La grasa oculta es un indicador de alzhéimer 20 años antes de los síntomas

La grasa visceral podría estar vinculada con el alzhéimer hasta 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas de la enfermedad, por lo que reducir este tipo de grasa con cambios en el estilo de vida podría ser clave para prevenir o retrasar esta demencia.
Mujer con obesidad abdominal se viste frente a un espejo

02/12/2024

Las acumulaciones de proteínas tóxicas que constituyen uno de los signos característicos de la enfermedad de Alzheimer estarían vinculadas con un tipo específico de grasa corporal –la grasa visceral– que aparece hasta 20 años antes de que el paciente manifieste los primeros síntomas de deterioro cognitivo, según ha revelado un nuevo estudio que se ha presentado en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA).

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Este descubrimiento es importante porque puede impulsar la adopción de medidas que ayuden a prevenir o retrasar esta demencia, ya que los autores del trabajo han señalado que las modificaciones en el estilo de vida destinadas a reducir esta grasa visceral, que se acumula en el interior del abdomen y rodea a los órganos que allí se encuentran, podrían contribuir a frenar el desarrollo del alzhéimer. 

"Este resultado clave se descubrió porque investigamos la patología de la enfermedad de Alzheimer ya en la mediana edad (entre los 40 y los 50 años), cuando está en sus primeras etapas y las potenciales modificaciones como la pérdida de peso y la reducción de la grasa visceral son más efectivas como medio para prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad", ha declarado la autora principal del estudio, la Dra. Mahsa Dolatshahi, investigadora asociada postdoctoral en el Instituto de Radiología Mallinckrodt (MIR) en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, en una nota publicada por la RSNA.

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Cómo influye la obesidad en el riesgo de alzhéimer

En el estudio se incluyeron 80 personas de mediana edad con capacidad cognitiva normal y una edad media de 49,4 años (el 62,5% mujeres). Aproximadamente el 57,5% de los participantes eran obesos y su índice de masa corporal (IMC) medio era de 32,31. Los investigadores se centraron en el vínculo entre factores modificables relacionados con el estilo de vida, como la obesidad, la distribución de la grasa corporal y los factores metabólicos, y la patología de la enfermedad de Alzheimer.

A los participantes se se les realizaron pruebas como una tomografía por emisión de positrones (PET) cerebral, una resonancia magnética corporal y una evaluación metabólica (mediciones de glucosa e insulina), así como a un panel de lípidos (colesterol). Se realizaron resonancias magnéticas del abdomen para medir el volumen de la grasa subcutánea (la grasa debajo de la piel) y la grasa visceral (la grasa profunda oculta que rodea los órganos).

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"Investigamos la asociación del IMC, la grasa visceral, la grasa subcutánea, la fracción de grasa hepática, la grasa del muslo y el músculo, así como la resistencia a la insulina y el HDL (colesterol bueno), con la deposición de amiloide y tau en la enfermedad de Alzheimer", ha explicado el Dr. Dolatshahi, miembro del Laboratorio Raji en el Centro de Investigación de Laboratorios de Neuroimagen del MIR.

Se emplearon escáneres de los músculos del muslo para medir el volumen de músculo y grasa. La patología de la enfermedad de Alzheimer se midió utilizando escáneres PET con trazadores que se unen a las placas amiloides y los ovillos de tau que se acumulan en los cerebros de las personas con esta demencia.

Los resultados mostraron que los niveles más elevados de grasa visceral estaban relacionados con un aumento de amiloide, lo que explica el 77% del efecto del IMC elevado sobre la acumulación de amiloide. Otros tipos de grasa no explicaron el aumento de la patología de alzhéimer relacionada con la obesidad.

"Saber que la obesidad visceral afecta negativamente al cerebro abre la posibilidad de que el tratamiento para bajar de peso pueda mejorar el flujo sanguíneo cerebral y reducir el riesgo de padecer alzhéimer"

"Nuestro estudio demostró que una mayor cantidad de grasa visceral se asociaba con mayores niveles de PET de las dos proteínas patológicas características de la enfermedad de Alzheimer: amiloide y tau", afirmó el Dr. Dolatshahi. "Hasta donde sabemos, nuestro estudio es el único que demuestra estos hallazgos en la mediana edad, cuando nuestros participantes están a décadas de desarrollar los primeros síntomas de la demencia provocados por la enfermedad de Alzheimer".

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El estudio también demostró que una mayor resistencia a la insulina y un nivel más bajo de HDL estaban asociados con un nivel elevado de amiloide en el cerebro. Los efectos de la grasa visceral sobre la patología amiloide se redujeron parcialmente en las personas con un nivel más alto de HDL.

"Una implicación clave de nuestro trabajo es que el manejo del riesgo de alzhéimer en la obesidad deberá incluir la atención a los problemas metabólicos y lipídicos relacionados que a menudo surgen con un mayor nivel de grasa corporal", ha indicado el Dr. Cyrus A. Raji, autor principal del estudio y profesor asociado de radiología en MIR.

Aunque estudios anteriores han demostrado el papel de un IMC elevado en el daño a las células del cerebro, ningún estudio similar ha investigado el papel diferencial de la grasa visceral y subcutánea o el perfil metabólico, especialmente en términos de patología amiloide del alzheéimer ya en la mediana edad, señaló el Dr. Dolatshahi.

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"Este estudio va más allá de utilizar el IMC para caracterizar la grasa corporal con mayor precisión mediante resonancia magnética y, al hacerlo, revela información clave sobre por qué la obesidad puede aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer", dijo el Dr. Dolatshahi.

Los Dres. Raji, Dolatshahi y sus colegas también presentarán un estudio en RSNA 2024 que muestra cómo la obesidad y la grasa visceral reducen el flujo sanguíneo en el cerebro. En ese estudio, los investigadores realizaron resonancias magnéticas cerebrales y abdominales a individuos de mediana edad cognitivamente normales con un amplio rango de IMC y compararon el flujo sanguíneo cerebral regional y de todo el cerebro en resonancias magnéticas cerebrales de individuos con grasa visceral y subcutánea alta versus baja.

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El grupo con alto contenido de grasa visceral mostró un menor flujo sanguíneo cerebral total. No se observó ninguna diferencia significativa en el flujo sanguíneo cerebral entre los grupos con alto contenido de grasa subcutánea y los grupos con bajo contenido de grasa subcutánea.

"Saber que la obesidad visceral afecta negativamente al cerebro abre la posibilidad de que el tratamiento con modificaciones del estilo de vida o medicamentos adecuados para bajar de peso pueda mejorar el flujo sanguíneo cerebral y potencialmente reducir la carga y el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer", concluye el experto.

Actualizado: 2 de diciembre de 2024

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