La amígdala cerebral esconde la clave para predecir la depresión posparto
23/09/2024
Alrededor del 80% de las mujeres experimentan lo que se conoce como baby blues o tristeza posparto después del nacimiento de su hijo. Normalmente, se trata de un breve período de tristeza que desaparece en pocos días. Sin embargo, aproximadamente una de cada siete mujeres desarrolla depresión posparto, una forma más grave de depresión que puede influir en la conexión entre la madre y el bebé y tener consecuencias a largo plazo.
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Estas mujeres parecen tener dificultades para gestionar las emociones negativas que pueden surgir tras el parto y ahora un grupo de investigadores europeos ha descubierto que, en mujeres embarazadas sanas, la actividad en una zona específica del cerebro está relacionada con la regulación de las emociones negativas y con una mayor propensión a los síntomas depresivos. Los científicos esperan que, al evaluar esta actividad cerebral y cómo se gestionan las emociones, sea posible identificar a las mujeres con mayor riesgo de desarrollar depresión posparto.
El estudio ha sido presentado en el Congreso de la ECNP en Milán por la investigadora Franziska Weinmar de la Universidad de Tübingen en Alemania, que en un comunicado de prensa ha declarado: “Este es uno de los primeros estudios en comparar la actividad cerebral entre mujeres embarazadas y no embarazadas. La capacidad de regular las emociones es fundamental para la salud mental, y este fue nuestro punto de partida”. Los hallazgos se han publicado en un preprint en MedRxiv y todavía no ha sido revisado por pares.
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Un área del cerebro que influye en las emociones de la embarazada
El equipo de investigadores analizó a 15 mujeres embarazadas sanas con niveles elevados de estrógeno, típicos del embarazo, quienes estaban entre los cinco y seis meses de su primer embarazo. A estas mujeres se las comparó con un grupo de 32 mujeres no embarazadas, cuyos niveles de estrógeno fluctuaban de forma natural a lo largo de su ciclo menstrual.
Durante el estudio, cada participante fue colocada en un escáner de resonancia magnética (MRI) y se les mostraron imágenes perturbadoras. Luego, se les pidió que regularan su estado emocional utilizando una técnica conocida como reevaluación cognitiva, que consiste en modificar los pensamientos para reinterpretar una situación y cambiar la respuesta emocional.
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“Preguntamos a todas las mujeres sobre cómo manejaban las emociones negativas y descubrimos que las mujeres embarazadas, en comparación con las no embarazadas, informaron que rara vez intentaban cambiar su perspectiva emocional usando la reevaluación cognitiva. No obstante, cuando se les pidió regular sus emociones mientras estaban en el escáner MRI, fueron igual de eficaces que las no embarazadas en gestionar su estado emocional”, explicó Weinmar.
Tanto las mujeres embarazadas como las no embarazadas demostraron ser igualmente capaces de regular sus emociones al intentar reinterpretar deliberadamente una situación. Sin embargo, para las embarazadas parece ser más difícil tomar la iniciativa de controlar conscientemente estas emociones negativas, aunque es posible que utilicen otras estrategias para lidiar con ellas.
“Si estudios más amplios confirman una mayor actividad en la amígdala en mujeres con riesgo de depresión posparto, podríamos evaluar y apoyar a estas mujeres durante esta fase vulnerable”
Los resultados del escáner revelaron que las mujeres embarazadas que mostraban mayor actividad en la amígdala mientras regulaban sus emociones tenían menos éxito en controlar sus emociones. Además, aquellas con mayor actividad en la amígdala reportaron más síntomas depresivos. La amígdala es una pequeña región cerebral con forma de almendra situada cerca de la base del cerebro, que se ocupa del aprendizaje, la memoria y las emociones y que también se cree que está involucrada en el comportamiento maternal y el cuidado.
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Weinmar concluyó diciendo: “Debemos ser cautelosos al interpretar estos resultados, ya que la muestra es pequeña y somos los primeros en realizar este tipo de estudio. Sin embargo, si estudios más amplios confirman una mayor actividad en la amígdala en mujeres con riesgo de depresión posparto, podríamos evaluar y apoyar a estas mujeres durante esta fase vulnerable, por ejemplo, entrenándolas en habilidades para regular emociones. Esto podría ser una forma de abordar el baby blues”.
Por su parte, la Dra. Susana Carmona, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, y que no ha participado en el estudio comentó: “Estudios como este son esenciales para comprender uno de los procesos fisiológicos más extremos que puede experimentar un ser humano: la gestación. Es sorprendente lo poco que aún sabemos. Recientemente, la FDA aprobó el primer tratamiento para la depresión posparto. Sin embargo, aún queda mucho por descubrir sobre lo que sucede en el cerebro durante el embarazo, identificar biomarcadores que indiquen el riesgo de trastornos mentales perinatales y diseñar estrategias para prevenir el sufrimiento de madres e hijos durante el delicado período periparto”.
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Sin embargo, Alberto Ortiz Lobo, Doctor en Medicina y psiquiatra del Hospital de Día Carlos III - Hospital Universitario La Paz (Madrid), ha señalado en declaraciones a SMC España que “no hay duda de los cambios hormonales que se producen en la gestación y tras el alumbramiento, pero los estados emocionales de las mujeres tras el parto también están condicionados por el aumento de las exigencias de la maternidad, las expectativas, el grado de apoyo del entorno familiar y social y especialmente de la pareja, la seguridad económica y laboral y todos los elementos del contexto que rodean este proceso”.
“Intentar predecir el riesgo de una depresión posparto a través de una prueba de imagen que mide la actividad de la amígdala cerebral no solo resulta extraordinariamente limitado, sino que pone el foco en un supuesto defecto biológico de la madre y contribuye a ocultar todos los factores determinantes ambientales”, añade el experto.
Actualizado: 23 de septiembre de 2024