Químicos presentes en productos domésticos dañan la salud del cerebro
02/04/2024
Cada día utilizamos una gran cantidad de productos de higiene personal, cosmética, limpieza y desinfección del hogar, así como muebles o dispositivos electrónicos, que contienen sustancias químicas que a largo plazo podrían resultar perjudiciales. Ahora, un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve ha revelado que ciertos químicos domésticos comunes constituyen un riesgo para la salud cerebral.
Los resultados del estudio que han llevado a cabo se han publicado en Nature Neuroscience e indican que los químicos presentes en una amplia gama de productos cotidianos, desde muebles hasta productos para el cabello, podrían estar relacionados con enfermedades neurológicas como la esclerosis múltiple o los trastornos del espectro autista (TEA).
Los problemas neurológicos afectan a millones de personas, pero solo una pequeña parte de los casos se debe únicamente a la genética, lo que significa que factores ambientales desconocidos desempeñan un importante papel en el desarrollo de enfermedades neurológicas, y este estudio revela que ciertos químicos domésticos afectan específicamente a los oligodendrocitos del cerebro, un tipo de célula especializada que genera la capa protectora alrededor de las células nerviosas.
“La pérdida de oligodendrocitos está detrás de la esclerosis múltiple y otras enfermedades neurológicas”, ha afirmado el investigador principal del estudio, Paul Tesar, el Dr. Donald y Ruth Weber Goodman Profesor de Terapéutica Innovadora y director del Instituto de Ciencias Gliales de la Facultad de Medicina. “Ahora demostramos que ciertos químicos de los productos de consumo pueden dañar directamente a los oligodendrocitos y constituir un factor de riesgo no reconocido previamente para la enfermedad neurológica”.
Sustancias químicas como factor de riesgo de enfermedad neurológica
Basándose en la premisa de que no se ha investigado suficientemente el impacto de los químicos en la salud cerebral, los investigadores analizaron más de 1.800 químicos a los que los humanos podrían estar expuestos. Identificaron que los químicos que dañan selectivamente a los oligodendrocitos pertenecen a dos clases: retardantes de llama organofosforados y compuestos de amonio cuaternario. Dado que los compuestos de amonio cuaternario están presentes en muchos productos de cuidado personal y desinfectantes, cuyo uso ha aumentado desde el inicio de la pandemia de COVID-19, los humanos están regularmente expuestos a estos químicos. Además, muchos dispositivos electrónicos y muebles incluyen retardantes de llama organofosforados.
Los investigadores utilizaron sistemas celulares y organoides en el laboratorio para demostrar que los compuestos de amonio cuaternario provocan la muerte de los oligodendrocitos, mientras que los retardantes de llama organofosforados impiden la maduración de los oligodendrocitos. Demostraron cómo estos mismos químicos dañan a los oligodendrocitos en los cerebros en desarrollo de ratones. Los investigadores también vincularon la exposición a uno de los químicos con resultados neurológicos adversos en niños a nivel nacional.
“Comprender la exposición humana a estas sustancias químicas puede ayudar a explicar un eslabón perdido en cómo surgen algunas enfermedades neurológicas”
“Descubrimos que los oligodendrocitos, y no otras células cerebrales, son sorprendentemente vulnerables a los compuestos de amonio cuaternario y a los retardantes de llama organofosforados”, ha explicado Erin Cohn, autora principal y estudiante de posgrado en el Programa de Formación de Científicos Médicos de la Facultad de Medicina. “Comprender la exposición humana a estas sustancias químicas puede ayudar a explicar un eslabón perdido en cómo surgen algunas enfermedades neurológicas”, añade.
Los expertos advirtieron que se requiere una investigación más profunda sobre la asociación entre la exposición humana a estos químicos y los efectos en la salud cerebral. Las investigaciones futuras deben rastrear los niveles de químicos en los cerebros de adultos y niños para determinar la cantidad y duración de la exposición necesaria para causar o empeorar la enfermedad.
“Nuestros hallazgos sugieren que es necesario un escrutinio más completo de los impactos de estos químicos domésticos comunes en la salud cerebral”, dijo Tesar. “Esperamos que nuestro trabajo contribuya a tomar decisiones informadas respecto a medidas regulatorias o intervenciones conductuales para minimizar la exposición a químicos y proteger la salud humana”, concluye el experto.
Actualizado: 2 de abril de 2024