El 73% de sanitarias y académicas en España han sufrido acoso sexual
09/10/2023
El acoso sexual y el abuso de poder que muchas mujeres han sufrido en silencio en algún momento de su vida ha vuelto a saltar a la palestra desde que se difundió el beso no consentido a Jenni Hermoso tras la final del Mundial de fútbol femenino que terminó con la victoria de la selección española, y una nueva investigación que ha analizado centenares de testimonios de profesoras, investigadoras y profesionales de la salud en España ha revelado un dato alarmante: tres de cada cuatro mujeres encuestadas del ámbito sanitario y académico en nuestro país ha sufrido acoso sexual.
El estudio es fruto del trabajo en equipo de un grupo de investigadoras españolas que son miembros de la Asociación Women in Global Health Spain (WGH), y ha sido coordinado por Montserrat Gea-Sánchez, responsable del Grupo de Investigación en Cuidados de salud del IRBLleida y profesora de la Universidad de Lleida, y por Helena Legido-Quigley, Catedrática en Imperial College (Reino Unido).
Los testimonios se empezaron a recoger el 29 de agosto a través de las redes sociales cuando un grupo de investigadoras lanzó la iniciativa #Seacabó invitando a las mujeres del sector sanitario y académico a compartir de forma anónima sus experiencias con el acoso sexual y otras formas de abusos de poder, para averiguar si incidentes como el que se había producido en el ámbito deportivo también ocurrían en los sectores académicos y sanitarios. La encuesta finalizó el 11 de septiembre tras recopilar 345 historias personales.
“Buscamos erradicar el abuso de poder y sexual, estableciendo un ambiente seguro, respetuoso y propicio para el bienestar de todas las personas”
Los resultados son preocupantes, ya que muestran que el 73,6% de las mujeres que contestaron a la encuesta afirmaron que habían sufrido acoso sexual, mientras que el 28,7% refirieron haber experimentado alguna forma de abuso. Estos hallazgos se han publicado en The Lancet Regional Health – Europe y han puesto de manifiesto que estos abusos no solo causan un perjuicio inmediato, sino que tienen consecuencias a largo plazo.
De hecho, el 34,5% de las víctimas informan sobre efectos psicológicos duraderos, como disgusto, miedo, ira, vergüenza, ansiedad, depresión, trauma y diferentes problemas de salud mental. Y es importante resaltar que el sexismo y el acoso sexual afectan especialmente a las mujeres vulnerables que se encuentran en situaciones precarias.
Para Thaïs González-Capella, investigadora en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, “llama la atención que mujeres de todas las generaciones, tanto más jóvenes como ya jubiladas, a día de hoy todavía arrastran su trauma. Hemos reflexionado mucho sobre las consecuencias en su salud mental y bienestar, pero también sobre el impacto negativo en la progresión de nuestras carreras profesionales”.
Como apuntaron desde The Guardian, las mujeres que contactaron a Legido-Quigley agregaron detallaron comportamientos que iban desde comentarios lascivos hasta tocamientos inapropiados y agresiones sexuales. “La mayoría de ellas dijeron: 'Sólo voy a compartir dos o tres historias de las muchas que he tenido'”, dijo Legido-Quigley. “Así que este es el primer dato alarmante: para la mayoría de las mujeres no se trata sólo de un incidente, sino de varios incidentes durante su carrera”.
“Agradecemos sinceramente cada historia compartida. Estas mujeres, valientes al romper su silencio, son la fuerza motriz detrás del cambio urgente que necesitamos en la academia y en nuestro sistema de salud. Proponemos medidas concretas, como impulsar liderazgos transformadores, implementar políticas integrales de prevención, desafiar la normalización del acoso y evaluar con indicadores medibles. Buscamos erradicar el abuso de poder y sexual, estableciendo un ambiente seguro, respetuoso y propicio para el bienestar de todas las personas” ha señalado, la catedrática en Imperial College, en el Reino Unido, Helena Legido-Quigley.
