Las personas con autismo son más sensibles al dolor

Las personas con un trastorno del espectro autista (TEA) experimentan el dolor con mayor intensidad que la población general y el mecanismo para reducir la respuesta a los estímulos dolorosos también es menos efectivo en ellas.
Joven autista con las manos sobre la cabeza y gesto de dolor

30/01/2023

Una nueva investigación que ha evaluado la percepción del dolor que tienen las personas con trastornos del espectro autista (TEA) ha encontrado que experimentan una mayor intensidad del dolor y que les cuesta más adaptarse a esta sensación que a la población general. Las personas con autismo tienen dificultades para relacionarse y expresar sus sentimientos por lo que no siempre son capaces de manifestar sensaciones como el dolor. Por ello, los autores del trabajo esperan que sus hallazgos contribuyan a mejorar el abordaje del dolor en estos pacientes.

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Una de las características que se incluyen en los criterios actuales para el diagnóstico de autismo es la indiferencia al dolor, señala la Dra. Tami Bar-Shalita, de la Facultad de Medicina Sackler de TAU y una de las autoras del estudio, que añade: “Supuestamente, la prueba de esto era su tendencia a infligirse dolor a sí mismos autolesionándose. Pero esta suposición no es necesariamente cierta. Sabemos que las autolesiones pueden provenir de intentos de suprimir el dolor, y puede ser que se autolesionen para activar inconscientemente un mecanismo físico de “el dolor inhibe el dolor”.

La investigadora ha explicado que aproximadamente el 10% de la población presenta una alteración conocida como disfunción de la modulación sensorial, que se caracteriza por una hipersensibilidad sensorial a un nivel que interfiere en la capacidad para realizar las actividades diarias y deteriora la calidad de vida. Los afectados tienen dificultades, por ejemplo, para ignorar o adaptarse al zumbido de las luces fluorescentes o los aparatos de aire acondicionado, o al “crujido de las palomitas de maíz de alguien sentado a su lado en el cine”.

“La sensibilidad al dolor en las personas con autismo es más alta que la de la mayoría de la población, mientras que, al mismo tiempo, no logran suprimir de manera efectiva los estímulos dolorosos”

La disfunción de la modulación sensorial afecta a entre un 70 y un 90% de los individuos con autismo, se considera un criterio para su diagnóstico y también se asocia con su gravedad. Estudios anteriores también habían revelado que las personas que sufren esta alteración experimentan más dolor.

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Hipersensibilidad al dolor en las personas con autismo

Los autores del nuevo estudio han explicado que durante muchos años se ha pensado que las personas con autismo experimentaban menos dolor o eran indiferentes al dolor. Su investigación ha consistido en un estudio de dolor de laboratorio aprobado por el comité de ética de las instituciones académicas y Rambam en el que han participado 52 adultos con autismo de alto funcionamiento e inteligencia normal. Los investigadores emplearon pruebas psicofísicas para evaluar el dolor que permitieron examinar el vínculo entre el estímulo y la respuesta, mientras que un ordenador controlaba la duración y la intensidad del estímulo.

Se pidió a los participantes que clasificaran la intensidad del dolor que sentían en una escala de 0 a 100, y los resultados han demostrado que las personas con autismo sufren más dolor y que su mecanismo de supresión del dolor es menos efectivo. Los resultados se han publicado en la revista Pain.

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Los investigadores llevaron a cabo diversas mediciones destinadas a comprobar si el origen de la hipersensibilidad al dolor está en un sistema nervioso sensibilizado, o si se debe a la supresión de mecanismos que permitirían su ajuste y, con el tiempo, disminuyen la respuesta al dolor. “Descubrimos que, en el caso de las personas con autismo, es una combinación de los dos: un aumento de la señal de dolor junto con un mecanismo de inhibición del dolor menos efectivo”, ha señalado Bar-Shalita.

“Los resultados indican que, en la mayoría de los casos, la sensibilidad al dolor en las personas con autismo es en realidad más alta que la de la mayoría de la población, mientras que, al mismo tiempo, no logran suprimir de manera efectiva los estímulos dolorosos. Esperamos que nuestros hallazgos ayuden a los profesionales que manejan esta población y contribuyan al avance del tratamiento personalizado”, concluye.

Actualizado: 30 de enero de 2023

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