Identifican 4 genes asociados a pensamientos y conductas suicidas
27/12/2022
La pandemia por COVID-19 ha influido en la salud mental y el bienestar emocional de la población, hasta el punto de que las tasas de suicidios han aumentado significativamente en España durante 2020 y 2021. En 2020, primer año de pandemia, se quitaron la vida 3.941 personas, una cifra que ascendió a 4.003 en 2021, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Padecer un trastorno mental y factores ambientales o personales pueden aumentar el riesgo de suicidio, pero la aparición de pensamientos y comportamientos suicidas podría estar relacionada también con una predisposición genética.
Esta es al menos la conclusión a la que ha llegado un nuevo estudio liderado por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke y Durham VA, en Carolina del Norte (EE.UU.), que ha permitido identificar cuatro genes que aparecen regularmente entre las personas en las que se han documentado casos de pensamientos o conductas suicidas tras analizar todo su genoma. Los resultados se han publicado en JAMA Psychiatry.
Nathan Kimbrel, del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Duke y coautor principal del estudio, ha destacado que, aunque es importante tener en cuenta que estos genes no predestinan a nadie a presentar estas alteraciones, sí “podrían conferir un mayor riesgo, particularmente cuando se combinan con eventos que acontecen en la vida”.
"Los hallazgos avanzan en la comprensión de cómo los factores de riesgo heredados desempeñan un papel en la patología de los pensamientos y acciones suicidas"
“Si bien se necesitan más datos para determinar si la identificación de los marcadores genéticos podría conducir a tratamientos dirigidos, es evidente que los hallazgos avanzan en la comprensión de cómo los factores de riesgo heredados desempeñan un papel en la patología de los pensamientos y acciones suicidas”, señalan en el artículo.
Genes que pueden aumentar el riesgo de suicidio
El equipo de Krimbel realizó un extenso y diversificado análisis de todo el genoma empleando datos de 633.778 militares veteranos estadounidenses, de los que el 71,4% eran de ascendencia europea; el 19,1% de ascendencia africana; el 8,1% hispana y el 1,3% asiática. Solo un 9% eran mujeres. Entre todos los participantes y a partir de sus registros médicos se detectaron 121.211 casos de pensamientos o acciones suicidas a partir de registros médicos. Aquellos individuos que no tenían un historial documentado de conductas de autolesión se clasificaron como grupo de control.
Mediante el análisis de todo el genoma de muestras de sangre, los investigadores identificaron numerosos genes que eran evidentes entre los participantes con casos documentados de pensamientos o acciones suicidas. En concreto, identificaron 7 loci (ubicación física de un gen específico en un cromosoma) de riesgo de ascendencia cruzada significativos en todo el genoma a través de un metanálisis. Los loci principales se replicaron de forma independiente en una gran cohorte internacional.
Encontraron cuatro genes que se han relacionado anteriormente con trastornos psiquiátricos y que presentaban los vínculos más potentes con la ideación y el comportamiento suicida: el ESR1, un receptor de estrógeno, se identificó previamente como un gen impulsor genético causal del trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la depresión, que son factores de riesgo de conductas suicidas entre los veteranos. “También se sospecha que el estrógeno es la causa de las diferencias sexuales en las tasas de depresión, y se ha descubierto que la pérdida de ESR1 produce efectos en el tejido cerebral de los hombres”, ha explicado Krimbel.
Otro de los genes es el DRD2, un receptor de dopamina que se ha relacionado con intentos de suicidio, esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), conductas de riesgo y trastorno por consumo de alcohol. El tercer gen identificado es el DCC, que se expresa en el tejido cerebral a lo largo de la vida, se ha vinculado con numerosos problemas psiquiátricos y se encuentra elevado en el cerebro de las personas que se suicidan.
TRAF3, el último de ellos está relacionado con el comportamiento antisocial, el consumo de sustancias y el TDAH. El litio, el tratamiento de elección para el trastorno bipolar que ha demostrado reducir el riesgo de suicidio, modula la expresión de TRAF3 y de otros genes inflamatorios. Además de esos genes, los autores del estudio también identificaron nueve genes de riesgo adicionales específicos de la ascendencia.
Estos genes, señala Kimbrel, constituyen una pequeña cantidad de riesgo en relación con otros factores, pero, según afirma: “necesitamos comprender mejor las vías biológicas que subyacen al riesgo de una persona de involucrarse en un comportamiento suicida”. El investigador subraya que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años y cada año se quitan la vida más de 700.000 personas. “Así, cuanto más sepamos, mejor podremos prevenir estas trágicas muertes”.
Actualizado: 5 de mayo de 2023