Encuentran un factor de riesgo de alzhéimer independiente de la edad

La edad no es el único factor que indica la evolución del alzhéimer, sino que la acumulación de beta amiloide en individuos cognitivamente sanos puede predecir el desarrollo de esta demencia y ser clave para instaurar terapias preventivas.
Mujer mayor apoya la barbilla en sus manos cruzadas en actitud pensativa

26/12/2023

La acumulación patológica de proteína beta amiloide en el cerebro está relacionada con el alzhéimer y una nueva investigación ha encontrado que la gravedad de estos depósitos –y no solo la edad del individuo– puede ser fundamental para identificar a las personas que tienen más riesgo de desarrollar esta demencia y que se podrían beneficiar más con nuevas terapias dirigidas contra las placas de beta amiloide (Donanemab, aducanumab, lecanemab) para retrasar la progresión de la enfermedad.

El estudio ha sido realizado por médicos y científicos del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC) que han explicado que la acumulación de grupos tóxicos de beta amiloide asociados a la enfermedad de Alzheimer se acelera en la vejez, pero que la carga basal de amiloide y la salud general del cerebro durante esta aceleración son predictores más precisos sobre quién tiene más probabilidades de desarrollar esta demencia. Sus resultados se han publicado en Neurology.

“Comprender la complejidad del aumento de la acumulación de amiloide, cuando los individuos son cognitivamente normales, es fundamental para mejorar la implementación de los tratamientos para la demencia”, ha señalado el Dr. Oscar López, profesor de neurología en Pitt y jefe de neurología cognitiva y conductual en UPMC y autor del estudio.

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Predictores del riesgo de desarrollar enfermedad de alzhéimer

La presencia y la cantidad y distribución general de grupos de beta amiloide, o beta A, en el cerebro son algunas de las neuropatologías más comunes asociadas con el alzhéimer. Sin embargo, aunque la mayor prevalencia de demencia tipo alzhéimer se encuentra en la población de 80 años o más, la mayoría de los estudios que midieron la carga de A-beta en el cerebro mediante técnicas de imágenes se han centrado en poblaciones más jóvenes, por lo que la conexión entre A-beta y demencia en las personas mayores sigue sin estar clara.

López y sus colegas se propusieron cambiar eso examinando la relación entre la deposición de A-beta y nuevos casos de demencia en 94 personas con una edad promedio de 85 años y sin problemas cognitivos al inicio del estudio. Los participantes fueron seguidos durante 11 años (de 2009 a 2020) o hasta su fallecimiento. Durante el periodo del estudio se sometieron al menos a dos exploraciones PET, y su tasa de depósito de amiloide en el cerebro se comparó con la de un grupo más joven del estudio Australian Imaging, Biomarker, and Lifestyle (AIBL).

"Comprender la complejidad del aumento de la acumulación de amiloide cuando los individuos son cognitivamente normales es fundamental para mejorar la implementación de los tratamientos para la demencia"


Los investigadores observaron un aumento constante en la acumulación de A-beta en todos los participantes a lo largo del tiempo, independientemente de su estado de A-beta al comienzo del estudio. Pero esta acumulación fue significativamente más rápida en aquellos de 80 años o más en comparación con los participantes de 60 años, lo que explica la mayor prevalencia de A-beta en las personas de mayor edad.

En 2020, el 49% de los participantes desarrolló demencia y el 63% falleció. Muy pocos participantes desarrollaron demencia sin tener depósitos de A-beta en el cerebro. Además, las personas cuyos escáneres cerebrales dieron positivo para amiloide al comienzo del estudio desarrollaron demencia dos años antes que aquellos que dieron negativo para amiloide.

Los investigadores también descubrieron que el cambio a corto plazo en A-beta por sí solo durante un período de 1,8 años no podía predecir el riesgo futuro de demencia. Por el contrario, la gravedad de la carga basal de A-beta, junto con otros marcadores de daño cerebral definidos por la presencia de lesiones de la sustancia blanca (un marcador de enfermedad de vasos pequeños) y la disminución del espesor de la materia gris en la corteza cerebral (un marcador de neurodegeneración) fueron los predictores más fuertes de riesgo, lo que indica que ya estaba en marcha un proceso patológico activo cuando comenzó el estudio en individuos cognitivamente normales, por lo que indican que “la edad puede no ser un factor limitante para el uso de las terapias anti-Aβ emergentes”.

“Nuestros hallazgos son consistentes con estudios que muestran que la acumulación de amiloide en el cerebro tarda décadas en desarrollarse y ocurre en el contexto de otras patologías cerebrales, específicamente la enfermedad de vasos pequeños”, dijo López, que también dirige el Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de Pitt. “En este estudio no se pudo examinar si existe un proceso vascular que ocurre en paralelo a la deposición de A-beta. Sin embargo, comprender el momento en el que aparecen estas patologías será fundamental para la implementación de futuras terapias de prevención primaria”.

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Actualizado: 26 de diciembre de 2023

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