No se conoce la causa que origina el párkinson, pero se acepta que hay una confluencia de ciertos factores genéticos, ambientales y de estilo de vida (multifactorial) que pueden contribuir a desencadenar la enfermedad.
Aquí te detallamos algunos de estos factores de riesgo del párkinson asociados con el desarrollo de la enfermedad:
- Edad: la probabilidad de desarrollar párkinson aumenta con la edad. La mayoría de las personas son diagnosticadas después de los 60 años. Así, más del 60% de los casos se diagnostican por primera vez entre las edades de 65 y 79 años, según refrenda un trabajo publicado en American Journal of Epidemiology. Sin embargo, puede ocurrir a edades más tempranas, se estima que cerca del 4% de las personas con EP son diagnosticadas antes de los 50 años.
- Antecedentes familiares positivos (componente genético): tener un pariente cercano con enfermedad de Parkinson puede aumentar ligeramente tu riesgo. Además, algunas mutaciones genéticas raras están directamente vinculadas a la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, estas son poco comunes en la población general. Así lo apuntaba un estudio dirigido por científicos del NIH, utilizando datos de más de 18.000 pacientes, identificó más de dos docenas de factores de riesgo genéticos involucrados en la enfermedad de Parkinson, incluidos seis que no habían sido reportados previamente.
- Sexo masculino: los hombres tienen una probabilidad ligeramente mayor de desarrollar párkinson, las mujeres son menos propensas a desarrollar la enfermedad.
- Lesión craneal o cerebral: algunos estudios sugieren que las personas que han sufrido lesiones cerebrales como traumatismos o golpes repetidos en la cabeza (parkinsonismo de los boxeadores) pueden tener un mayor riesgo de párkinson. Un estudio publicado en JAMA Neurology con datos autoinformados de 7.130 personas halló que una lesión cerebral traumática con pérdida de conciencia de más de una hora estaba asociada con un riesgo tres veces y medio mayor de desarrollar párkinson más adelante en la vida.
- Exposición a toxinas y pesticidas: la exposición prolongada a ciertas toxinas, como pesticidas y herbicidas, puede incrementar el riesgo de desarrollar párkinson. Un estudio llevado a cabo por investigadores del National Institute of Environmental Health Sciences (NIEHS) encontró que el uso de dos pesticidas comunes, rotenona y paraquat, está asociado con un aumento aproximado de 2,5 veces en la probabilidad de desarrollar párkinson. Por otro lado, científicos de UCLA Health y Harvard identificaron 10 pesticidas que dañan significativamente las neuronas dopaminérgicas, las cuales están implicadas en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Estos incluyen cuatro insecticidas (dicofol, endosulfan, naled, propargite), tres herbicidas (diquat, endothall, trifluralin) y tres fungicidas (sulfato de cobre [básico y pentahidrato] y folpet).
- Consumo de agua de bebederos o pozos contaminados en medios rurales: un estudio de 2009 publicado en Environmental Health Perspectives examinó 26 pesticidas, centrándose en seis en particular debido a su potencial para contaminar las aguas subterráneas. Este estudio encontró que la exposición a ciertos pesticidas, como propargita, clorpirifos y metomilo, estaba más estrechamente correlacionada con un aumento en el riesgo de Parkinson, destacando un riesgo 90% mayor para aquellos expuestos a propargita.
- Enfermedades preexistentes: algunas investigaciones sugieren que ciertas condiciones de salud, como la depresión o el trastorno del sueño REM, pueden estar asociadas con un riesgo elevado de párkinson. Un estudio realizado en 2022 que incluyó a 138.345 pacientes con párkinson de nueva aparición encontró que un rango de factores de riesgo, comorbilidades y características prodrómicas estaban asociadas con un aumento del riesgo de desarrollar párkinson, en particular temblor, síndrome de piernas inquietas y esquizofrenia. y trastorno bipolar; comorbilidades tales como diabetes tipos 1 y 2, epilepsia, alteraciones sensoriales de la piel y trastornos gastrointestinales; y factores de riesgo como el abuso de alcohol y las lesiones traumáticas en la cabeza.
Otros factores de riesgo ligados con menor frecuencia a la enfermedad de Parkinson son el consumo de café, tabaquismo, uso de antiinflamatorios no esteroideos (ibuprofeno, naproxeno, indometacina…) y la terapia hormonal sustitutiva en mujeres posmenopáusicas.
Es importante tener en cuenta que estos factores de riesgo no garantizan que una persona desarrollará la enfermedad de Parkinson, sino que simplemente aumentan la probabilidad de hacerlo. Muchas personas con uno o más factores de riesgo nunca desarrollan la enfermedad, mientras que otras sin factores de riesgo conocidos sí la desarrollan.