Tolerancia cero hacia el acoso y el abuso sexual
“#SeAcabó no es exactamente el #MeToo español, podemos considerarlo más suave porque no señala directamente a los culpables. Sin embargo, se presenta como un señalamiento más radical y directo de las causas estructurales que producen o facilitan este tipo de acoso tan presente en nuestra sociedad” ha explicado Elena González-Rojo, otra de las investigadoras del estudio y profesora de la Fundación Universidad Pablo de Olavide.
El acoso sexual experimentado por los participantes en el estudio adopta muchas formas. El abuso verbal que consiste en comentarios inapropiados, ofensivos y humillantes es el tipo más frecuente (53%). Los abusos físicos, como tocamientos, manoseos, besos y abrazos inoportunos, también son frecuentes (44,9%), sobre todo en el sector sanitario. Las insinuaciones sexuales no deseadas y la petición de favores sexuales se dan en el 6,4% de los casos, incluido el acoso Quid Pro Quo.
El ciberacoso y los memes sexuales son menos frecuentes y solo un 3,8% de las cuentas informan de tales prácticas. Además, varios participantes describieron experiencias de acoso hostil u ofensivo llevado a cabo por compañeros y colegas en centros de trabajo sanitarios y académicos, concretamente en el 47,5% de las experiencias compartidas.
“A la luz de la información compartida por las participantes queda claro que las formas de abuso hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres continúan normalizadas. Es nuestra obligación y especialmente de las mujeres que tenemos una posición estable, no permitir que estos patrones se continúen reproduciendo entre generaciones. Es imprescindible que la aplicación de la legislación vigente sea real y los gobiernos e instituciones apliquen una política de tolerancia cero hacia el abuso y el acoso sexual mediante las recomendaciones que proponemos” ha matizado Montserrat Gea-Sánchez.
Apunta Blanca Paniello-Castillo, investigadora predoctoral del ISGlobal, que “necesitamos un cambio estructural en las instituciones. Hemos visto que del 6,7% de las mujeres que reportaron a sus instituciones educativas o sanitarias, apenas en un 1,4% de los casos hubo alguna consecuencia. Nos lo cuentan médicas y enfermeras que sufren comentarios humillantes y peticiones de favores sexuales de sus jefes o gerentes hasta estudiantes de grado y doctorado que han sufrido tocamientos y manoseos del todo inapropiados a manos de sus profesores y jefes”.
“El estudio, a la vez, forma parte de un proceso de reparación de las víctimas. Algunas no han hablado de ello o sintieron que no fueron escuchadas. Otorgar voz propia y consideración a su testimonio es una muestra de cómo la ciencia puede y debe contribuir a desvelar desigualdades y discriminaciones de los derechos de las mujeres, en la búsqueda de soluciones efectivas. Este análisis, además, realiza una aportación fundamental en la demostración de que el impacto de la violencia hacia las mujeres no es solo cuando el hecho se produce, sino que se sostiene en el tiempo y que en muchas ocasiones no tiene una respuesta adecuada del sistema público o privado. Ante esa violencia institucional se hace una llamada para una implicación comprometida de cualquier agente social para atender a las víctimas correctamente y sin complicidad con el agresor" ha señalado la investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya y periodista especializada en violencia de género, Ana Bernal-Triviño.
Los resultados del trabajo constituyen una prueba más de la necesidad de que los responsables máximos de universidades e instituciones de salud se impliquen en los problemas de desigualdad de género y en el respeto a los derechos humanos, reconociendo que el acoso sexual está vinculado a derechos como la igualdad y la justicia social. A este respecto, el estudio propone las siguientes recomendaciones:
- Promover el equilibrio de género y la diversidad en los roles de liderazgo.
- Implementar políticas integrales de prevención más allá de los Protocolos de Igualdad.
- Desafiar la normalización a través de sensibilización, campañas y capacitación dinámica.
- Integrar la información del protocolo de acoso en los procesos de incorporación.
- Desarrollar definiciones claras de acoso sexual y abuso de poder.
- Incorporar prácticas de Monitoreo, Evaluación periódica y Aprendizaje.
- Promover un enfoque centrado en las víctimas sobrevivientes.
- Estrategia de Tolerancia Cero.
Fuente: Women in Global Health Spain e IRBLleida (Institut de Recerca Biomèdica)
Actualizado: 9 de octubre de 2023