Temperaturas ambientales cálidas ayudan a prevenir la osteoporosis
10/09/2020
Científicos de la Universidad de Ginebra (UNIGE) han comprobado que exponerse a temperaturas cálidas mejora la resistencia de los huesos, un fenómeno en el que interviene la microbiota intestinal y que podría ayudar a encontrar terapias alternativas para el tratamiento de la osteoporosis, una enfermedad que se caracteriza por la pérdida de la densidad mineral ósea, y que afecta especialmente a las mujeres tras la menopausia –se estima que la sufre un tercio de las mujeres posmenopáusicas.
Los investigadores de la UNIGE llevaron acabo análisis epidemiológicos y experimentos de laboratorio y emplearon herramientas de metagenómica y metabolómica, que les permitieron observar que la exposición a temperaturas ambientales cálidas (34 ºC) aumentaba la resistencia ósea y prevenía la pérdida de la densidad de los huesos, y que además esto se asociaba a un cambio en la composición de la microbiota intestinal desencadenado por el calor, que podía replicarse trasplantando la microbiota de ratones que habitaban en ambientes cálidos a ratones que padecían osteoporosis. De hecho, tras el trasplante sus huesos eran más fuertes y densos.
Cuanto más elevada era la temperatura menos fracturas de cadera –una de las consecuencias de la osteoporosis– se producían, con independencia de otros factores
Al colocar a varios grupos de ratones adultos en ambientes cálidos, los científicos observaron que mientras que el tamaño de sus huesos no se alteraba, la resistencia y densidad de los mismos mejoraban significativamente. Repitieron entonces sus experimentos con ratonas que habían sido sometidas a una ovariectomía imitando un modelo de osteoporosis posmenopáusica y, según ha explicado Claire Chevalier, primera autora del trabajo, el simple hecho de calentar el entorno de estos animales les protegió de la pérdida ósea típica de la osteoporsis.
Temperaturas e incidencia de osteoporosis
Para comprobar si esto también sucedía en el caso de los humanos, el equipo de científicos analizó datos epidemiológicos globales sobre la incidencia de la osteoporosis en relación con las temperaturas medias, la latitud, el consumo de calcio y los niveles de vitamina D.
Curiosamente, encontraron que cuanto más elevada era la temperatura menos fracturas de cadera –una de las principales consecuencias de la osteoporosis– se producían, con independencia de otros factores. Mirko Trajkovski, profesor del Departamento de Fisiología de Células y Metabolismo y del Centro de Diabetes de la Facultad de Medicina de la UNIGE, y director del estudio, ha explicado que encontraron una evidente correlación inversa entre la latitud geográfica y las fracturas de cadera, lo que significa que en los países del norte la incidencia es mayor en comparación con los más cálidos del sur.
Otros factores conocidos que pueden influir en esto como la vitamina D o el calcio no modificaron dicha correlación, sin embargo, cuando excluyeron la temperatura como un aspecto determinante, la correlación desapareció, lo que no significa que el calcio y la vitamina D no desempeñen un papel importante, solos o en combinación, pero el factor determinante es el calor, o la ausencia del mismo.
La influencia de la microbiota en la calidad ósea
Los autores del trabajo querían averiguar cómo influía la microbiota en estos cambios metabólicos, y para conseguirlo trasplantaron la microbiota de ratones que vivían en ambientes a 34 ºC a ratones con osteoporosis cuya calidad ósea mejoró rápidamente. Según, Mirko Trajkovski estos hallazgos sugieren que es posible extender de forma independiente los efectos del calor que favorecen la densidad y resistencia ósea durante la vida adulta realizando alteraciones en la microbiota.
La exposición al calor podría ser una estrategia preventiva contra la osteoporosis
Gracias a las pruebas realizadas en el laboratorio, estos científicos comprobaron que cuando la microbiota se adapta al calor esto conduce a una alteración en la síntesis y degradación de poliaminas, moléculas involucradas en el envejecimiento y, en concreto, en la salud de los huesos.
Chevalier ha explicado que con el calor la síntesis de poliamidas se incrementa, mientras que se reduce su degradación, lo que afecta a la actividad de los osteoblastos (las células que forman los huesos) y reduce el número de osteoclastos (células que degradan los huesos). Con la edad y la menopausia, añade la investigadora, el equilibrio entre osteoblastos y osteoclastos se rompe, pero el calor, al activar las poliaminas –que hemos visto que en parte son reguladas por la microbiota– puede mantener el equilibrio entre ambos grupos de células.
Los resultados, que se han publicado en Cell Metabolism, indican que la exposición al calor podría ser una estrategia preventiva contra la osteoporosis, y podrían contribuir a la creación de nuevas y eficaces intervenciones para prevenir y tratar esta enfermedad degenerativa.
Actualizado: 4 de mayo de 2023