La pandemia de COVID-19 pone en riesgo la seguridad alimentaria global
31/07/2020
Atrás queda la falta de algunos alimentos en los estantes de los supermercados durante el confinamiento por la epidemia de COVID-19. Sin embargo, un grupo de investigadores del International Food Policy Research Institute (IFPRI) ha alertado de que esta crisis económica y sanitaria provocada por el nuevo coronavirus podría perturbar la seguridad alimentaria mundial.
La investigación en la que plasman sus inquietudes, que se ha publicado en la revista Science, expone que cuanto más dure la crisis generada por el coronavirus más se complicará la situación alimentaria. Aunque todavía no se está produciendo un desabastecimiento de alimentos, expone Rob Vos, uno de los autores del estudio, se está percibiendo un aumento de la inseguridad alimentaria.
Muchas personas han perdido su trabajo por la pandemia de COVID-19, lo que les ha obligado a modificar sus dietas con alimentos más asequibles, pero menos nutritivos
Esta incertidumbre es visible en las colas de personas sin recursos que acuden a bancos de alimentos y comedores sociales en los países desarrollados, muchas más que las que lo hacían hace unos meses. Las familias han sido azotadas por la crisis económica y sanitaria, que en muchos casos ha acabado con el trabajo de todos sus miembros, haciendo que tengan que modificar sus dietas con productos básicos más asequibles, pero menos nutritivos.
90 millones de personas en el mundo en situación de pobreza extrema
Según han expuesto los investigadores hay cuatro pilares que se están tambaleando ante la epidemia de COVID-19, que son: el acceso a alimentos, su disponibilidad, su uso y su estabilidad. Tal y como advierten, más de 90 millones de personas podrían llegar a una situación de pobreza extrema, no teniendo los suficientes recursos como para comprar los alimentos necesarios para evitar la desnutrición y el hambre.
También están preocupados porque están comprobando que los precios de frutas, verduras y carnes se han visto incrementados, haciendo que las personas con menos recursos las sustituyan por el maíz, el trigo o la soja, que tienen calorías, pero menos nutrientes. Esto, según Rob Vos, podría aumentar el riesgo de problemas para la salud, así como de contraer COVID-19.
Por otro lado, la disponibilidad de alimentos está en riesgo, ya que al parecer se ha reducido la producción en grandes países dedicados a ello, como Estados Unidos, Sudamérica o Rusia, y en muchos casos se han tenido que tirar cosechas enteras por falta de distribución, aumentando las cifras del desperdicio alimentario. Además, existen zonas donde hay mayor densidad laboral, en las que no se cumplen las medidas establecidas de al menos 1,5 metros de distancia interpersonal.
El precio del arroz, un producto básico, ha subido un 20% durante los primeros cuatro meses del año
Es precisamente en estos lugares de industria agroalimentaria donde se están concentrando una gran cantidad de infecciones, según refiere el artículo unos 30.000 trabajadores de plantas procesadoras de alimentos han contraído coronavirus solo en Estados Unidos y Europa. Además, las restricciones de movilidad y el cierre de fronteras han generado problemas de acceso a ciertos alimentos y ha alterado los precios, por ejemplo del arroz, que ha subido un 20% durante los cuatro primeros meses del año.
Para poder solucionar estos problemas, los investigadores del IFPRI creen que la solución está en asegurar la producción y distribución de alimentos, siempre garantizando que se cumplen los requisitos de seguridad para los trabajadores. “Será importante que los países de altos ingresos y las organizaciones internacionales contribuyan tanto como puedan para apoyar a los países pobres con necesidades financieras”, afirman.
Actualizado: 5 de mayo de 2023