Tomar 300 calorías menos al día reduce el colesterol y la glucosa
16/07/2019
Sustituir el cruasán del desayuno por un alimento menos calórico, o dejar de tomar refrescos a diario contribuye a reducir el riesgo de desarrollar diabetes y enfermedades cardiovasculares también en las personas que tienen un peso normal, según un estudio realizado realizado en la Universidad Duke en Durham (EE.UU.) y publicado en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology. Y es que, los resultados de este trabajo han revelado que reducir la ingesta de calorías no solo beneficia a las personas con obesidad, y que si las que tienen un peso saludable, o solo un ligero sobrepeso, reducen 300 calorías al día durante dos años mejoran sus niveles de colesterol, presión arterial y glucosa en la sangre, protegiendo así la salud del corazón.
Además, se produce una reducción en la proteína C reactiva (PCR), que produce el hígado cuando hay una inflamación crónica y está relacionada con enfermedades cardiovasculares, cáncer y deterioro cognitivo. Los investigadores reconocen que ignoran por qué la restricción calórica tiene estos beneficios, pero piensan que se debe a los cambios metabólicos que conlleva comer menos calorías de las que se gastan.
La restricción calórica reduce el riesgo metabólico y cardiovascular
De hecho, el estudio partía de la hipótesis de que para conseguir una mejoría en la salud no solo hay que perder peso, y que con una sencilla medida dietética fácil de seguir se consiguen reducir los factores de riesgo de la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Esas 300 calorías diarias equivalen a un par de latas de cerveza o de refrescos, o seis galletas Oreo; un plato de patatas fritas de guarnición contiene alrededor de 200 calorías, y un cruasán o una napolitana también aportan alrededor de 200 calorías cada uno. La lista de alimentos ricos en calorías vacías es amplia.
La restricción calórica se asocia a una serie de cambios metabólicos que pueden ayudar a reducir los factores de riesgo para sufrir diabetes o patología cardiovascular
En este estudio participaron 218 personas sanas de entre 21 y 50 años con un peso normal o algo de sobrepeso. En el primer mes, dos tercios de los participantes redujeron una cuarta parte de sus calorías diarias en las tres comidas al día que debían realizar. Podían elegir entre seis menús de comidas diferentes, según sus preferencias, al tiempo que asistían a sesiones individuales y grupales de asesoramiento nutricional durante los primeros seis meses. El resto de los participantes no modificaron su dieta y podían comer lo que quisieran.
La intención de los investigadores era que esa reducción del 25% se mantuviera durante los dos años que duraba el trabajo, pero finalmente la disminución media de la ingesta calórica diaria total de todos los participantes fue del 12%. Esta medida contribuyó a que los participantes en el ensayo perdieran un 10% de su peso, una media de 7,5 kg (un 71% de esta pérdida estaba constituida por grasa). En cambio, aquellos que comieron sin restricciones aumentaron 0,5 kg su peso.
Los investigadores de este estudio, que forma parte de un proyecto llamado CALERIE (siglas que en inglés corresponde a Evaluación Integral de los Efectos a largo plazo de la Reducción de la Ingesta de Energía), señalan que el siguiente paso va a ser estudiar las muestras de sangre, músculo y otros tejidos que han obtenido de los participantes para intentar encontrar qué provoca esa mejoría en los factores de riesgo metabólicos y cardiovasculares.
Actualizado: 4 de mayo de 2023