La mitad de sardinas y anchoas del Mediterráneo tienen microplásticos
26/06/2020
La contaminación por microplásticos –fibras de plástico de menos de 5 mm– en los mares preocupa cada día más, pues su producción se ha ido aumentando desde 1950 y llegando incluso a las 300 millones de toneladas en 2017. Estos han sido los datos que se han dado a conocer tras la publicación de un estudio que indica que el 58% de las sardinas y el 60% de las anchoas del Mediterráneo occidental tienen microplásticos en sus intestinos.
La investigación internacional, en la que han participado el Instituto Español de Oceanografía (IEO) del Institut de Ciènces del Mar (ICM-CSIC) y del Institut Français de Recherche pour l’Exploutation de la Mer (IFREMER), ha alertado de la gran cantidad de microplásticos que ingieren los peces de esta zona.
Aunque todavía no hay suficiente evidencia científica sobre los efectos para los humanos del consumo de microplásticos, se cree que podrían actuar como disruptores endocrinos
Los resultados, que se han publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, han descubierto que las sardinas que tienen una peor condición corporal tienen más probabilidades de comer microplásticos de su hábitat, mientras que en el caso de la anchoa el riesgo aumenta cuando tienen un índice gonadosomático –el peso de la gónada respecto al peso total del pez– más alto y de menor tamaño. Por tanto, una peor condición corporal implica en ambas especies una mayor incidencia a la hora de ingerir este material.
El Golfo de Alicante y el de León los más contaminados
También se analizaron los factores que influyen en la prevalencia de parásitos como larvas, nematodos y trematodos en el intestino de estos peces, pues observaron que los que más microplásticos habían ingerido tenían más niveles de parásitos en su interior. En cuanto a las zonas geográficas con aguas más contaminadas, el estudio señaló el Golfo de Alicante, en el caso de las sardinas, y el Golfo de León (Delta del Ebro) en el caso de las anchoas.
La presencia de estos microplásticos en dos de los peces más consumidos –el 39% de todas las capturas de la zona del Mediterráneo– podría llegar a afectar a la salud de las personas que los consumen, e incluso también si se consumen otro tipo de pescado depredador de los dos anteriores, como el atún, las aves marinas o los cetáceos, pues podrían funcionar como disruptores endocrinos.
Aunque, según explican desde Greenpeace, todavía no se conocen las consecuencias toxicológicas de la transferencia de microplásticos de los organismos marinos a los humanos, pues los estudios científicos se encuentran en fase inicial, advierten que hasta que sepamos con certeza su impacto en nuestra salud sería sensato aplicar el principio de precaución. Para ello, lo primero que hay que reducir es el consumo de plástico y luego evitar su llegada al mar mediante el reciclado.
Actualizado: 5 de mayo de 2023