La OMS no halla explicación a la enfermedad que causó 53 muertes en el Congo

Las autoridades de la República Democrática del Congo notificaron a los servicios regionales de salud que se habían producido 24 muertes inexplicables en la aldea de Bomate, zona de salud de Basankusu, de la provincia de Équateur el pasado 9 de febrero y el número de fallecidos ya había aumentado a 53 el 15 de febrero1. La evolución de la misteriosa enfermedad ha sido rápida, con un tiempo medio de un día entre la aparición de los síntomas y el fallecimiento.

Las personas fallecidas eran de diversas edades, pero los adolescentes y adultos jóvenes, especialmente los varones, predominaban en el grupo inicial de casos. Hasta el momento se desconoce el origen de la enfermedad, aunque las principales hipótesis que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS)2 incluyen: intoxicación química o un brote de meningitis bacteriana de rápida aparición, en un contexto de malaria y otras enfermedades infecciosas endémicas de la región.

Sin embargo, la causa exacta de la enfermedad aún no se ha determinado y las primeras pruebas de laboratorio descartaron la presencia de los virus del Ébola y Marburgo. Actualmente, continúan las investigaciones en campo y los análisis adicionales, incluyendo exámenes de líquido cefalorraquídeo y pruebas toxicológicas en muestras ambientales, como agua y otros elementos, para evaluar posibles causas químicas.

Síntomas de la misteriosa enfermedad y nivel de riesgo

El análisis preliminar ha revelado que el tiempo medio desde la aparición de los síntomas hasta el fallecimiento en el brote inicial fue de dos días, mientras que los síntomas reportados incluyeron fiebre, escalofríos, dolores de cabeza y musculares, dolor abdominal, diarrea, sudoración, mareos, dificultad para respirar y agitación.

Hasta el pasado 25 de febrero se había identificado a 1.318 personas con síntomas compatibles y, de los casos sometidos a pruebas de malaria, aproximadamente el 50% resultaron positivos, lo que sugiere que esta vigilancia reforzada refleja la incidencia de varias enfermedades febriles en la zona.

La OMS reconoce que la tasa de letalidad general (12,2%) es particularmente alta en la Zona Sanitaria de Bolomba (66,7%), lo que unido a la rápida progresión de la enfermedad plantean preocupaciones sobre un agente infeccioso o tóxico grave.

Con base en la información disponible, la Organización Mundial de la Salud (OMS) evalúa el riesgo para la salud pública local como moderado, mientras que el riesgo a nivel nacional e internacional se considera bajo. Ante la falta de información detallada sobre la presentación clínica, la evolución de la enfermedad y las características demográficas de los afectados, las autoridades locales han implementado una vigilancia ampliada con una definición de caso flexible, incluyendo a cualquier persona con fiebre y al menos otro síntoma.

Recomendaciones de la OMS para reducir riesgos con esta enfermedad desconocida

Los principales desafíos operativos de este evento incluyen el aislamiento de Basankusu, ubicada en una zona boscosa a 450 km de Mbandaka, con infraestructura deficiente. Esto retrasa la investigación, el diagnóstico y la respuesta, ya que las muestras deben enviarse a ciudades con capacidad de prueba, como Mbandaka o Kinshasa. Además, el acceso a la atención médica es limitado, y las dificultades de transporte a las zonas sanitarias vecinas agravan los retrasos en el tratamiento.

Hay que tener cuenta también que la provincia enfrenta una grave crisis hídrica urbana, ya que solo el 5% de su población urbana tiene acceso a agua potable. La red de agua sufre fugas frecuentes y nunca ha sido rehabilitada. Muchos hogares dependen de fuentes de agua privadas no reguladas, como pozos, manantiales y arroyos, que plantean riesgos de contaminación.

Para mitigar el impacto de este evento en las zonas afectadas, la OMS ha indicado una serie de recomendaciones, como:

• Definir con precisión las características clínicas de la enfermedad con base en la información recopilada para mejorar su identificación y seguimiento.
• Fortalecer la vigilancia epidemiológica, enfocándose en los casos graves y muertes de causa desconocida, y facilitar la detección temprana.
• Realizar pruebas de laboratorio y análisis ambientales continuados –incluyendo las fuentes de agua– para confirmar o descartar las actuales hipótesis de meningitis o intoxicación, sobre todo en los pacientes graves o fallecidos.
• Comunicar los riesgos a la población para concienciar sobre este problema de salud pública, informando sobre los síntomas y la importancia de buscar atención médica inmediata, así como enmendar cualquier posible información inexacta sobre el brote que circule en la comunidad.

Fuente: Organización Mundial de la Salud (OMS)