El estreñimiento crónico podría ser señal de empeoramiento cognitivo
20/07/2023
El estreñimiento crónico es un trastorno digestivo que afecta a alrededor del 16% de la población mundial y se caracteriza por defecar menos de tres veces a la semana, aunque también por expulsar las heces con esfuerzo, que las heces sean duras, secas y pequeñas, o por experimentar la sensación de una evacuación incompleta. No es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma que puede estar asociado a problemas de salud, sedentarismo, el consumo de algunos fármacos, o una dieta inadecuada, entre otros factores.
Esta alteración del tránsito intestinal se ha asociado a problemas de salud a largo plazo como inflamación, desequilibrios hormonales y ansiedad o depresión, pero ahora un nuevo estudio también ha relacionado el estreñimiento crónico con una peor cognición, equivalente a tres años de envejecimiento del cerebro, según los resultados que se han presentado en el Congreso Internacional de la Alzheimer’s Association® (AAIC® 2023), en Ámsterdam (Países Bajos) y en línea. Estos hallazgos se suman a evidencias científicas previas que relacionan un intestino sano con un cerebro sano.
Dos estudios adicionales han identificado bacterias intestinales específicas relacionadas con un mayor riesgo de demencia, así como bacterias intestinales que pueden ser neuroprotectoras. Investigaciones previas también han relacionado un equilibrio saludable en la composición del microbioma intestinal, que es el conjunto de microorganismos que viven en nuestro tubo digestivo, con otras funciones vitales del organismo.
Los individuos estreñidos (con movimiento intestinal cada tres días o más) tenían una cognición significativamente peor, equivalente a tres años más de envejecimiento cognitivo cronológico
“Todos los sistemas de nuestro cuerpo están interconectados”, afirma Heather M. Snyder, vicepresidenta de relaciones médicas y científicas de la Alzheimer's Association. “Cuando un sistema funciona mal, afecta a otros sistemas. Cuando esa disfunción no se atiende, puede crear una cascada de consecuencias para el resto del cuerpo”. “Aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre la conexión entre la salud de nuestro sistema digestivo y nuestra función cognitiva a largo plazo”, añade Snyder. “Responder estas preguntas puede descubrir nuevos enfoques terapéuticos y de reducción de riesgos para el Alzheimer y otras demencias”.
Para estudiar más esta relación en profundidad, el Estudio de los Estados Unidos para proteger la salud del cerebro a través de la intervención del estilo de vida para reducir el riesgo (U.S. POINTER por sus siglas en inglés) de la Alzheimer's Association, con el apoyo de los Institutos Nacionales de Salud de los EE. UU., examina el impacto de las intervenciones del comportamiento en el eje intestino-cerebro para entender mejor cómo unos hábitos más saludables influyen en los microorganismos del intestino y cómo se relacionan los cambios en las bacterias intestinales con la salud del cerebro.
Mientras esperamos a conocer sus resultados, señala la experta, “las personas deberían hablar con su médico sobre su salud digestiva y las formas de aliviar el estreñimiento, como aumentar el consumo de fibra dietética y beber más agua”. “Comer bien y cuidar el intestino puede ser una vía para reducir el riesgo de demencia”.
Los riesgos de defecar cada tres días o más
Para estudiar cómo unos hábitos más saludables influyen en los microorganismos del intestino y cómo se relacionan los cambios en las bacterias intestinales con la salud del cerebro, el Dr. Chaoran Ma, profesor adjunto de la Universidad de Massachusetts Amherst, evaluó tres estudios prospectivos de cohortes que incluían a más de 110.000 personas en el Nurses' Health Study, el Nurses' Health Study II y el Health Professionals Follow-up Study. Ma y el equipo recogieron datos sobre la frecuencia de los movimientos intestinales de todos los participantes en 2012-2013 y sus autoevaluaciones de la función cognitiva de 2014 a 2017; la función cognitiva objetiva se midió entre 2014 y 2018 en un subgrupo de 12.696 participantes.
Los investigadores descubrieron que una menor frecuencia de movimientos intestinales se asociaba a una peor función cognitiva. En comparación con los que tenían movimiento intestinal una vez al día, los participantes estreñidos (que tenían movimiento cada tres días o más) tenían una cognición significativamente peor, equivalente a tres años más de envejecimiento cognitivo cronológico. La frecuencia de los movimientos intestinales cada tres días o menos se asoció con un 73% más de propensión de deterioro cognitivo subjetivo.
