El coronavirus puede permanecer en el cuerpo más de un año tras infectarte
08/03/2024
El coronavirus SARS-CoV-2 puede permanecer en la sangre y el tejido de las personas que contrajeron la infección durante más de un año después de que haya finalizado la fase aguda de la enfermedad, según ha revelado una investigación realizada por científicos de la Universidad de California San Francisco (UCSF) que puede ayudar a descubrir las causas por las que algunas personas desarrollan COVID persistente.
Los investigadores encontraron rastros de SARS-CoV-2 que se denomina antígenos COVID en las muestras de sangre analizadas hasta 14 meses después de la infección, y durante más de dos años en muestras de tejidos de personas que habían tenido COVID-19. Los hallazgos han sido presentados en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI), que se celebró del 3 al 6 de marzo de 2024, en Denver, Colorado.
“Estos dos estudios proporcionan algunas de las pruebas más fuertes que se han obtenido hasta ahora de que los antígenos COVID pueden persistir en algunas personas, a pesar de que creemos que tienen respuestas inmunes normales”, ha declarado el Dr. Michael Peluso, investigador de enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la UCSF, que ha dirigido ambos estudios.
A comienzos de la pandemia se pensaba que el COVID-19 era una enfermedad temporal, pero un importante número de pacientes, incluso aquellos que estaban sanos antes de contagiarse con el virus, continuaron teniendo síntomas durante meses, o incluso años después de superar la infección inicial. El COVID persistente puede aparecer como una continuación de los síntomas originales o manifestarse como síntomas nuevos que afectan a cualquier parte del cuerpo. En casos graves, se ven afectados múltiples órganos, incluidos el cerebro, el corazón, los pulmones, los riñones y la piel.
Evidencias de que la infección por SARS-CoV-2 se mantiene a largo plazo
Los investigadores analizaron muestras de sangre de 171 personas que habían contraído COVID-19 también se incluyó 250 muestras de control recolectadas antes de la pandemia. Además, se recogió tejido rectal de 5 pacientes entre 90 y 676 días después de la infección por COVID-19 sin reinfección para evaluar el ARN del pico de SARS-CoV-2 en ese tejido. Utilizando un test ultrasensible para la proteína espiga del coronavirus que ayuda al virus a introducirse en las células humanas descubrieron que el SARS-CoV-2 seguía presente en algunas personas hasta 14 meses después del comienzo de la infección.
Los resultados mostraron que la positividad del antígeno en el grupo de control anterior a COVID-19 fue del 2%. En el 12,6% de las personas con una infección previa por SARS-CoV-2 se pudo demostrar la positividad del antígeno después de tres a seis meses; después de seis a 10 meses este era el caso en el 10,7%, y después de 10 a 14 meses en el 7,5% de las personas. Se encontró evidencia de espiga de ARN del SARS-CoV-2 en muestras rectales de cuatro personas.
Entre los individuos que fueron hospitalizados a causa de la enfermedad, la probabilidad de detectar los antígenos del COVID era aproximadamente el doble que para los que no precisaron ingreso hospitalario. También fue mayor para quienes reportaban estar más enfermos, pero no fueron hospitalizados. “Como clínico, estas asociaciones me convencen de que estamos sobre la pista, porque tiene sentido que alguien que hubiera estado más enfermo de COVID tuviera más antígenos que puedan permanecer”, dijo Peluso.
Los reservorios virales pueden impulsar el COVID prolongado al desencadenar una respuesta inmune que provoca afecciones como trastornos de la coagulación sanguínea e inflamación
Como se cree que el virus persiste en los reservorios de tejidos, los científicos recurrieron al Long COVID Tissue Bank de la UCSF, que contiene muestras donadas por pacientes con y sin COVID prolongado. Detectaron porciones de ARN viral hasta dos años después de la infección, aunque no había evidencia de que la persona se hubiera reinfectado. Lo encontraron en el tejido conectivo donde se localizan las células inmunitarias, lo que sugiere que los fragmentos virales estaban haciendo que el sistema inmunitario atacara. En algunas de las muestras, los investigadores descubrieron que el virus podría estar activo.
Peluso dijo que se necesita más investigación para determinar si la persistencia de estos fragmentos impulsa el COVID prolongado y riesgos asociados como ataque cardíaco y accidente cerebrovascular. Pero, con base en estos hallazgos, el equipo de Peluso en la UCSF está involucrado en múltiples ensayos clínicos que están probando si los anticuerpos monoclonales o antivirales pueden eliminar el virus y mejorar la salud de las personas con COVID persistente.
Comprender los mecanismos que desencadenan COVID persistente
UC San Francisco lanzará el primer banco de tejidos del mundo con muestras donadas por pacientes con COVID prolongado. La medida sigue a investigaciones que indican que el virus puede continuar persistiendo en todo el cuerpo y puede ser la clave para comprender la causa del trastorno debilitante y conducir a tratamientos efectivos.
Estudios recientes han demostrado que, en pacientes con COVID prolongado, es posible que el virus SARS-CoV-2 no desaparezca por completo después de la infección inicial, sino que permanece en lo que los científicos han denominado “reservorios virales”, identificados en el tejido del paciente meses o incluso años después. Ahora se cree que estos reservorios son el principal impulsor del COVID prolongado, ya que desencadenan la respuesta del sistema inmunitario provocando afecciones como trastornos de la coagulación sanguínea e inflamación y disfunción cognitiva.
“Basándonos en nuestro trabajo hasta ahora, creemos que el COVID prolongado es una enfermedad basada en los tejidos”, afirma Peluso, que codirigió una investigación reciente con Timothy Hendrich, médico y científico de la UCSF, que demostró que el virus estuvo presente en el tejido del colon hasta 676 días después de la infección. “Este programa nos permitirá estudiar de manera integral los procesos biológicos que ocurren en los compartimentos tisulares (en la sangre, el intestino, los ganglios linfáticos, el líquido cefalorraquídeo y la médula ósea) en personas que viven con COVID prolongado, lo que nos ayudará a comprender mejor los mecanismos subyacentes del COVID prolongado”, concluye el científico.
Actualizado: 8 de marzo de 2024