El síndrome de piernas inquietas afecta al 4% de niños y adolescentes
22/09/2023
El 23 de septiembre es el Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas, un trastorno neurológico que padecen alrededor de dos millones de personas en España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cuyos expertos estiman que hasta el 90% de los afectados en nuestro país podrían estar sin diagnosticar a pesar de su incidencia (hasta un 10% de la población adulta y hasta un 4% de los niños y adolescentes puede tener la enfermedad), porque es frecuente que en sus inicios los síntomas sean leves y esporádicos y no se consulten hasta que el síndrome de piernas inquietas (SPI) ha progresado.
Muchas personas normalizan las molestias que sienten y esto, junto a las dificultades para acceder a un médico especialista, puede retrasar el diagnóstico más de 10 años. Los pacientes con SPI, que también se conoce como enfermedad de Willis-Ekbom, experimentan una necesidad de mover las piernas muy difícil de controlar, que por lo general se debe a una sensación de hormigueo, picazón o ardor que suele aparecer durante el reposo y disminuye con el movimiento. Los síntomas del síndrome de piernas inquietas aparecen al llegar la tarde-noche, por lo que suelen provocar problemas de sueño.
“Puesto que los síntomas de esta enfermedad suelen darse principalmente durante el descanso o por la noche, es muy común que los pacientes experimenten dificultades para dormir o relajarse, lo que puede afectar mucho la calidad de vida del paciente”, explica la Dra. Celia García Malo, Vocal del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología. “No en vano, el síndrome de las piernas inquietas, además de su impacto en la calidad del sueño, suele estar asociado con ansiedad y depresión, además de que puede tener un significativo impacto en las relaciones sociales y laborales”.
“Sabemos que al menos un 25% de los pacientes comienzan a experimentar los síntomas del síndrome de piernas inquietas en la infancia o en la adolescencia”
“Sobre todo, son los casos que se inician en la edad pediátrica, cuando la presencia de estas molestias en las extremidades puede ser achacada a dolores de crecimiento o a hiperactividad, donde se dan los mayores retrasos en el diagnóstico”, comenta la Dra. Celia García Malo. “Y, sin embargo, sabemos que al menos un 25% de los pacientes comienzan a experimentar los síntomas de la enfermedad en la infancia o en la adolescencia”. Además, son precisamente los casos que se inician a edades tempranas los que pueden llegar a convertirse en los casos más graves. Hasta un 20% de los pacientes con síndrome de piernas inquietas padecen esta enfermedad en su forma más grave y, por lo general, se da en las personas cuyos síntomas empezaron antes de los 20 años.
El síndrome de piernas inquietas puede empezar a cualquier edad
“En todo caso, no se trata de una enfermedad que solo debute en la infancia o en la adolescencia. Ya que, aunque puede iniciarse a cualquier edad, en general, la gran mayoría de las personas comienzan a experimentar los síntomas a partir de la cuarta década de la vida. Además, es más común en mujeres que en hombres”, señala la Dra. Celia García Malo. “Por lo tanto, recomendamos a todas las personas que experimenten molestias en las piernas, sobre todo cuando ocurren con tal frecuencia que dificultan el inicio o el mantenimiento del sueño, consultar con su médico para realizar un correcto diagnóstico, estudiar si existe alguna causa subyacente y tratar de forma adecuada el trastorno. Actualmente, aproximadamente un 25% de los pacientes que acuden a la consulta de Neurología o a una Unidad de Sueño por problemas de insomnio crónico es diagnosticado con el síndrome de piernas inquietas”.
No se conocen las causas del síndrome de piernas inquietas, pero su aparición se ha relacionado con factores genéticos, déficit de hierro y alteraciones en los niveles de dopamina en el cerebro. Además, también puede estar asociado a algunas enfermedades y problemas médicos, como la insuficiencia renal, la diabetes, el embarazo, neuropatías, afecciones de la médula espinal, así como al párkinson o la esclerosis múltiple.
“Dependiendo de si se identifica o no algún tipo de causa subyacente, variará el tratamiento. En todo caso, por lo general, el tratamiento se centrará en abordar los síntomas y mejorar la calidad del sueño. Los enfoques terapéuticos pueden incluir cambios en el estilo de vida, como evitar el consumo de cafeína y alcohol, mantener una rutina regular de sueño, hacer ejercicio y aplicar técnicas de relajación. Y en casos más graves o cuando la enfermedad interfiere significativamente con la calidad de vida, existe medicación específica para mejorar los síntomas”, explica la Dra. Celia García Malo.
“En todo caso es importante que se realice un correcto seguimiento de la evolución de la enfermedad y de sus síntomas para tratar de que esta enfermedad no vaya a más. Ya que, cuando la enfermedad evoluciona y los pacientes sufren una forma grave de esta enfermedad, es mucho más difícil dar con una pauta de tratamiento que sea efectiva”, concluye la especialista de la SEN.
Fuente: Sociedad Española de Neurología (SEN)
Actualizado: 22 de septiembre de 2023