Las mujeres con estrés tienen más riesgo de desarrollar obesidad
30/11/2017
Haberse enfrentado al menos a un acontecimiento estresante o traumático a lo largo de la vida puede interferir en el control del peso corporal y favorecer el desarrollo futuro de obesidad en las mujeres, según han revelado los resultados de un estudio preliminar que se ha presentado en las Sesiones Científicas de la Asociación Americana del Corazón, celebradas recientemente en Anaheim, Estados Unidos.
Para llegar a estas conclusiones, se analizaron los sucesos de la vida de 21.904 mujeres con una media de 72 años de edad, y se relacionaron con su índice de masa corporal (IMC). Se calificó como obesas a todas aquellas que tenían un IMC de 30kg/m2 o superior (el 23% de las participantes), y en cuanto a las situaciones de estrés se estudiaron los eventos traumáticos que hubieran sufrido, como la muerte de un niño, un accidente o enfermedad que hubieran puesto en peligro su vida, o un ataque físico grave, así como los acontecimientos negativos que les hubieran sucedido durante los últimos cinco años, como estar en el paro o ser víctima de un robo.
Los investigadores observaron que las mujeres que habían tenido que afrontar más de un suceso traumático en su vida tuvieron un 11% más probabilidades de desarrollar esta enfermedad metabólica que aquellas que no habían pasado por esta situación, y que esta cifra aumentaba al 36% en las que habían experimentado cuatro o más de estos eventos en los últimos cinco años.
Haber sufrido cuatro o más sucesos traumáticos en los últimos cinco años aumentaba un 36% el riesgo de desarrollar obesidad en las mujeres
El estrés dificulta llevar un estilo de vida saludable
Aunque no se han investigado las causas de la relación entre el estrés y la obesidad, los autores creen que una de las razones podría ser que el estrés afecta a la actividad neurohormonal, lo que provoca un aumento de los niveles de cortisol, que se relaciona con una subida de peso y de la grelina, conocida como la hormona del apetito. También existen otras como el hambre emocional, que aparece cuando hay nerviosismo, y que puede hacernos coger unos kilos de más.
No hay que olvidar los grandes cambios que se suelen producir en el estilo de vida cuando la persona padece un estrés continuado, ya que la alimentación es peor porque se recurre más a comida basura, se reduce el nivel de actividad física, pueden aparecer episodios de insomnio, e incluso puede aumentar el consumo de tabaco o alcohol. Por ello, los investigadores aseguran que los sucesos vitales negativos, especialmente los que resulten traumáticos, constituyen un factor de riesgo para el desarrollo posterior de obesidad, por lo que se debe valorar el estrés psicológico, así como su tratamiento, en los casos en los que sea necesario un control del peso.
Actualizado: 15 de enero de 2018