Nuevos análisis de anticuerpos, claves para controlar al coronavirus
24/03/2020
La verdadera magnitud que ha alcanzado la pandemia de coronavirus no se conoce todavía porque para ello sería necesario realizar pruebas de detección del SARS-CoV-2 a todos los sospechosos de haber contraído la infección aunque muestren síntomas de COVID-19 leves, así como a cualquiera que hubiera tenido contacto con ellos.
De hecho, responder a cuestiones como cuántos casos de COVID-19 no han sido detectados, y si aquellos que padecen formas leves de la enfermedad –quizás tan leves que hayan sido confundidos con alergia o un catarro– son inmunes a nuevas infecciones y, de ser así, si podrían ayudar a ralentizar la expansión del virus, resultaría clave para afrontar la pandemia y pronosticar mejor su curso.
Sin embargo, estas respuestas no se van a obtener con los actuales test diagnósticos basados en el ARN que buscan la presencia de genes virales en una muestra de la nariz o la garganta –un signo de infección activa–, sino que los científicos necesitan analizar la sangre de las personas en busca de anticuerpos del coronavirus. Dichos test también pueden detectar una infección activa pero, lo que es más importante, pueden decirnos si un individuo ha sido infectado en el pasado porque su organismo contiene anticuerpos contra patógenos que ya ha vencido.
La mejoría dependiente de anticuerpos (ADE) puede ser la razón por la que el nuevo coronavirus es más letal en los ancianos, y menos en la población infantil, que ha estado menos expuesta a otros coronavirus
Investigadores de todo el mundo se afanan en desarrollar test de anticuerpos, y algunos incluso los han probado ya en pequeños ensayos y han recibido la aprobación de comercialización, incluyendo varios chinos, pero aún estamos lejos de tener resultados a gran escala –por ejemplo mostrando qué fracción de personas en la ciudad de Wuhan (origen del patógeno) podría ser ahora inmune–, aunque los científicos esperan que esto cambiará pronto cuando haya más test disponibles.
En qué consiste el nuevo test de anticuerpos de SARS-CoV-2
Recientemente el virólogo de Icahn School of Medicine at Mount Sinai (en Nueva York, Estados Unidos) Florian Krammer y su equipo publicaron un borrador en MedRxiv en el que describían un test de anticuerpos de SARS-CoV-2 que han desarrollado, e instrucciones para reproducirlo. El procedimiento, según Krammer, es bastante sencillo, y otros laboratorios podrían ampliarlo fácilmente para examinar a millares de personas cada día y acumular así rápidamente más datos sobre la fiabilidad y especificidad de la prueba.
Para desarrollar el test, los investigadores diseñaron una versión alterada de la proteína espiga –que ayuda al virus a penetrar en las células y es un objetivo fundamental en la reacción inmunitaria contra él, porque el organismo produce anticuerpos que identifican a la proteína y etiquetan al virus para destruirlo– en la capa externa del coronavirus, lo que permitió que dicha proteína resultara más estable para su uso en las pruebas de laboratorio.
Además, aislaron la porción corta de la proteína espiga, que se conoce como dominio de unión al receptor (RBD), que el SARS-CoV-2 utiliza para unirse a las células que pretende invadir, y después emplearon líneas celulares para producir grandes cantidades de las proteínas espiga alteradas y RBD.
Las moléculas creadas en el laboratorio constituyeron la base para una prueba ELISA en la que los anticuerpos presentes en una muestra de sangre o plasma provocan un cambio de color cuando reconocen una proteína objetivo, en este caso una proteína espiga o RBD. El análisis inicial de cuatro muestras de sangre procedentes de tres pacientes diagnosticados con COVID-19 y de 59 muestras de suero que habían sido almacenadas antes de comenzar el brote epidémico demostraron que la prueba funcionaba, ya que los anticuerpos contra el coronavirus se unieron a las proteínas de la prueba.
Ciertas enfermedades víricas como el dengue pueden provocar síntomas más graves si el afectado ha estado previamente expuesto a una cepa del virus relacionada y ha adquirido inmunidad parcial
Las muestras de sangre que se utilizaron como control eran de individuos de entre 20 y 70 años de edad y muchas de ellas habían sido infectadas antes con otros virus, entre ellos el coronavirus NL63, que causa síntomas de catarro, y cuya proteína espiga usa el mismo receptor en las células humanas para infectarlas, por lo que los investigadores temían que los anticuerpos contra ese virus pudieran reaccionar de forma cruzada y generar falsos positivos, pero no fue así.
Según Krammer que los anticuerpos contra NL63 no reaccionen también a las proteínas del nuevo coronavirus es una buena noticia también por otra razón, ya que ciertas enfermedades víricas como el dengue pueden provocar síntomas más graves si el afectado ha estado previamente expuesto a una cepa del virus relacionada y ha adquirido inmunidad parcial porque los anticuerpos presentes en su organismo pueden reaccionar de forma exagerada frente al invasor, lo que se conoce como mejoría dependiente de anticuerpos (ADE). De hecho, algunos científicos sugieren que ADE puede ser la razón por la que el nuevo coronavirus es más letal en los ancianos, y menos en la población infantil, que ha estado menos expuesta a otros coronavirus.
La importancia de detectar anticuerpos en la población
El test desarrollado por Krammer y su equipo ya se está utilizando en su hospital de Nueva York para intentar determinar lo que tardan los pacientes con COVID-19 en desarrollar anticuerpos contra el virus, y en un futuro también podría servir para identificar a personas que ya estuvieran recuperadas y que podrían donar suero rico en dicho anticuerpos para tratar con él a pacientes graves. Otra posible aplicación del test, según este científico, sería identificar a los individuos que han desarrollado inmunidad probable al virus porque ellos podrían realizar trabajos en primera línea durante la pandemia sin temor a infectarse.
Las pruebas de anticuerpos en los niños ayudarían a determinar si son menos susceptibles a la infección por SARS-CoV-2, o si en ellos la enfermedad es muy leve y pasa desapercibida
Generalizar los test de anticuerpos como este permitiría obtener datos relevantes para combatir la pandemia, ya que conocer la cantidad de población que ya es inmune por haber experimentado infecciones leves ayudaría a hacer estimaciones sobre la rapidez con la que el virus seguirá propagándose. Evaluar a los niños para detectar anticuerpos en ellos también ayudaría a saber si entre ellos se han dado pocos casos de COVID-19 porque no son susceptibles a la infección, o porque en muchos de ellos la enfermedad es asintomática y pasa desapercibida.
A más largo plazo, las pruebas de anticuerpos en la población ayudarán a saber cuánto dura la inmunidad al virus –un dato muy importante a la hora de desarrollar futuras vacunas–, ya que en el caso de otros coronavirus la inmunidad tras la infección se mantiene elevada durante unos meses, pero luego disminuye.
Actualizado: 4 de mayo de 2023