Un parásito transmitido por gatos se asocia con fragilidad en los mayores
08/11/2023
El Toxoplasma gondii (T. gondii) es un parásito intestinal común que transmiten los gatos y que es el responsable de la toxoplasmosis, una enfermedad que los felinos contraen al consumir carne cruda infectada o por vía fecal-oral. Los humanos también podemos infectarnos con este patógeno al ingerir carnes parasitadas crudas o poco cocinadas, o vegetales contaminados con excrementos de gatos. Las personas no pueden contagiar la toxoplasmosis, pero una mujer embarazada sí la puede transmitir al feto, por lo que durante el embarazo hay que tomar precauciones específicas para evitarlo.
Sin embargo, un nuevo estudio ha revelado ahora que el T. gondii también supone un mayor riesgo en la tercera edad, ya que puede contribuir a la pérdida de masa muscular, la fatiga y otros signos de fragilidad en los adultos mayores. La investigación ha sido realizada por un grupo internacional de científicos que incluye la Universidad de Colorado Boulder, la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland y la Universidad de A Coruña, y se ha publicado en la Revista de Gerontología: Ciencias Médicas.
“A menudo pensamos que la infección por T. gondii es relativamente asintomática, pero este estudio destaca que para algunas personas puede tener importantes consecuencias para la salud en el futuro”, ha afirmado Christopher Lowry, profesor del Departamento de Fisiología Integrativa de CU Boulder y coautor de este estudio que es el último que ha explorado el impacto de este diminuto organismo unicelular en la salud humana.
“Este artículo proporciona, por primera vez, evidencia de la existencia de un vínculo entre la fragilidad en los adultos mayores y la intensidad de la respuesta a la infección por T. gondii”
Como han explicado los investigadores en algunos países más del 65% de los adultos han sido infectados por este microorganismo y, una vez infectadas, las personas pueden albergar el parásito de por vida sin saberlo. Para realizar este estudio analizaron la sangre de 601 individuos españoles y portugueses mayores de 65 años, y evaluaron también medidas de un síndrome geriátrico común que se conoce como ‘fragilidad’ e incluye pérdida de peso sin motivo, cansancio, disminución de la agudeza cognitiva y otros signos que indican un deterioro de la salud.
El 67% de los participantes eran “seropositivos” y mostraban marcadores en la sangre de una infección latente. Los investigadores no observaron una asociación entre cualquier infección por T. gondii y la fragilidad, pero sí encontraron que, entre los infectados, aquellos con mayor “serointensidad” o una mayor concentración de anticuerpos contra el parásito tenían significativamente más probabilidades de ser frágiles.
Una mayor serointensidad podría reflejar una infección más virulenta o generalizada, infecciones múltiples, o una reactivación reciente de una infección latente, explicaron los autores. “Este artículo es importante porque proporciona, por primera vez, evidencia de la existencia de un vínculo entre la fragilidad en los adultos mayores y la intensidad de la respuesta a la infección por T. gondii”, ha destacado Blanca Laffon, profesora de psicobiología en el Centro Interdisciplinar de Química y Biología de la Universidad de A Coruña y coautora del trabajo.
Cómo transmiten los gatos el parásito ‘T. gondii’
Se considera que los felinos domésticos y salvajes son huéspedes definitivos de T. gondii, mientras que aves y roedores son huéspedes secundarios, por lo que cuando los gatos comen a estos animales infectados, el parásito se instala y se multiplica en sus intestinos liberando huevos a través de sus heces. Por ello, si las personas se exponen a dichas heces cuando, por ejemplo, limpian las cajas de arena de sus gatos domésticos, pueden contraer la infección.
La mayoría de las personas nunca se enteran de que han sido infectadas, y sólo aproximadamente el 10% experimenta síntomas similares a los de la gripe durante unos días, sin embargo, T. gondii suele permanecer latente durante décadas, envuelto en quistes en el tejido muscular y cerebral (en concreto en la amígdala, un área del cerebro que interviene en el procesamiento de las emociones).
Curiosamente, se ha comprobado que T. gondii puede alterar la conducta de su huésped y que, por ejemplo, los roedores infectados tienden a perder el miedo a los felinos, lo que facilita que los gatos los atrapen y devoren y favorece la proliferación del parásito. También se ha demostrado que los chimpancés infectados se sienten atraídos por el olor de la orina de su depredador felino, el leopardo.
Las personas infectadas también tienen una mayor tendencia a adoptar comportamientos de riesgo, y las investigaciones muestran que tienden a ser más impulsivas y emprendedoras y más propensas a sufrir un accidente de tráfico. También tienen mayores tasas de esquizofrenia, y de ciertos trastornos del estado de ánimo y problemas cognitivos, y son más propensos a intentar suicidarse, según muestra una investigación de Lowry y el Dr. Teodor Postolache, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland y autor principal del nuevo estudio.
Fragilidad por ‘T. gondii’ asociada a una bajada de defensas
Los autores han advertido que sus hallazgos no prueban que la exposición a T. gondii cause fragilidad, sino que identifica una relación que conviene seguir estudiando, ya que descubrieron que las personas frágiles con alta seropositividad a T. gondii también tenían niveles más elevados de ciertos marcadores inflamatorios, lo que sugiere que la infección por el parásito podría potenciar la inflamación que se produce con el envejecimiento.
Como T. gondii permanece latente en el organismo y tiende a ocultarse en el tejido muscular, Postolache sospecha que también podría desempeñar un papel en la aceleración de la sarcopenia o atrofia muscular relacionada con la edad. Además, ciertos medicamentos o enfermedades que comprometen el sistema inmunitario, como el VIH o el cáncer, pueden contribuir a que una infección latente escape a la supresión inmunitaria y se reactive, provocando efectos adversos. Incluso en personas con un sistema inmunológico sano –señala Lowry– la función inmune puede disminuir con la edad, lo que potencialmente permite que T. gondii latente se reactive.
Los investigadores esperan que su estudio sirva como base a nuevas investigaciones sobre la relación entre T. gondii y la fragilidad y ayude a desarrollar nuevas estrategias para evitar que el parásito cause daños. Por ahora, animan a la población, y especialmente a las embarazadas, los ancianos y las personas inmunodeprimidas, a tomar medidas para prevenir la infección.
Actualizado: 8 de noviembre de 2023