Revelan cómo la fructosa se transforma en un ‘alimento’ para el cáncer

Demuestran que un consumo excesivo de fructosa puede favorecer el crecimiento de los tumores, porque el hígado transforma este azúcar en nutrientes que alimentan a las células cancerosas, un hallazgo que abre nuevas vías para investigar cómo influye la dieta sobre el cáncer.
Bodegón de frutas

09/12/2024

La fructosa es un azúcar que contienen de forma natural las frutas o la miel, pero que también se añade a algunos alimentos procesados como refrescos, zumos o bollería industrial. Su uso en bebidas y alimentos ultraprocesados ha contribuido a que su presencia se incremente en la dieta diaria en las últimas décadas, por lo que puede llegar a convertirse en un problema para la salud.

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De hecho, una nueva investigación de la Universidad de Washington en St. Louis revela que la fructosa en la dieta favorece el crecimiento tumoral en modelos animales de melanoma, cáncer de mama y cáncer de cuello de útero. Sin embargo, los investigadores han observado que la fructosa no alimenta directamente a los tumores, sino que el hígado se encarga de transformarla en nutrientes que aprovechan las células cancerígenas.

Los resultados se han publicado en la revista Nature y podrían abrir nuevas posibilidades en el tratamiento de diversos tipos de cáncer. “La idea de combatir el cáncer a través de la dieta es fascinante”, ha destacado Gary Patti, profesor de Química, Genética y Medicina en la Universidad de Washington en una nota publicada por el centro. “Cuando pensamos en los tumores, solemos enfocarnos en los componentes dietéticos que consumen directamente. Pero los humanos somos complejos; lo que ingerimos puede ser transformado por tejidos saludables en algo que los tumores utilizan, añade.

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“Nuestra expectativa inicial era que las células tumorales metabolizaran la fructosa como la glucosa, utilizando directamente sus átomos para construir nuevos componentes celulares como el ADN. Nos sorprendió que la fructosa apenas se metabolizara en los tipos de tumores que probamos”, ha explicado Ronald Fowle-Grider, autor principal del estudio y postdoctorado en el laboratorio de Patti. “Rápidamente aprendimos que las células tumorales por sí solas no cuentan toda la historia. Igualmente importante es el hígado, que transforma la fructosa en nutrientes que los tumores pueden utilizar”.

El papel del hígado y los lípidos en el crecimiento de los tumores

Empleando metabolómica –una técnica que analiza moléculas pequeñas en movimiento por los tejidos–, los investigadores concluyeron que el alto consumo de fructosa promueve el crecimiento tumoral al incrementar los lípidos circulantes en la sangre. Estos lípidos son esenciales para formar membranas celulares, indispensables para la proliferación de células cancerosas. “Vimos el mismo mecanismo en diversos tipos de cáncer en diferentes tejidos del cuerpo”, comentó Patti.

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Hace tiempo que se sabe que las células cancerosas tienen una fuerte afinidad por la glucosa, una fuente principal de energía del cuerpo. Aunque químicamente similar, la fructosa se metaboliza casi exclusivamente en el intestino delgado y el hígado, lo que la diferencia de la glucosa.

Mientras que la fructosa se encuentra de forma natural en frutas, vegetales y otros alimentos, su uso como endulzante en productos procesados se ha disparado en las últimas décadas; así, mientras antes de los años 60, una persona promedio consumía entre 2 y 5 kilos de fructosa al año, en la actualidad esa cifra alcanza más de 60 kilos anuales. “El jarabe de maíz con alto contenido de fructosaestá en casi todo. No se trata sólo de dulces y pasteles, sino también de alimentos como salsa para pasta, aderezos para ensaladas y ketchup”, ha advertido Patti.

La fructosa no ‘alimenta’ directamente a los tumores, sino que el hígado se encarga de transformarla en nutrientes que aprovechan las células cancerígenas

En sus experimentos, los investigadores alimentaron animales con tumores con dietas ricas en fructosa y comprobaron que sus tumores crecían significativamente más rápido, duplicando incluso su velocidad de crecimiento en algunos casos, sin cambios en el peso corporal ni en los niveles de glucosa o insulina en ayunas.

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Sin embargo, cuando se alimentaron células tumorales en cultivo con fructosa directamente, estas no respondieron de manera significativa. El análisis mostró que las células del hígado convierten la fructosa en lípidos como los lisofosfatidilcolinas (LPC), que son liberados al torrente sanguíneo y absorbidos por los tumores. “Las células cancerosas prefieren tomar lípidos del ambiente en lugar de producirlos, y los LPC parecen ser una manera eficiente de apoyar el crecimiento tumoral”, señaló Patti.

Reducir el consumo de fructosa

El aumento en el consumo de fructosa podría estar relacionado con la mayor incidencia de ciertos cánceres en personas menores de 50 años, una hipótesis que los investigadores están explorando con el apoyo de Cancer Grand Challenges.

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“Si desafortunadamente tienes cáncer, evitar la fructosa puede ser algo a considerar, aunque no sea sencillo”, dijo Patti. Además, esta investigación podría contribuir al desarrollo de medicamentos que limiten la capacidad del hígado para transformar fructosa en nutrientes que los tumores puedan aprovechar. Los autores están colaborando con socios clínicos para diseñar un ensayo relacionado con el impacto de la fructosa en la dieta de pacientes oncológicos.

Actualizado: 9 de diciembre de 2024

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