Abusar de los videojuegos es un trastorno mental, según la OMS
28/12/2017
La Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se va a actualizar este 2018 después de 28 años sin cambios, y lo hace con una gran novedad, ya que ha reconocido que el abuso con los videojuegos es un trastorno mental, por lo que esta conducta pasa a englobarse dentro de este grupo.
Se puede considerar y diagnosticar un trastorno por videojuegos cuando el comportamiento del sujeto es de una dedicación continua o recurrente al juego, que provoca un deterioro en las relaciones familiares, sociales, en la educación, en el trabajo, o en cualquier otra área, en un periodo de al menos un año. Sin embargo, todavía no se ha dado a conocer la definición exacta con la que se va a incluir en la ICD-11.
Las personas que abusan de los videojuegos pueden tener graves problemas de salud, como obesidad, trastornos cardiovasculares, o aislamiento
Lo que sí se sabe es que la OMS ha relacionado este problema con tres condiciones negativas por el abuso de los videojuegos, la primera de ellas es no poder controlar la frecuencia, la duración, la intensidad, o la finalización del juego. En segundo lugar, que esta actividad tenga una prioridad en la persona superior a otros intereses vitales y, por último, que mantenga esta conducta incluso siendo consciente de las consecuencias negativas que le ocasiona.
No hay síntomas claros comunes del abuso de videojuegos
Vladimir Poznyak, del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, ha alertado de que los médicos deben reconocer este trastorno ya que, aunque la mayoría de las personas que utilizan los videojuegos no tienen ningún desorden psicológico, los que abusan de ellos pueden tener graves problemas de salud, como obesidad, problemas cardiovasculares o aislamiento.
No obstante, también hay especialistas que creen que incluir el abuso de los videojuegos en las enfermedades mentales no es una buena idea, pues, según afirman, no hay unos síntomas claros que puedan ser comunes a todos los afectados, lo que puede desembocar en un gran número de diagnósticos erróneos y, por tanto, en tratamientos innecesarios, especialmente en el caso de niños y adolescentes.
Actualizado: 28 de diciembre de 2017