Otros hallazgos relevantes fueron:
- Un riesgo ligeramente superior de deterioro cognitivo en los que tenían movimientos más de dos veces al día.
- Los individuos con ciertos niveles específicos de microbios en el intestino (menos bacterias capaces de producir butirato y menos bacterias responsables de digerir las fibras alimentarias) presentaban movimientos intestinales menos frecuentes y una peor función cognitiva.
“Estos resultados subrayan la importancia de que los profesionales clínicos analicen la salud intestinal, especialmente el estreñimiento, con sus pacientes mayores”, ha declarado el investigador principal de este estudio, el Dr. Dong Wang, profesor adjunto de la Facultad de Medicina de Harvard, Brigham and Women’s Hospital y Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. “Las intervenciones para prevenir el estreñimiento y mejorar la salud intestinal incluyen adoptar dietas saludables enriquecidas con alimentos ricos en fibra y polifenoles, como frutas, verduras y cereales integrales; tomar suplementos de fibra; beber mucha agua todos los días; y realizar actividad física con regularidad”.
Conexión entre bacterias intestinales y biomarcadores del alzhéimer
Estudios realizados con modelos de alzhéimer en ratones han demostrado conexiones entre la acumulación de beta amiloide y los niveles de cierta microbiota intestinal, pero se desconoce si la acumulación de biomarcadores del Alzheimer está asociada a cambios en la microbiota intestinal humana.
Para investigar esta posible asociación, Yannick Wadop, becario posdoctoral del Instituto Glenn Biggs de Alzheimer y Enfermedades Neurodegenerativas de UT Health San Antonio, y sus colegas emplearon muestras fecales y medidas cognitivas de 140 personas con una edad promedio de 56 años y cognitivamente sanas del Estudio del Corazón de Framingham para evaluar la relación entre la composición del microbioma intestinal y las medidas de amiloide y tau-PET.
Descubrieron que los niveles elevados de amiloide y tau que se detectaron a través de estudios del cerebro estaban asociados a niveles más bajos de bacterias intestinales Butyricicoccus y Ruminococcus y a cantidades más elevadas de Cytophaga y Alistipes. El análisis funcional del investigador sugirió que Butyricicoccus y Ruminococcus podrían tener efectos neuroprotectores.
“Estos hallazgos empiezan a revelar conexiones más específicas entre nuestro intestino y nuestro cerebro”, señala Wadop. “Por ejemplo, creemos que la reducción de ciertas bacterias identificadas puede aumentar la permeabilidad intestinal y el transporte de metabolitos tóxicos en el cerebro, aumentando así la deposición de beta-amiloide y tau”.
“Un posible siguiente paso es comprobar si la introducción y el aumento o la reducción de microbios intestinales específicos podría cambiar de forma beneficiosa los niveles de amiloide y tau”, añade Wadop. “Esto podría ayudarnos a identificar posibles enfoques terapéuticos nuevos para el alzhéimer”.
Bacterias intestinales buenas y malas para el cerebro
Para comprender mejor la relación entre el microbioma intestinal y la cognición en adultos de edad mediana y avanzada, Jazmyn Muhammad, investigadora asociada del Instituto Glenn Biggs de Alzheimer y Enfermedades Neurodegenerativas de UT Health San Antonio, y sus colegas examinaron muestras fecales y puntuaciones de pruebas cognitivas de más de 1.000 participantes en el Estudio del Corazón de Framingham con una edad promedio de 52 años, y el 55% mujeres.
El grupo de estudio se dividió en función de las puntuaciones obtenidas en las pruebas cognitivas de los participantes y se compararon los microbiomas de los participantes con puntuaciones en el 20% más bajo (es decir, con peor cognición) con los de los que obtuvieron puntuaciones más altas. Comprobaron que las personas con peor cognición tenían niveles más bajos de Clostridium y Ruminococcus y que las bacterias Alistipes y Pseudobutyrivibrio eran muy abundantes en las personas con mala cognición en comparación con otros participantes en el estudio.
“Es necesario seguir investigando para entender mejor los posibles efectos neuroprotectores de algunas de estas bacterias”, recomienda Muhammad. “En el futuro podría ser posible manipular la abundancia de estas bacterias a través de la dieta y los prebióticos y probióticos para preservar la salud del cerebro y la función cognitiva”.
Actualizado: 20 de julio de 2023