La amenaza de parto prematuro eleva el riesgo de autismo en el bebé

La amenaza de parto prematuro (APP) es muy estresante para la embarazada y altera la secreción de oxitocina, y los bebés que nacen tras esta situación tienen más probabilidades de presentar un trastorno del espectro autisma (TEA) y constituyen un grupo con características propias y diferentes a las de otras poblaciones de riesgo, según ha revelado un nuevo estudio realizado por el Grupo de Investigación en Perinatología del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia (IIS -La Fe).

En la investigación, que se ha publicado en European Child & Adolescent Psychiatry, se analizaron los datos de 111 parejas de madre e hijo que se seleccionaron en el momento en el que se diagnosticó a la embarazada la amenaza de parto prematuro, y de un grupo de 47 parejas de madre e hijo sanos que sirvieron como grupo de control.

Los niños que nacieron tras una amenaza de parto prematuro presentaban una mayor carga de síntomas de autismo a los 30 meses de edad

Los resultados muestran que, con independencia de que finalmente se produjera un parto prematuro o no, los niños que nacieron tras una APP presentaban una mayor carga de síntomas de autismo a los 30 meses de edad en comparación con aquellos que nacieron sin una APP previa. Así, mientras que el 18% de los niños del grupo de APP tenían riesgo de tener un TEA, ninguno de los del grupo de control tenía dicho riesgo.

La autora principal del trabajo, Ana García Blanco, ha señalado que estos hallazgos no les han sorprendido “porque la amenaza de parto prematuro supone un evento estresante para la gestante y es bien sabido que el estrés durante la gestación altera el neurodesarrollo fetal”, y porque la amenaza de parto prematuro requiere la administración de glucocorticoides y un tratamiento que altera la secreción de oxitocina, “y ambas vías fisiopatológicas han sido relacionadas con los TEA”.

Cómo influía la amenaza de parto prematuro en los síntomas de autismo

García Blanco ha explicado que “la forma de manifestarse durante los primeros meses de vida no es tanto en alteraciones del comportamiento o los intereses, sino más bien en la comunicación, en la resolución de problemas y en la sonrisa social”. Y es que las habilidades de comunicación y de resolución de problemas eran peores en el caso de los bebés que habían nacido tras la APP, que además mostraban menor sonrisa social y mayor reactividad vocal no dirigida cuando llegaban a los seis meses. Este tipo de trastornos del desarrollo psicosocial son predictores de una mayor carga de síntomas de autismo al cumplir los 30 meses.

La amenaza de parto prematuro requiere la administración de glucocorticoides y un tratamiento que altera la secreción de oxitocina, “y ambas vías fisiopatológicas han sido relacionadas con los TEA”

Los síntomas de ansiedad de las embarazadas a las que se diagnosticó APP también predijeron una mayor carga de síntomas de TEA en sus bebés a los 30 meses de edad. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con otros grupos de riesgo, como los hermanos de niños con TEA, en estos pequeños no se encontraron asociaciones a causas genéticas, y se observó una prevalencia idéntica en ambos sexos y que la gravedad de los síntomas suele ser menor y responden mejor a un tratamiento precoz, lo que mejora signficativamente su funcionalidad en el futuro.

Los autores del trabajo opinan que estudiar a esta población puede proporcionar información sobre los los fundamentos fisiopatológicos de los TEA mediante la identificación de este nuevo grupo de afectados. García Blanco afirma que “es importante entender el autismo desde la etapa prenatal; la detección precoz de estos signos ayudará a “establecer una intervención temprana cuando el diagnóstico no esté plenamente establecido” y, de este modo, “que mejore su pronóstico”.