El ejercicio prolongado ayuda a tener una grasa abdominal más saludable

Las personas obesas que hacen ejercicio regularmente durante varios meses o años tienen un tejido graso abdominal más saludable y pueden almacenar su grasa corporal de manera más efectiva.
Mujer con sobrepeso realiza una plancha abdominal

Un reciente estudio de la Universidad de Michigan ha revelado que las personas con obesidad que realizan ejercicio regularmente durante largos periodos tienen un tejido graso abdominal más saludable y efectivo para almacenar grasa en comparación con aquellas que no hacen ejercicio. Este hallazgo podría tener implicaciones importantes en la forma en que el ejercicio contribuye a una mejor salud metabólica, incluso en personas que no pierden peso de manera significativa.

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El estudio, dirigido por el profesor Jeffrey Horowitz, comparó a 32 personas con obesidad: 16 de ellas habían practicado ejercicio al menos cuatro veces por semana durante más de dos años, mientras que las otras 16 no realizaban actividad física regular. A pesar de tener una masa corporal similar, los análisis de tejido graso abdominal subcutáneo —la grasa que se encuentra justo debajo de la piel— mostraron diferencias estructurales y biológicas notables entre ambos grupos. Los resultados aparecen publicados en Nature Metabolism.

Entreno prolongado, clave para un tejido graso más saludable

El equipo de investigación descubrió que quienes hacían ejercicio regularmente tenían un tejido graso con una mayor cantidad de vasos sanguíneos, mitocondrias (las "fábricas de energía" de las células) y proteínas que favorecen la salud metabólica. Además, presentaban menores niveles de colágeno tipo VI, una proteína que, en exceso, puede interferir con el metabolismo de las células grasas. Este tipo de colágeno se asocia con la inflamación y la disfunción metabólica en personas con obesidad.

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Lo más interesante es que el ejercicio no solo ayuda a quemar calorías, sino que también parece remodelar el tejido graso, haciéndolo más eficiente en el almacenamiento de grasa de manera saludable. “Lo que esto significa es que si las personas experimentan un aumento de peso, este exceso de grasa se almacenará de manera más 'saludable' en esta área debajo de la piel, en lugar de en el tejido graso alrededor de sus órganos (grasa visceral) o en una acumulación de grasa en los propios órganos, como el hígado o el corazón”, lo que reduce el riesgo de desarrollar enfermedades graves como la enfermedad del hígado graso no alcohólico, explicó Horowitz.

 

Los beneficios del ejercicio prolongado van más allá de la reducción de grasa corporal. Los participantes que hacían ejercicio también mostraron una menor inflamación en su tejido graso, lo que podría protegerlos contra diversas complicaciones de salud relacionadas con la obesidad, como enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Los investigadores observaron que la capacidad del tejido para almacenar lípidos de manera eficiente y su potencial para generar nuevos vasos sanguíneos eran mayores en aquellos que hacían ejercicio, lo que podría mejorar la salud metabólica general.

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"Lo que vemos aquí es que el ejercicio regular modifica el tejido graso de manera que permite que el cuerpo maneje de forma más efectiva el exceso de grasa", aclaró Horowitz. "Esto es crucial porque, a medida que envejecemos, casi todos experimentamos algún aumento de peso. Tener un tejido graso que pueda almacenar esa grasa de manera más saludable es una ventaja clave para evitar complicaciones de salud".

Implicaciones para el tratamiento de la obesidad

Este estudio aporta una nueva perspectiva sobre el papel del ejercicio en la obesidad. No se trata solo de perder peso, sino de cómo el cuerpo gestiona la grasa. En un entorno donde la obesidad sigue siendo una preocupación de salud pública, los hallazgos subrayan la importancia de la actividad física regular, no solo para reducir la grasa corporal, sino también para mejorar la calidad del tejido graso y su función metabólica.

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Uno de los problemas más graves asociados con la acumulación de grasa en lugares inadecuados es la enfermedad del hígado graso no alcohólico, una condición en la que el exceso de grasa se acumula en el hígado, lo que puede conducir a cirrosis o cáncer de hígado. Este estudio sugiere que el ejercicio puede ayudar a prevenir estas complicaciones al redirigir el almacenamiento de grasa hacia áreas menos peligrosas del cuerpo.

¿Qué tipo de ejercicio es mejor?

Aunque este estudio no analizó en profundidad qué tipo de ejercicio es más efectivo para mejorar la calidad del tejido graso, Horowitz enfatiza la necesidad de realizar estudios a largo plazo que exploren la intensidad y la frecuencia del ejercicio necesario para lograr estos cambios. “Es crucial seguir investigando para comprender cómo diferentes tipos de ejercicio pueden modificar el tejido graso y mejorar la salud metabólica de las personas con obesidad”, concluyó.

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En futuros estudios, el equipo también planea examinar cómo el tejido graso en personas que hacen ejercicio regularmente funciona de manera diferente al de quienes no lo hacen, con el objetivo de identificar otras mejoras en la salud que podrían derivarse de estas diferencias.

En definitiva, este estudio reafirma la importancia del ejercicio como una herramienta poderosa para mejorar la salud metabólica, incluso en personas que no necesariamente pierden peso, al mejorar la capacidad del cuerpo para gestionar la grasa de manera más eficiente y segura.

Fuente: Universidad de Michigan

 

 

Actualizado: 11 de septiembre de 2024

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