Los genes determinan más la esperanza de vida que comer menos calorías
11/10/2024
Durante casi un siglo, estudios en laboratorio han mostrado resultados consistentes que indican que comer menos o con menos frecuencia prolonga la vida de los animales. Sin embargo, los científicos han tenido dificultades para entender por qué estas dietas restrictivas prolongan la vida y cómo aplicarlas de la mejor manera en humanos.
Ahora, investigadores del Laboratorio Jackson (JAX) y colaboradores han llevado a cabo un estudio clave sobre el envejecimiento y la longevidad para descubrir nuevos detalles sobre cómo las dietas podrían ayudar a vivir más tiempo, pero también sus efectos secundarios negativos. Los hallazgos se han publicado en la revista Nature.
El equipo de científicos hizo un seguimiento a la salud de casi mil ratones alimentados con diferentes dietas para profundizar en estas cuestiones. El estudio fue diseñado de manera que cada ratón fuera genéticamente único, lo que permitió al equipo representar mejor la diversidad genética de la población humana. Esto hace que los resultados sean más relevantes a nivel clínico, elevando la investigación a una de las más importantes en el campo del envejecimiento y la longevidad hasta la fecha.
Las conclusiones de la investigación destacan que consumir menos calorías tuvo un mayor impacto en la longevidad que el ayuno intermitente y que las dietas muy bajas en calorías prolongaron la vida de los ratones sin importar sus niveles de grasa corporal o glucosa, indicadores que usualmente se consideran señales de salud metabólica y envejecimiento.
Sorprendentemente, los ratones que vivieron más tiempo con estas dietas restrictivas fueron aquellos que perdieron menos peso a pesar de comer menos. En contraste, los que perdieron más peso mostraron niveles bajos de energía, sistemas inmunológicos y reproductivos debilitados, y vidas más cortas.
Perder peso con la restricción calórica es malo para la longevidad
“Nuestro estudio realmente destaca la importancia de la resiliencia”, ha señalado Gary Churchill, presidente de la cátedra Karl Gunnar Johansson y profesor en JAX, que lideró la investigación. “Los animales más robustos mantienen su peso incluso ante el estrés y la restricción calórica, y son los que viven más tiempo. Esto sugiere que un nivel más moderado de restricción calórica podría ser la mejor manera de equilibrar la salud a largo plazo y la esperanza de vida”.
Churchill y sus colegas asignaron a las ratonas a cinco dietas diferentes: una en la que podían comer libremente en cualquier momento, dos en las que solo recibían el 60% o 80% de sus calorías habituales al día, y dos en las que no se les daba comida durante uno o dos días consecutivos cada semana, pero podían comer cuanto quisieran los otros días. Luego, los ratones fueron estudiados durante el resto de sus vidas con análisis de sangre periódicos y evaluaciones detalladas de su salud general.
En general, los ratones con dietas sin restricciones vivieron un promedio de 25 meses, los que practicaban ayuno intermitente vivieron 28 meses en promedio, los que comían el 80% de sus calorías habituales vivieron 30 meses, y los que consumían solo el 60% vivieron 34 meses. Sin embargo, dentro de cada grupo, la longevidad varió considerablemente; por ejemplo, algunos ratones que comían menos calorías vivieron apenas unos meses, mientras que otros alcanzaron hasta cuatro años y medio de vida.
“Si quieres vivir mucho tiempo, hay cosas que puedes controlar, como la dieta, pero lo que realmente necesitas es una abuela que haya vivido mucho tiempo”
Al analizar estos datos, los investigadores encontraron que los factores genéticos influyeron más en la longevidad que las dietas, lo que destaca el papel crucial de las características genéticas en cómo estas dietas podrían afectar la salud de una persona. Además, identificaron que la resiliencia genética fue un factor clave en la longevidad; aquellos ratones que mantuvieron su peso, porcentaje de grasa corporal y salud inmunológica durante períodos de estrés o falta de alimentos vivieron más tiempo. “Si quieres vivir mucho tiempo, hay cosas que puedes controlar, como la dieta, pero lo que realmente necesitas es una abuela que haya vivido mucho tiempo”, añadió Churchill.
El estudio también puso en duda las ideas tradicionales sobre por qué ciertas dietas prolongan la vida. Factores como el peso, los niveles de grasa corporal, glucosa en sangre y la temperatura corporal no explicaron la conexión entre la reducción de calorías y la longevidad. En su lugar, la salud del sistema inmunológico y las características relacionadas con los glóbulos rojos mostraron una conexión más clara con la duración de la vida. Esto sugiere que los estudios humanos sobre longevidad podrían estar pasando por alto aspectos más importantes del envejecimiento saludable al centrarse en mediciones metabólicas.
“Aunque la restricción calórica en general es beneficiosa para la longevidad, nuestros datos muestran que perder peso con la restricción calórica en realidad es malo para la longevidad” explicó Churchill. “Por lo tanto, cuando analizamos los ensayos en humanos de medicamentos para la longevidad y vemos que las personas están perdiendo peso y tienen mejores perfiles metabólicos, puede que eso no sea un buen indicador de su esperanza de vida futura en absoluto”, concluye el investigador.
Actualizado: 11 de octubre de 2024