de conflicto. Por ejemplo, el 95% de los ingresos por exportación de Sudán provienen del oro y el ganado, el 87% de los ingresos de Sudán del Sur provienen del petróleo, y casi el 70% de los ingresos de Burundi provienen del café. En América Central, las operaciones mineras han generado conflictos violentos, desplazando a las personas de sus hogares debido a la degradación y contaminación ambiental.

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Oxfam critica que los esfuerzos actuales para la construcción de paz y la reconstrucción posterior al conflicto se centran demasiado en fomentar la inversión extranjera y las economías orientadas a la exportación. Sin embargo, este enfoque en la liberalización económica puede agravar la desigualdad, el sufrimiento y el riesgo de que los conflictos se reactiven.

“No es casualidad que la combinación letal de guerra, desplazamiento y hambre ocurra con frecuencia en países ricos en recursos naturales. La explotación de estos recursos suele generar más violencia, desigualdad, inestabilidad y conflictos renovados. Además, las grandes inversiones privadas, tanto extranjeras como nacionales, a menudo empeoran la inestabilidad política y económica al apoderarse de tierras y recursos hídricos, desplazando a las personas de sus hogares”, explica Farr.

“La combinación letal de guerra, desplazamiento y hambre ocurre con frecuencia en países ricos en recursos naturales, cuya explotación suele generar más violencia, desigualdad, inestabilidad y conflictos renovados”

El conflicto a menudo se agrava con otros factores, como los desastres climáticos, la inestabilidad económica y las desigualdades, devastando los medios de vida de las personas. Así, los eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones, junto con los choques económicos también jugaron un papel importante en la crisis alimentaria global. Naciones como Somalia y Afganistán, que ya estaban lidiando con sequías prolongadas y pobreza extrema, se vieron aún más afectadas por la inflación de los precios de los alimentos y la falta de insumos agrícolas. A esto se sumó la guerra entre Rusia y Ucrania, que interrumpió las cadenas de suministro de alimentos y fertilizantes, afectando gravemente a los países dependientes de estas exportaciones, intensificado las crisis de hambre en África Oriental y Meridional.

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El documento también examina el impacto de la globalización en los sistemas alimentarios, argumentando que, si bien el comercio global puede ofrecer oportunidades de crecimiento económico, también puede aumentar las desigualdades y crear condiciones para que los conflictos se intensifiquen. En regiones como África Occidental y el Cuerno de África, el auge de la producción agrícola destinada a la exportación ha desplazado a comunidades locales, exacerbando la pobreza y fomentando la violencia. Además, la producción de cultivos comerciales como el cacao y la soja ha contribuido a la deforestación ilegal, lo que provoca conflictos entre agricultores y grandes empresas.

Frente a esta realidad, Oxfam aboga por un enfoque más holístico, que integre las políticas de seguridad alimentaria con iniciativas de construcción de paz y desarrollo sostenible. El informe sugiere que la adopción del marco de “Triple Nexus”, que combina la asistencia humanitaria, el desarrollo a largo plazo y la consolidación de la paz, podría ser clave para abordar las raíces de estos problemas. Sin embargo, advierte que este enfoque debe ser sensible a los contextos locales y estar basado en la participación de las comunidades afectadas, incluidos los jóvenes y las mujeres.

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Más lejos de alcanzar el objetivo de ‘hambre cero’

El compromiso de la comunidad internacional de alcanzar el ‘hambre cero’ para 2030 parece cada vez más inalcanzable. Oxfam insta a que los estados y las instituciones globales, incluido el Consejo de Seguridad de la ONU, responsabilicen a aquellos que cometen “crímenes de hambre” conforme al derecho internacional.

“Para romper el ciclo vicioso de la inseguridad alimentaria y el conflicto, los líderes mundiales deben abordar de raíz las causas del conflicto: los legados coloniales, las injusticias, las violaciones de los derechos humanos y las desigualdades, en lugar de ofrecer soluciones rápidas y superficiales”, concluye Farr.

La organización también llama a reforzar las políticas que protejan el derecho a la alimentación y que garanticen que la asistencia humanitaria llegue a quienes más lo necesitan sin ser obstruida por las partes en conflicto. Las recomendaciones de Oxfam también incluyen la promoción de mercados más equitativos, la inversión en sistemas alimentarios resilientes y la implementación de estrategias de desarrollo que eviten perpetuar las desigualdades que alimentan los conflictos.

“No podemos poner fin a los conflictos simplemente inyectando inversiones extranjeras en países devastados, sin erradicar las profundas desigualdades, los agravios generacionales y las violaciones de los derechos humanos que alimentan estos conflictos. Los esfuerzos de paz deben ir acompañados de inversión en protección social y construcción de cohesión social. Las soluciones económicas deben priorizar el comercio justo y sistemas alimentarios sostenibles”.

Fuente: OXFAM International

Actualizado: 16 de octubre de 2024

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