Tomar probióticos podría ayudar a reducir las emociones negativas

El consumo de probióticos se vincula con una reducción de sentimientos negativos, por lo que también pueden ser útiles para proteger la salud mental, según una investigación de la Universidad de Leiden, que también identificó qué personas se benefician más de estas bacterias.
Concepto de suplementos probióticos en pastillas y lácteos

Cada vez hay más pruebas de que lo que ocurre en el intestino puede tener su impacto en otros órganos del cuerpo. En los últimos años, la conexión entre la microbiota intestinal y el cerebro —conocida como eje microbioma-intestino-cerebro— ha despertado gran interés en la comunidad científica. Investigadores han planteado que ciertos microorganismos intestinales podrían influir en nuestras emociones, pensamientos e incluso en la salud mental. Pero los estudios en humanos han dado resultados dispares, sobre todo en personas sanas. Una nueva investigación publicada en npj Mental Health Research arroja luz sobre este debate y apunta a una conclusión clara: los probióticos pueden ayudar a reducir el estado de ánimo negativo, siempre que se mida con suficiente sensibilidad. Además, también investigaron qué personas se benefician más de estas bacterias beneficiosas.

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Los probióticos son bacterias beneficiosas en forma de bebidas o comprimidos que se pueden comprar en el supermercado o en la farmacia y que también se encuentran en alimentos como yogures, quesos fermentados y chucrut. Existe un creciente interés en la posibilidad de que los probióticos mejoren no solo la salud intestinal, sino también la salud mental. "La conexión intestino-cerebro proporciona diversas vías a través de las cuales las bacterias intestinales pueden influir en cómo nos sentimos y nos comportamos, incluyendo el nervio vago, el sistema inmunitario y las hormonas", afirma Katerina Johnson, investigadora posdoctoral de la Universidad de Leiden experta en microbioma.

Esta nueva investigación de la Universidad de Leiden (Países Bajos), dirigida por Katerina Johnson y Laura Steenbergen, es la primera que utiliza informes diarios del estado de ánimo para analizar los efectos de los probióticos en personas sin diagnósticos psicológicos previos. Participaron 88 adultos jóvenes y sanos en un ensayo aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo. Durante cuatro semanas, una parte del grupo tomó un probiótico multiespecie (con bacterias como Lactobacillus y Bifidobacterium) y otra un placebo, sin saber cuál recibían.  .

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Si bien estudios en animales han encontrado previamente efectos prometedores de los probióticos en el cerebro y el comportamiento, como decíamos los estudios en humanos han arrojado resultados inconsistentes. Por lo tanto, Johnson y Steenbergen utilizaron una combinación de métodos para comprender cómo los probióticos podrían influir en la capacidad de regular nuestras emociones y afectar nuestro estado de ánimo. Estos incluyeron cuestionarios psicológicos clásicos, informes en los que los participantes registraron a diario cómo se sentían, usando una escala simple de valoración del estado de ánimo, y tareas informáticas para evaluar cómo las personas procesan las emociones.

Los resultados fueron claros: los cuestionarios estandarizados no detectaron diferencias significativas entre el grupo que tomó probióticos y el que recibió placebo. Sin embargo, los informes diarios sí revelaron una reducción sostenida del estado de ánimo negativo en quienes tomaron probióticos, a partir de la segunda semana. Es decir, los participantes se sentían menos ansiosos, tristes o irritables. En cambio, no se registró un aumento del estado de ánimo positivo, lo que sugiere que los probióticos podrían actuar específicamente sobre las emociones negativas sin afectar las positivas, a diferencia de algunos antidepresivos que tienden a reducir ambos polos emocionales.

Los informes diarios sí revelaron una reducción sostenida del estado de ánimo negativo en quienes tomaron probióticos, a partir de la segunda semana. Es decir, los participantes se sentían menos ansiosos, tristes o irritables

Según Steenbergen, "Resulta sorprendente que, simplemente preguntando a los participantes cómo se sentían cada día, pudiéramos detectar los efectos beneficiosos de los probióticos sobre el estado de ánimo". "En cambio, los cuestionarios psicológicos estándar habituales en este campo no fueron lo suficientemente sensibles como para detectar estos cambios".

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Otro dato interesante es que los efectos no se produjeron de forma inmediata, sino que tardaron aproximadamente dos semanas en manifestarse, un patrón similar al que se observa con algunos antidepresivos. Aunque ambos tipos de intervención funcionan de manera diferente —los fármacos actúan sobre la química cerebral, mientras que los probióticos lo hacen a través del intestino—, los investigadores sugieren que podría haber mecanismos comunes, como efectos antiinflamatorios o la activación del nervio vago, que conecta directamente el intestino con el cerebro.

Qué personas se beneficiarían más de los probióticos para su salud mental

El estudio también exploró qué tipo de personas se beneficiaban más de los probióticos. A través de análisis psicológicos, "Descubrimos que varios rasgos, en particular la propensión a evitar riesgos, se asociaban con un mayor efecto de los probióticos en el estado de ánimo", asevera Johnson. Este rasgo se ha relacionado previamente con una mayor vulnerabilidad a la depresión, por lo que los autores plantean que los probióticos podrían tener un papel preventivo en personas con ciertas características de riesgo. Cuando los investigadores observaron la disminución de los sentimientos negativos, se interesaron en explorar si podían predecir quién se beneficiaría más de los probióticos.

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En cuanto al procesamiento emocional, no se hallaron diferencias en tareas cognitivas como la atención a estímulos emocionales, pero sí se detectó una mejora marginal en la capacidad de reconocer expresiones faciales en quienes tomaron probióticos. Este dato, aunque preliminar, sugiere que estas bacterias beneficiosas podrían influir también en cómo interpretamos las emociones en los demás.

Los autores subrayan que, aunque el efecto fue modesto y limitado al estado de ánimo negativo, el hallazgo es relevante porque muchas intervenciones psicológicas no logran detectar mejoras en personas sin trastornos clínicos. Además, el uso de medidas diarias en el entorno natural de los participantes —en lugar de solo comparar resultados antes y después del estudio— aporta una mayor sensibilidad y validez a los resultados.

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El trabajo de Johnson y Steenbergen contribuye a resolver algunas de las inconsistencias en estudios previos sobre probióticos y salud mental. La falta de efectos detectados en investigaciones anteriores podría deberse, en parte, a la dependencia de cuestionarios poco sensibles al cambio emocional en personas sanas. Por eso, los autores recomiendan que futuras investigaciones incluyan medidas de seguimiento más frecuentes y personalizadas. Como concluyen en su artículo: "Para delinear la complejidad del cerebro humano y las emociones, no podemos olvidarnos de preguntarnos lo obvio. A veces, las preguntas más sencillas revelan las respuestas más significativas".

Aunque los mecanismos exactos siguen sin conocerse y no se plantea sustituir tratamientos médicos ni antidepresivos por probióticos, este estudio sugiere que su consumo podría tener beneficios emocionales, sobre todo como medida preventiva o complementaria. “Quizás en el futuro los probióticos podrían usarse de forma específica como intervención temprana para reducir la probabilidad de que los sentimientos negativos progresen a trastornos de salud mental como la depresión, aunque se necesita más investigación para confirmarlo”, concluye Steenbergen.

Actualizado: 11 de abril de 2025

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