Ciertos fármacos para el párkinson propician comportamiento compulsivo
22/06/2018
Los agonistas dopaminérgicos son unos fármacos que imitan la función de la dopamina (un neurotransmisor que inteviene en el control de los movimientos) que se emplean en el tratamiento del párkinson. Un nuevo estudio ha mostrado que pueden propiciar un efecto secundario adverso en casi la mitad de los pacientes (el 46%) que los toman, que manifiestan problemas en el control de los impulsos, lo que les lleva a tener conductas como comprar de forma compulsiva, hiperactividad sexual o ludopatía, entre otras.
La enfermedad de Parkinson se caracteriza por un déficit de dopamina, motivo por el cual los pacientes son tratados con agonistas de la dopamina que activan los receptores de este neurotransmisor en el cerebro. El problema es que la dopamina desempeña un importante papel en los mecanismos de recompensa del cerebro y está asociada a las adicciones (con o sin sustancias).
Las elevadas dosis de agonistas de la dopamina y la duración del tratamiento se relacionaron con mayor riesgo de desarrollar problemas del control de los impulsos
De hecho, estudios previos ya habían relacionado el consumo de estos medicamentos con el aumento de la impulsividad en pacientes de párkinson, pero el objetivo de la nueva investigación, que se ha publicado en la revista Neurology, era determinar la frecuencia de este efecto adverso, si esta relación aumentaba con la dosis administrada, y si el comportamiento compulsivo se corregía al dejar el tratamiento.
Los investigadores –del Instituto de Salud y de Investigación Médica de Francia (Inserm) y de la Universidad de la Sorbona– analizaron los datos de 411 personas que habían sido diagnosticadas de párkinson en los cinco años anteriores al estudio, y a los que se siguió durante al menos tres años. Casi el 87% de estos pacientes (356) habían tomado agonistas de la dopamina al menos una vez desde el diagnóstico, y a todos ellos se les preguntó sobre cualquier problema con el control de los impulsos que hubieran manifestado.
A mayor dosis, más riesgo de comportamiento compulsivo
Al principio del estudio, 81 participantes (casi el 20%) refirieron haber sufrido algún trastorno del control de los impulsos; en concreto, el 11% afirmó haberse dado atracones de comida, el 9% admitió un comportamiento sexual compulsivo, el 5% comprar de forma compulsiva, y el 4% reportó problemas con el juego.
Respecto a los 306 participantes que al inicio del trabajo no comunicaron trastornos del control de los impulsos, 94 de ellos desarrollaron algún problema de este tipo durante el seguimiento, y según los investigadores esto contribuyó a acumular una incidencia del 46% en los desórdenes del control de los impulsos de los pacientes de párkinson tratados con agonistas de la dopamina. En comparación, aquellos que nunca habían tomado estos fármacos presentaron una incidencia del 12% al cabo de los cinco años.
Los autores del trabajo también comprobaron que 30 de los participantes con comportamiento compulsivo que abandonaron el tratamiento durante el estudio dejaron de experimentar estos síntomas, y que las elevadas dosis de agonistas de la dopamina, así como la duración del tratamiento, se relacionaba directamente con el riesgo de desarrollar problemas del control de los impulsos. De todos los medicamentos estudiados, el pramipexol y el ropinirol fueron los que más se asociaron con el comportamiento compulsivo.
Los investigadores han advertido de que sus hallazgos demuestran que estos efectos secundarios son más frecuentes de lo que se pensaba, y han aconsejado a los pacientes y a sus familias que estén atentos a la aparición de cualquiera de estos síntomas y se lo comuniquen a su médico para prevenir sus consecuencias negativas.
Actualizado: 4 de mayo de 2023