La infección por virus del Nilo Occidental puede dañar el cerebro
24/11/2017
Las personas afectadas por el virus del Nilo Occidental pueden presentar daño cerebral años después de haber sufrido la infección original, según ha demostrado un estudio que se ha presentado en la 66a Reunión Anual de la Sociedad Americana de Medicina e Higiene Tropical (ASTMH), y que se basó en el análisis de imágenes del cerebro de 262 de estos pacientes, obtenidas mediante resonancia magnética.
Los expertos ya sabían que una forma grave de esta enfermedad provoca importantes síntomas neurológicos, como alteraciones de la memoria y temblores, cuando el virus invade la médula espinal y el cerebro. Ahora, esta nueva investigación, que ha durado diez años, y cuyo objetivo era determinar los problemas de salud a largo plazo que puede causar la infección, ha revelado que deja secuelas en forma de un deterioro o reducción de distintas zonas del córtex cerebral, una zona involucrada en el desarrollo de habilidades como la memoria, la atención o el lenguaje.
Los autores del trabajo, investigadores de la Escuela de Medicina de Baylor, en Houston (Estados Unidos), siguieron a los pacientes –algunos de los cuales no habían desarrollado síntomas o los habían manifestado de forma leve– entre 2002 y 2012. De las 262 personas con antecedentes de la infección, 117 fueron sometidas a pruebas que permitieran identificar signos de déficits neurológicos, y que mostraron que 57 de ellas (el 49%) presentaban algún tipo de anomalía neurológica.
Los pacientes cuya infección inicial se había vuelto neuroinvasiva –el virus se había introducido en la médula espinal o el cerebro– presentaban signos degenerativos en diversas áreas del cerebro
El virus del Nilo provoca problemas de salud a largo plazo
Entre los problemas de salud más frecuentes observados en estos pacientes destacaban la debilidad muscular, los temblores y los reflejos anormales, y algunas personas también manifestaron signos de deterioro cognitivo, especialmente trastornos de memoria a corto o largo plazo más intensos de lo que cabría esperar en un deterioro cognitivo asociado a la edad normal.
A 30 de los 57 individuos con anomalías neurológicas se les realizó un análisis adicional que incluía resonancias magnéticas de su cerebro, en las que se constataron daños o reducciones en distintas partes de la corteza cerebral, una zona también conocida como materia gris. Los investigadores comprobaron, además, que los pacientes cuya infección inicial se había vuelto neuroinvasiva –el virus se había introducido en la médula espinal o el cerebro y había provocado encefalitis u otros trastornos cerebrales– presentaban signos degenerativos en diversas áreas del cerebro, incluyendo el cerebelo, donde el deterioro podría afectar al equilibrio y el movimiento, o el tallo cerebral, que interviene en funciones como el habla, la respiración y los ciclos de sueño.
Los investigadores esperan que sus hallazgos estimulen el desarrollo de una vacuna para prevenir esta enfermedad, ya que el cambio climático y el aumento de las temperaturas favorecerán la proliferación de los mosquitos que transmiten el virus del Nilo Occidental, una infección que se describió por primera vez en Uganda en 1937, que llegó a Nueva York en 1999, y que ya se ha extendido por la práctica totalidad de Estados Unidos (excepto Alaska y Hawái), donde se han reportado más de 46.000 casos hasta 2016, y han fallecido por su causa alrededor de 2.000 personas, según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de este país.
Actualizado: 13 de diciembre de 2017