Día Mundial contra el Dolor: el 5% de los españoles sufre dolor a diario
16/10/2024
El 17 de octubre tiene lugar el Día Mundial contra el Dolor y según la Sociedad Española de Neurología (SEN) más del 30% de la población en España sufre algún tipo de dolor, afectando principalmente a personas de entre 45 y 54 años, que son mujeres en el 60% de los casos. Además, un 18% de la población padece dolor crónico, es decir, lo experimentan desde hace más de tres meses, y más de un 5% de los españoles lo sufre a diario.
“El dolor es un sistema de alarma que nos avisa de un daño actual o potencial y, por lo tanto, es un mecanismo de defensa. Pero ninguna persona está exenta de que el dolor se convierta en una entidad patológica en sí misma, convirtiéndose en lo que se denomina dolor crónico cuando se prolonga durante más de tres meses”, explica el Dr. Alan Luis Juárez-Belaúnde, Coordinador del Grupo de Estudio de Dolor Neuropático de la SEN. “Cada año, el dolor es el motivo del 40% de las consultas de pacientes en atención primaria, y aproximadamente un 20% de estos pacientes ya ha experimentado dolor durante más de seis meses”.
Dolor crónico, en qué se diferencia de otros tipos de dolor
El dolor forma parte del sistema de alerta del cuerpo que está destinado a protegernos de posibles daños o riesgos. En condiciones normales, los receptores del dolor (nociceptores) detectan señales de alerta en el cuerpo y las convierten en impulsos químicos (neurotransmisores) que viajan hacia la médula espinal y el cerebro. Una vez en la corteza cerebral, el cerebro interpreta esas señales junto con otras funciones del organismo. Si determina que el cuerpo necesita protección, envía una respuesta de dolor.
Sin embargo, este proceso puede fallar si el cerebro interpreta incorrectamente la situación, ignorando el daño real o generando dolor innecesario, y factores como las emociones, la interpretación que le damos al dolor o experiencias previas negativas también influyen en cómo el cerebro procesa las señales dolorosas.
Por ello, en algunos casos, como en el síndrome de dolor crónico primario o la fibromialgia, esta sensibilidad se vuelve crónica y generalizada. “La ansiedad y el miedo amplifican la respuesta del cerebro, no solo ante el dolor, sino ante cualquier estímulo, como el simple roce o estiramiento de la piel”, explica Amanda C. de C. Williams, experta en dolor crónico y catedrática de Psicología clínica y sanitaria en el University College London (Reino Unido), a SMC España. Por esta razón, la educación y las estrategias psicológicas pueden ser herramientas eficaces para manejar ciertos tipos de dolor.
El dolor crónico puede considerarse una enfermedad por sí misma, como ocurre en el síndrome de dolor primario, que incluye condiciones como la fibromialgia, aunque también puede ser un síntoma derivado de otras patologías, como el cáncer, una lesión muscular o una intervención quirúrgica. Como indica el experto de la SEN para que el dolor se clasifique como crónico debe persistir de manera continua o recurrente durante un periodo superior a tres meses.
A largo plazo, el dolor crónico también podría aumentar el riesgo de desarrollar otras enfermedades, como cáncer y problemas cardiovasculares o respiratorios. Este tipo de dolor suele acompañarse de sentimientos de impotencia, desesperanza y ansiedad, e incluso puede desencadenar o agravar trastornos como la depresión, según explica Mayte Serrat, doctora en Psicología y fisioterapeuta, miembro del grupo de trabajo de Psicología y Dolor de la Sociedad Española del Dolor (SED), en declaraciones SMC España.
El dolor neuropático afecta a más de 3 millones de personas en España
Desde la SEN destacan que hay estudios europeos que señalan que entre el 16% y el 31% de la población sufre dolor crónico, y aproximadamente un 25% de estos casos son de origen neuropático. Esto significa que entre el 7% y el 8% de la población europea experimenta dolor neuropático crónico.
En España, el dolor neuropático afecta a más de 3 millones de personas, con unos 400.000 nuevos casos cada año, siendo más frecuente en personas mayores de 55 años y en las mujeres, que representan el 57% de los afectados. A pesar de los tratamientos actuales, menos del 60% de los pacientes experimenta un alivio satisfactorio.
