La neuroestimulación, eficaz contra la depresión resistente
01/07/2014
En la depresión resistente a los tratamientos, cuando la enfermedad no remite tras haber intentado tratarla al menos en dos ocasiones con un fármaco antidepresivo en las dosis y durante el tiempo apropiado, el pronóstico a largo plazo es peor, y el riesgo de suicidio del paciente es mucho mayor que en el caso de una depresión que responda bien a la terapia.
Los tratamientos basados en la neuroestimulación, como la terapia electro-convulsiva, la estimulación magnética transcraneal, la estimulación del nervio vago y la estimulación cerebral profunda, especialmente, constituyen una alternativa que ha demostrado su eficacia para abordar a los pacientes con depresión que presentan una baja respuesta a los tratamientos antidepresivos convencionales, a base de fármacos y psicoterapia.
La estimulación magnética transcraneal consiste en el uso de campos magnéticos para inducir una corriente en ciertas zonas del cerebro involucradas en la depresión, y generalmente consigue que el episodio depresivo remita en unas cuatro a seis semanas
El Dr. Juan Uranga, neurólogo del hospital Quirón Sagrado Corazón, donde se ha celebrado recientemente la I Jornada sobre Neurobiología de la Depresión, ha explicado que entre el 50 y el 70 por ciento de los pacientes responde tras el primer abordaje terapéutico, pero que de ellos solo la tercera parte consigue una remisión completa.
En la depresión resistente, que afecta a entre el 20 y el 30% de los pacientes, no se consigue una solución satisfactoria a los distintos ensayos terapéuticos, y puede ser necesario recurrir a la neuroestimulación. En concreto, se puede emplear la estimulación magnética transcraneal, por tratarse de una técnica sencilla y no invasiva, que consiste en el uso de campos magnéticos para inducir una corriente en ciertas zonas del cerebro involucradas en la depresión. El paciente recibe la terapia a diario, de forma ambulatoria, y generalmente se consigue que el episodio depresivo remita en unas cuatro a seis semanas.
En casos resistentes también se pueden emplear la estimulación vagal o la estimulación cerebral profunda, que precisan el implante de un dispositivo interno y electrodos en el cuello. La primera es poco invasiva, no necesita cirugía cerebral, y presenta un bajo riesgo de complicaciones. En cuanto a la estimulación cerebral profunda, es necesario implantar los electrodos a nivel intracerebral, por lo que, aunque sean mínimos, sí existe riesgo de hemorragia o infección.
Actualizado: 31 de julio de 2017