La depresión y la ansiedad crecen en todo el mundo por el COVID-19

Los efectos colaterales de la pandemia de COVID-19 están incrementando, en algunos casos hasta duplicarse, los síntomas de depresión, ansiedad o insomnio entre la población, especialmente entre sanitarios, niños o ancianos.
La depresión y la ansiedad crecen en todo el mundo por el coronavirus

La pandemia COVID-19 está poniendo de relieve la necesidad de aumentar urgentemente la inversión en servicios para la salud mental o el riesgo de un aumento masivo de las condiciones de salud mental en los próximos meses, de acuerdo con un informe de política sobre COVID-19 y salud mental emitida por las Naciones Unidas.

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“El impacto de la pandemia en la salud mental de las personas ya es extremadamente preocupante”, dijo el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la Organización Mundial de la Salud. “El aislamiento social, el miedo al contagio, y la pérdida de miembros de la familia se ve agravado por el malestar causado por la pérdida de ingresos y empleo en algunos casos.”

Grupos con mayor riesgo de trastornos psicológicos ligados al COVID-19

Los informes indican ya un aumento en los síntomas de depresión y ansiedad en un gran número de países. Un estudio realizado en Etiopía, en abril de 2020, informó de un aumento 3 veces mayor en la prevalencia de síntomas de depresión en comparación con las estimaciones de Etiopía previas a la epidemia.

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Así, grupos específicos de la población están en riesgo particular de los trastornos psicológicos relacionados con COVID:

  • Los trabajadores de la salud en primera línea frente al coronavirus: se ven particularmente afectados debido a la sobrecarga de trabajo, las decisiones de vida o muerte sobre los pacientes que deben tomar, o su propio riesgo de infección, más alto que en el resto de la población. Durante la pandemia, en China, los trabajadores de la salud han reportado altos índices de depresión (50%), ansiedad (45%), e insomnio (34%), mientras en Canadá, el 47% de los trabajadores de la salud han reportado una necesidad de apoyo psicológico.
  • Los niños y adolescentes también están en riesgo. Los padres en Italia y España han informado que sus hijos han tenido dificultades para concentrarse, así como una mayor irritabilidad, inquietud y nerviosismo. Las medidas gubernamentales que han obligado a quedarse en el hogar también han supuesto en algunos casos un riesgo elevado de niños de una mayor presencia de violencia o sufrimiento y abuso. Los niños con discapacidades, los niños en ambientes muy concurridos y los que viven y trabajan en las calles son particularmente vulnerables.
  • Las mujeres son otro de los grupos que están en mayor riesgo, en particular aquellas que tienen que hacer malabares para lidiar con la educación en casa de los niños, el teletrabajo y las tareas del hogar.
  • Los ancianos y las personas con problemas de salud mental preexistentes. Un estudio llevado a cabo en Reino Unido con jóvenes con un historial de problemas de salud mental informó que en el 32% de ellos la pandemia había perjudicado aún más su salud mental.

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Un aumento en el consumo de alcohol es otro motivo de preocupación para los expertos en salud mental. Estadísticas de Canadá informan que el 20% de las personas en la franja de edad de 15 a 49 años de edad han aumentado su consumo de alcohol durante la pandemia.

Servicios de salud mental interrumpidos, cómo atender a estos pacientes

El aumento de las personas necesitadas de la salud mental o apoyo psicosocial se ha agravado por la interrupción de los servicios de salud física y mental en muchos países. Los sistemas de atención se han visto afectados tanto por el personal de salud mental que se ha infectado con el virus como por el cierre de los servicios cara a cara, así, tanto servicios a la comunidad, como los grupos de autoayuda para el alcoholismo o la dependencia de las drogas han sido, en muchos países, interrumpidos durante varios meses.

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La depresión y la ansiedad crecen en todo el mundo por el coronavirus

“Ahora está claro que las necesidades de salud mental deben ser tratadas como un elemento central de nuestra respuesta y la recuperación de la pandemia de COVID-19”, afirmó el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Esta es una responsabilidad colectiva de los gobiernos y la sociedad civil, con el apoyo de todo el sistema de las Naciones Unidas. El hecho de no tomar en serio el bienestar emocional de la gente dará lugar a altos costos sociales y económicos a largo plazo para la sociedad”.

En términos concretos, es fundamental que las personas que viven con alguna condición de salud mental continúen con acceso a su tratamiento. Para ello, los cambios en los enfoques de prestación de atención de salud mental y apoyo psicosocial están mostrando signos de éxito en algunos países. En Madrid, por ejemplo, cuando más del 60% de las camas destinadas a personas con problemas mentales tuvieron que destinarse a la atención de personas con COVID-19, siempre que fue posible, se trasladó a clínicas privadas a las personas con enfermedades graves para garantizar la continuidad de dicha atención. Se identificó como un servicio esencial la psiquiatría de emergencia, para que los trabajadores de la salud mental pudieran continuar con las consultas a través del teléfono. Para los casos más graves se organizaron visitas a domicilio. Los equipos de Egipto, Kenia, Nepal, Malasia y Nueva Zelanda, entre otros, han informado de un incremento en la capacidad de sus líneas telefónicas de emergencia para la salud mental para poder llegar a las personas más necesitadas.

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También ser requiere del apoyo del gobierno, las autoridades locales, el sector privado y miembros del público en general, con iniciativas como el suministro de paquetes de alimentos, acciones comunitarias que fortalecen la cohesión social y reducen la soledad, en particular para los más vulnerables, como las personas mayores, y la organización de actividades en línea para la estimulación intelectiva y cognitivo.

“La ampliación y reorganización de los servicios de salud mental tal y como se necesita ahora a escala global es una oportunidad para construir un sistema de salud mental que sea apto para el futuro”, sugirió Dévora Kestel, Directora del Departamento de Salud Mental y Uso de Sustancias de la OMS. “Esto significa desarrollar y financiar planes nacionales que tengan en cuenta tanto a las instituciones como a servicios de la comunidad, garantizar la cobertura de las condiciones de salud mental en los paquetes de seguros de salud y reforzar la capacidad de los recursos humanos destinados a ofrecer una calidad asistencial y social en salud mental a la comunidad.”

Actualizado: 4 de mayo de 2023

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