“El dolor neuropático es un tipo de dolor, generalmente crónico, que se produce por un daño o lesión del sistema nervioso periférico o central, que hace que se interpreten como dolorosos estímulos normales. Detrás del origen del dolor neuropático se encuentran una gran variedad de factores, como lesiones, infecciones, enfermedades o tratamientos médicos. Pero la diabetes y el dolor lumbar son las patologías que más frecuentemente se asocian a dolor neuropático, así como las secuelas postraumáticas o posquirúrgicas. Aunque algunas personas también pueden desarrollar la misma clínica de dolor neuropático sin una causa aparente, denominado como dolor crónico primario y enmarcado dentro de la fisiopatología del síndrome de sensibilización central”, explica el Dr. Juárez-Belaúnde. Y lo que diferencia este dolor de otros dolores crónicos es su fuerte intensidad, la repercusión que tiene en la calidad de vida de los pacientes, y la dificultad de su tratamiento”.
Las personas con dolor neuropático también tienen una mayor prevalencia de trastornos del sueño (60%), fatiga (42%), depresión (34%) y ansiedad (25%) en comparación con otros tipos de dolor
“El dolor neuropático es más intenso que otros tipos de dolor y, en el 60% de los casos, se localiza en una zona específica del cuerpo, como un brazo o una pierna, aunque también puede afectar a varias áreas”, comenta el Dr. Juárez-Belaúnde. “Este tipo de dolor no solo afecta severamente la calidad de vida de quienes lo padecen, sino que está vinculado a trastornos del sueño, fatiga, ansiedad y depresión. A pesar de todo esto, sigue siendo un dolor subdiagnosticado y, por ende, no tratado de manera adecuada”.
Las personas con dolor neuropático también tienen una mayor prevalencia de trastornos del sueño (60%), fatiga (42%), depresión (34%) y ansiedad (25%) en comparación con otros tipos de dolor. Además, el 41% ha sufrido este dolor durante más de cinco años, el 40% de quienes han recibido tratamiento no están satisfechos, el 65% ha visto restringidas sus actividades diarias y el 82% asegura que su calidad de vida se ha visto afectada considerablemente.
“Una evaluación correcta de cada paciente y un diagnóstico adecuado son fundamentales para intentar mejorar el manejo del dolor neuropático. Identificar correctamente este tipo de dolor puede no resultar sencillo, ya que es muy común que coexista con otros tipos de dolor, pero es necesario mejorar el diagnóstico tanto del dolor neuropático en sí, como de las comorbilidades que suelen estar presentes en los pacientes con dolor crónico para que, tratados de manera temprana e integral, se pueda mejorar la calidad de vida de los pacientes”, destaca el Dr. Juárez-Belaúnde.
“Y aunque es verdad que aún se necesitan fármacos más eficaces que consigan tratar el dolor neuropático a largo plazo, es importante poder ofrecer a los pacientes acceso a equipos transdisciplinares, porque consiguen mejorar las posibilidades de tratamiento, así como facilitar que los pacientes lleven a cabo medidas no farmacológicas, que deben ser consideradas de forma individualizada para cada paciente”.
Cuál es el tratamiento del dolor crónico
El tratamiento habitual para el manejo del dolor suele incluir una combinación de fármacos analgésicos, terapias psicológicas (como las terapias cognitivo-conductuales) y tratamientos de rehabilitación, fisioterapia o estimulación eléctrica transcutánea, según explica Alicia Alonso Cardaño, especialista en Anestesiología y coordinadora del grupo de trabajo de Opioides de la Sociedad Española del Dolor (SED), en declaraciones a SMC España.
Para dolores leves a moderados, generalmente se utilizan antiinflamatorios como el ibuprofeno o el naproxeno, mientras que en casos de dolor intenso se recurre a opioides derivados de la morfina, como el fentanilo o la oxicodona, señala Alonso. La elección del medicamento no solo depende de la severidad del dolor, sino también del tipo de dolor que presente el paciente.
Por ejemplo, si el dolor está asociado a espasmos musculares, se prescriben relajantes musculares como la tizanidina. Sin embargo, para el dolor neuropático, se opta por medicamentos antiepilépticos como la gabapentina o antidepresivos como la amitriptilina o la duloxetina.
Además, existen terapias más avanzadas que se aplican en unidades especializadas del dolor y requieren de profesionales médicos con formación en anestesia, tales como bloqueos espinales o la estimulación cerebral profunda. También hay tratamientos en fase de investigación, como el uso de realidad virtual, la toxina botulínica y los derivados del cannabis –ya utilizados en algunos países–, así como las terapias génicas y celulares para la regeneración de tejidos. No obstante, la eficacia y seguridad de estos últimos aún no han sido completamente demostradas.
Fuentes: Sociedad Española de Neurología (SEN) y SMC España
Actualizado: 16 de octubre de 2024