La proteína que causa alzhéimer se produce también fuera del cerebro
06/11/2017
La acumulación de la proteína beta amiloide –por un aumento de su producción o una deficiente eliminación– resulta tóxica para las neuronas cerebrales y provoca su destrucción progresiva, lo que a su vez desencadena la aparición de la enfermedad de Alzhéimer. Ahora, una investigación liderada por científicos de la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver (Canadá) ha demostrado que una significativa cantidad de la beta amiloide que se acumula en el cerebro no solo se produce en este órgano, sino que procede de diversas zonas del organismo.
Los resultados del estudio, que se ha publicado en Molecular Psychiatry, revelan que los acúmulos de beta amiloide se producen cuando una proteína precursora presente en las membranas de numerosos tejidos se corta en dos, lo que indica que esto podría suceder en cualquier parte del cuerpo. La barrera hematoencefálica se debilita a medida que envejecemos, y esto favorece que la proteína beta amiloide la atraviese para infiltrarse en el cerebro y sumarse a la que se produce en este órgano; por ello, los autores del trabajo sugieren que para evitar o ralentizar el desarrollo de alzhéimer se podrían diseñar medicamentos que se unieran a la proteína para que pudiera ser eliminada a través del hígado o los riñones antes de que alcance el cerebro.
La beta amiloide también se produce en los vasos sanguíneos, las plaquetas y los músculos, mientras que su proteína precursora se encuentra en diversos órganos
El origen del alzhéimer puede estar fuera del cerebro
Los investigadores decidieron comprobar si la proteína beta amiloide que se producía fuera del cerebro favorecía el desarrollo del alzhéimer, y para ello utilizaron parejas de ratones en las que llevaron a cabo una técnica denominada parabiosis, que consistió en unir quirúrgicamente a dos animales –uno de los cuales había sido modificado previamente con un gen humano mutado que generaba elevados niveles de beta amiloide– para que compartieran el sistema circulatorio.
Al cabo de un año, los ratones que no habían sido genéticamente alterados –y que no tenían por qué sufrir esta enfermedad neurodegenerativa– desarrollaron una patología tipo alzhéimer, que se caracterizaba por la presencia de placas de beta amiloide, degeneración celular, inflamación, microhemorragias y deformaciones de las proteínas tau en sus neuronas. También se observó un deterioro en la capacidad de transmisión de las señales eléctricas involucradas en la memoria y en el aprendizaje.
Weihong Song, director de la investigación, ha explicado que sus hallazgos demuestran que la beta amiloide también se produce en los vasos sanguíneos, las plaquetas y los músculos, mientras que su proteína precursora se encuentra en diversos órganos, y que se trasladó desde los animales genéticamente modificados hasta los cerebros de sus 'parejas', donde se acumuló y provocó los daños observados. Y añade que aunque el alzhéimer sea una patología que afecta al cerebro, para comprender su origen y aprender a prevenirla es necesario estudiar el organismo en su conjunto.
Actualizado: 4 de mayo de 2023