1 de cada 8 personas que fueron ingresadas por COVID sufre miocarditis
24/05/2022
Una nueva investigación que ha estudiado los efectos a largo plazo de la infección por SARS-CoV-2 ha descubierto que a una de cada ocho personas que fueron hospitalizadas con COVID-19 entre mayo de 2020 y marzo de 2021 se le diagnosticó más tarde miocarditis o inflamación del miocardio (un músculo cardíaco), que se puede manifestar con síntomas como dificultad para respirar, palpitaciones y dolor en el pecho.
Los resultados del estudio revelan que la hospitalización con COVID-19 puede provocar diversos problemas de salud con el paso del tiempo y que, en concreto, uno de cada ocho pacientes hospitalizados con esta infección tiene inflamación del corazón, mientras que la inflamación en todo el cuerpo y el daño a otros órganos, como los riñones, también eran habituales.
Los investigadores siguieron a los pacientes en tiempo real después de su ingreso hospitalario con COVID-19 y compararon su salud con la de un grupo formado por personas de edad, sexo e historial médico similares que sirvieron como control. A estas personas se les realizaron análisis de sangre, tomografías computarizadas y resonancias magnéticas de diversos órganos, incluidos el corazón, los riñones y los pulmones, y se evaluó lo que opinaban sobre su propia salud mediante cuestionarios.
Las lesiones en el corazón, los pulmones y los riñones se pueden ver después de la hospitalización inicial en exploraciones y análisis de sangre
A los pacientes se les proporcionaron cuestionarios el mismo día en que se sometieron a análisis de sangre y exploraciones para conocer cómo se sentían después de la hospitalización y sus respuestas mostraron que el hecho de haber estado ingresado en el hospital con COVID-19 se asoció con una peor calidad de vida relacionada con la salud, así como con ansiedad y depresión.
Durante un período de 450 días tras el alta hospitalaria, uno de cada siete pacientes murió o tuvo que reingresar en el hospital, y dos de cada tres pacientes necesitaron atención ambulatoria del NHS (Servicio Nacional de Salud de Reino Unido). Es importante recordar que debido a que los pacientes que participaron en el estudio se inscribieron durante la primera y la segunda ola de la pandemia –hasta marzo de 2021– la mayoría de ellos no estaban vacunados. Entre los participantes en la investigación eran comunes los factores de riesgo de enfermedad cardiaca, incluidos el sobrepeso o la obesidad, la hipertensión y la prediabetes o la diabetes.
El estudio CISCO-19 (Imágenes cardíacas en la enfermedad por coronavirus del SARS-19) se ha publicado en Nature Medicine y es el más grande de este tipo que se ha llevado a cabo hasta ahora. Ha sido dirigido por la Universidad de Glasgow en colaboración con NHS Greater Glasgow and Clyde (NHS GGC), en Reino Unido, y forma parte de una respuesta rápida de investigación de la Oficina de científicos jefe del gobierno escocés para comprender mejor la pandemia de coronavirus.
La gravedad del COVID-19 se asocia al COVID persistente
En esta investigación también se analizó por qué algunos pacientes que han tenido que ser hospitalizados sufren problemas de salud a largo plazo tras superar el COVID-19. Se ha barajado la hipótesis de que el estado de salud previo al contagio pueda estar relacionado con la gravedad de los efectos a largo plazo posteriores al COVID, pero este nuevo estudio histórico sugiere que es la gravedad del COVID-19 en sí misma la que está vinculada más estrechamente con la gravedad de los síntomas de COVID-19 persistente de un paciente, en vez de los problemas de salud que tuviera antes de contraer la infección.
El profesor Colin Berry, investigador principal del estudio CISCO-19 y profesor de Cardiología e Imágenes en la Universidad de Glasgow, ha declarado: “COVID-19 es una enfermedad multisistémica, y nuestro estudio muestra que las lesiones en el corazón, los pulmones y los riñones se pueden ver después de la hospitalización inicial en exploraciones y análisis de sangre. Estos resultados cierran una brecha de conocimiento vital entre nuestra comprensión actual de los síndromes posteriores a COVID-19, como Long COVID, y la evidencia objetiva de la enfermedad en curso”.
“Uno de los hallazgos más importantes del estudio de CISCO es que es la gravedad de la infección por COVID-19 de un paciente, no sus condiciones de salud subyacentes, lo que está más estrechamente relacionado con la gravedad de cualquier resultado de salud en curso posterior al alta. Descubrimos que los pacientes previamente sanos, sin ninguna condición de salud subyacente, sufrían resultados de salud graves, incluida la miocarditis, después de la hospitalización”, ha añadido el investigador.
“Las razones de esto no están claras, pero puede ser que una persona sana que está hospitalizada con COVID-19 probablemente tenga una infección de COVID peor que alguien con condiciones de salud subyacentes que está hospitalizada. Se necesita hacer más trabajo aquí para comprender los riesgos y también sobre cómo podemos apoyar mejor a los pacientes que tienen problemas de salud continuos después de ser hospitalizados con COVID-19”.
Se ha comprobado que el COVID prolongado afecta sobre todo a las mujeres y el estudio CISCO ha descubierto que el sexo femenino estaba asociado con la miocarditis, que a su vez se relacionaba con una disminución del bienestar físico y mental. Los autores del trabajo opinan que estos hallazgos podrían explicar en parte las limitaciones físicas que han experimentado algunas pacientes tras la hospitalización por COVID-19.
Los resultados resaltan la necesidad de orientar las pruebas médicas hacia el diagnóstico de las posibles secuelas de la infección por coronavirus y de desarrollar nuevas terapias y utilizar la rehabilitación, además de evitar que se produzcan casos graves de COVID-19 con medidas preventivas como la vacunación.
Actualizado: 5 de mayo de 2023